No es casualidad que ayer la Policía local envíe un comunicado a los medios de prensa dando a conocer la nueva aprehensión de un hombre de 28 años de edad, que pocas horas antes había sustraído varios elementos de una vivienda.

Se trata del tristemente célebre Jonathan Chico, quien fue detenido anoche, poco antes de las 22 horas, luego de haber ingresado a una casa de la calle Harostegui al 100, donde robó una Notebook HP y una cámara de fotos digital.

En octubre del año pasado este mismo sujeto participó de un robo a mano armada en el minishop de una estación de servicios. Aproximadamente seis meses atrás había sido capturado dos veces –y puesto en libertad inmediatamente en ambas ocasiones- robando en dos viviendas diferentes. Se sospecha también que sea el autor de un hecho similar y violento en otra estación de servicios.

Roba (incluso utilizando armas de fuego), es detenido (sin que la Policía deba hacer muchos esfuerzos para ello) e inmediatamente la Justicia lo pone en libertad (aparentemente, tambien, sin poner el esfuerzo necesario para evitar que siga cometiendo ilícitos).

Seguramente se producen varios hechos delictivos por día, de mayor o menor envergadura. La Policía informa a través de comunicados de prensa de algunos de ellos, pero ayer –es notorio- se encargaron especialmente de que todos conozcamos esta nueva detención y que otra vez puso a Jonathan Chico a disposición de un juez en Bahía Blanca.

No pretendemos prejuzgar desde estas líneas, pero evidentemente estamos ante una persona que –tal como se encuentra actualmente- no está en condiciones de vivir en sociedad, en libertad. ¿No advierten eso los jueces? ¿Chico tendrá que matar a alguien para que definitivamente lo encarcelen y le inculquen otros valores?

La Policía está harta, atada de pies y manos ante estas situaciones, y reclama de la forma que puede. Si los titulares de las comisarías expresan públicamente este cansancio son sancionados. ¿Quién sanciona a los jueces que nos hacen vivir con delincuentes peligrosos?