El Expediente (con un final de mala leche)

Por Jorge Castañeda (*)

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Esta nota debe molestar o perturbar a quienes desempeñan una función en la administración pública, la justicia u organismos del Estado.

Cierta vez, cuando estaba exiliado en España. Le preguntaron al general Perón que pensaba de los argentinos y les respondió con una frase genial: “Son una generación de amanuenses que no sirven ni para Dios ni para el diablo”.

Por esa misma razón el maestro Quino imagino a la burocracia como una tortuga. Lenta, tortuosa, injusta, que no quiere otra cosa que mirarse el ombligo y ocultarse en los intersticios de su propia madeja de leyes, códigos, ordenanzas, decretos, y eso hasta el último de sus acápites.

Lo que no quieren saber es que detrás de cada solicitud, de cada urgencia hay una necesidad, o mejor dicho hay gente que no puede esperar.

Hace algunos años “Julián” –tal su seudónimo- escribió unos versos que tituló “El expediente” donde prácticamente lo dice todo:

“Un pedido e no sé quién/ ha servido e cabeza/ Mesa Entrada rotuló/ empezada la carpeta.  Puso número y extracto/ al pedido e no sé quién/ ha nacido un “expediente” / para mal o para bien.  Creo fue un director/ que firmó el autorizo/ sin mirar el contenido/ y salió como chorizo.  Comenzó a circular/ sin seguir el cursograma/ pasos mil debió cruzar/ cual si fuera una hazaña.  El siguiente en entender/ creo fue el de suministro. / Estimó cuando costaba/ el comprar lo no previsto.  Lo pasó pal contador/ que es el malo de este cuento/ -No hay partida- sentenció/ va pal triqui este invento.  Recibió el Director/ expediente que volvía/ lo tomó como una ofensa/ a su rango y jerarquía.  Ahí le dijo a su ministro/ -me lo quieren sabotear- / al pedido lo mandaron/ sin mirarlo, para atrás.  Es seguro de que son/ de la contra, el otro bando/ que no quieren se haga nada/ y andan siempre jorobando.  Hay que darle un escarmiento/ que sino allí se ceban/ mandan todo para atrás/ con razón o bien sin ella.  El Ministro escuchó/ y sin hallarse convencido/ le encargó a su secretaria/ que lo apreté al subversivo.  Providencia e por medio/ con el pase en la mano/ por pedido del Ministro/ retornó a su calvario.  Es ansí que comenzó/ el camino a entreverarse/ fue y volvió la mar de veces/ pa poder encaminarse.  Le pusieron el “errose” / en un pase equivocado/ Mesa Entrada refolió/ por tener folio salteado. Con el pase a sus efectos/ escritorios recorrió/ no se sabe para qué/ pero ni uno se saltió.  Va por vía de excepción/ consignó la providencia/ hace falta un decreto/ pa aumentar partida seca,  El proyecto se agregó/ tomó nota Presupuesto/ Asesor dictaminó/ está todo, está completo.  Pasó ansi a Fiscalía/ su dictamen favorable/ siguió a la Contaduría/ y confirmó como usted sabe.  Retornó a Suministros/ pal concurso tramitar/ despachó invitaciones/ -transparencia hay que darle- / sentenciaron los mandones.  Llegó ansí la apertura/ de tamaña competencia/ proveedores apiñados/ y curiosos, qué caterva.  Suscribieron allí el acta/ funcionarios y proveedores/ se impugnaron con que saña/ pa limpiar opositores.  Comisión debió actuar/ estudiando las propuestas/ descartado impugnaciones/ eligiendo “la correcta”.  Otra vez se requirió/ el dictamen de abogado/ quién así lo concluyó/ -todo bien está lo actuado”.  El fiscal volvió a decir/ que se ajusta a derecho/ tramitado hasta aquí/ está todo muy bien hecho.  Contralores aportaron/ visto bueno a lo actuado/ y por fin se resolvió/ al concurso adjudicado.  Contador fue que afectó/ muy al firme lo gastado/ para “Compras” lo envió/ diligente y enojado.  Suministros ahí libró/ una orden pa comprar/ y entregó al proveedor/ pa que empiece a aportar.  Transcurrido cierto tiempo/ provisión se completó/ recibió con su conforme/ pa pagar orden libró.  Tuvo suerte el proveedor/ en cobrar a fin de mes/ muy amigo el Tesorero/ yo sospecho que él es.  Siguió luego a Rendición/ ascendido a Comprobante/ fojas mil acumuló/ y carátula adelante.  Lo tomaron revisores/ que estudiaron con esmero/ señalaron hay errores/ y estalló el avispero.  Qué presenten sus descargos/ sobre todo lo observado/ terminaba así el informe/ a Auditor autorizado.  Corrigieron los errores/ asigún ellos creyeron/ multas a algunos les tocó/ pero a otros ni un pelo.  Concluyó así la cuenta/ al final ya terminada/ expediente concluido/ y la cuenta ya juzgada.  Cabe aura preguntarse/ como acaba este cuento/ préstenme mucha atención/ porque ansí yo los comento.  Ha pasao más de un año/ y entrado al Ministerio/ tropecé con un montón/ de paquetes hasta el techo.  Pregunté ¿Qué tienen adentro?  Los pidió don no sé quién/ hace mucho, nadie sabe.  La verdad es que molestan/ nadie sabe pa qué están/ si no sirven para nada/ porqué no los tirarán.  De curioso perforó/ una caja pa mirar/ qué tesoro escondía/ su interior pa deslumbrar.  Era leche pa los niños/ ya vencida por demás/ que no sirve para nadie/ y que nadie va gustar.  Recordé que escucho siempre/ los pedidos de ayudar/ las promesas a los gurises/ que se frustran como acá. Vi clarito moraleja/ que conviene digerir/ que las cosas hay que hacerlas/ del principio hasta el fin.  Que no bastan los pedidos/ que no alcanzan los discursos/ que no sirve ordenar/ si el que escucha se hace trucho.  Que si es un resultado/ que queremos de verdad/ hasta el fin hay que seguirlo/ el pedido hasta acabar.  Porque el pobre expediente/ es papel y nada más/ solo eso ve la gente/ y se olvida e los demás. Hoy es viernes el de Pascua/ y aprovecho pa pedir/ a ese empleado que trabaja/ en Ministerio, por allí.  Que al mirar un expediente/ recorriendo su camino/ piense un poco que al final/ muchos penden de ese hilo.  Que su mano puede ser/ empujón ansí avanza/ o tijera negligente/ pa segar toda esperanza”,

Sin palabras.


(*) Escritor


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