La Asociación Trabajadores del Estado (ATE) visitó al enfermero herido de gravedad Arcenio Centeno, quien actualmente se encuentra hospitalizado en el Sanatorio Güemes de la ciudad de Buenos Aires, donde fue derivado tras la explosión de una garrafa. El accidente, que dejó en evidencia la precariedad en la que se desempeñan los trabajadores, ocurrió el 22 de junio en el espacio dispuesto temporalmente para el Centro de Salud de Cona Niyeu, un paraje a unos 140 kilómetros de Sierra Grande.
Ahora, Arcenio escucha desde la cama el bullicio de una ciudad que no es la suya, y aguarda paciente la recuperación. “Las quemaduras se recuperan bien. En este momento lo que más me molesta es la vista, siento como una arenilla, un cuerpo extraño”, dice. Así y todo, no ahorra elogios para quienes atienden su estado, ahora que le toca estar del otro lado del mostrador: Centeno es auxiliar de enfermería desde hace 33 años, hace más de 30 que se afilió a ATE, y hasta el momento de la explosión estaba encargado del Centro de Atención Primaria de Cona Niyeu, donde permanece desde hace 20 años.
“No es para cualquiera. Yo soy de la región, pero muchos llegan y están muy poco tiempo, no aguantan”, relata desde Buenos Aires, donde permanece internado. “Estoy trabajando ahí desde el 2001, enfrentando lo que venga”, dice. Y ese enfrentar “lo que venga” también significaba realizar todo tipo de tareas en un marco de extrema precariedad, como las que había el día del accidente.
“Veníamos reclamando por las condiciones. El puesto periférico tiene muchos años y se estaban cuarteando todas las paredes, las puertas no se cerraban, todo era un tema y estábamos cada vez peor. Con el tiempo el comisionado se decidió a arreglarlo y por eso nos dieron otro lugar a donde atender a la gente: una vivienda cedida por la Escuela, que tenía clausurado el gas. Nos llevaron caloventores pero no daban a basto, entonces nos trajeron un tubo grande de 50 kilos de gas”, relata.
El problema fue cambiarlo, algo que debió hacer Arcenio como parte de las multitareas que realiza desde siempre. “Empezó a perder gas y no había como pararlo. Explotó todo, no quedó nada. No sé cómo salimos, nos salvamos de milagro”.
Dice que no recuerda lo que siguió a la explosión. Habrá sido un sonido sordo que se anticipó a la voladura de los techos, la destrucción de las paredes, el reguero de artefactos desparramados alrededor de la vivienda donde estaban trabajando a la espera de que se realizaran los arreglos demandados desde hacía largo tiempo en la salita destinada originalmente para este uso.
En este sentido, Esterea González, trabajadora de la salud rionegrina y actual secretaria de Finanzas de ATE, quien estuvo en representación del sindicato junto a Arcenio, señaló la necesidad de vencer de una buena vez estas situaciones de precariedad en al cual todavía se desempeñan muchos trabajadores.
“Estuvimos visitándolo, algo que él había pedido también para saber cómo sigue su situación, y allí fuimos como sindicato para que pueda evacuar toda sus dudas y consultas”, dijo González. “Queda de manifiesto la precariedad en la que están nuestros compañeros de estos parajes, donde cumplen todo tipo de tareas, poniendo incluso su vida en riesgo”, completó.
15 noviembre 2024
Gremiales