Esta nota
debe molestar o perturbar a quienes desempeñan una función en la administración
pública, la justicia u organismos del Estado.
Cierta vez,
cuando estaba exiliado en España. Le preguntaron al general Perón que pensaba
de los argentinos y les respondió con una frase genial: “Son una generación de
amanuenses que no sirven ni para Dios ni para el diablo”.
Por esa misma
razón el maestro Quino imagino a la burocracia como una tortuga. Lenta,
tortuosa, injusta, que no quiere otra cosa que mirarse el ombligo y ocultarse
en los intersticios de su propia madeja de leyes, códigos, ordenanzas,
decretos, y eso hasta el último de sus acápites.
Lo que no
quieren saber es que detrás de cada solicitud, de cada urgencia hay una
necesidad, o mejor dicho hay gente que no puede esperar.
Hace algunos
años “Julián” –tal su seudónimo- escribió unos versos que tituló “El
expediente” donde prácticamente lo dice todo:
“Un pedido e
no sé quién/ ha servido e cabeza/ Mesa Entrada rotuló/ empezada la
carpeta. Puso número y extracto/ al
pedido e no sé quién/ ha nacido un “expediente” / para mal o para bien. Creo fue un director/ que firmó el autorizo/
sin mirar el contenido/ y salió como chorizo.
Comenzó a circular/ sin seguir el cursograma/ pasos mil debió cruzar/
cual si fuera una hazaña. El siguiente
en entender/ creo fue el de suministro. / Estimó cuando costaba/ el comprar lo
no previsto. Lo pasó pal contador/ que
es el malo de este cuento/ -No hay partida- sentenció/ va pal triqui este
invento. Recibió el Director/ expediente
que volvía/ lo tomó como una ofensa/ a su rango y jerarquía. Ahí le dijo a su ministro/ -me lo quieren
sabotear- / al pedido lo mandaron/ sin mirarlo, para atrás. Es seguro de que son/ de la contra, el otro
bando/ que no quieren se haga nada/ y andan siempre jorobando. Hay que darle un escarmiento/ que sino allí
se ceban/ mandan todo para atrás/ con razón o bien sin ella. El Ministro escuchó/ y sin hallarse convencido/
le encargó a su secretaria/ que lo apreté al subversivo. Providencia e por medio/ con el pase en la
mano/ por pedido del Ministro/ retornó a su calvario. Es ansí que comenzó/ el camino a
entreverarse/ fue y volvió la mar de veces/ pa poder encaminarse. Le pusieron el “errose” / en un pase
equivocado/ Mesa Entrada refolió/ por tener folio salteado. Con el pase a sus
efectos/ escritorios recorrió/ no se sabe para qué/ pero ni uno se saltió. Va por vía de excepción/ consignó la
providencia/ hace falta un decreto/ pa aumentar partida seca, El proyecto se agregó/ tomó nota Presupuesto/
Asesor dictaminó/ está todo, está completo.
Pasó ansi a Fiscalía/ su dictamen favorable/ siguió a la Contaduría/ y
confirmó como usted sabe. Retornó a
Suministros/ pal concurso tramitar/ despachó invitaciones/ -transparencia hay
que darle- / sentenciaron los mandones.
Llegó ansí la apertura/ de tamaña competencia/ proveedores apiñados/ y
curiosos, qué caterva. Suscribieron allí
el acta/ funcionarios y proveedores/ se impugnaron con que saña/ pa limpiar
opositores. Comisión debió actuar/
estudiando las propuestas/ descartado impugnaciones/ eligiendo “la
correcta”. Otra vez se requirió/ el dictamen
de abogado/ quién así lo concluyó/ -todo bien está lo actuado”. El fiscal volvió a decir/ que se ajusta a
derecho/ tramitado hasta aquí/ está todo muy bien hecho. Contralores aportaron/ visto bueno a lo
actuado/ y por fin se resolvió/ al concurso adjudicado. Contador fue que afectó/ muy al firme lo
gastado/ para “Compras” lo envió/ diligente y enojado. Suministros ahí libró/ una orden pa comprar/
y entregó al proveedor/ pa que empiece a aportar. Transcurrido cierto tiempo/ provisión se
completó/ recibió con su conforme/ pa pagar orden libró. Tuvo suerte el proveedor/ en cobrar a fin de
mes/ muy amigo el Tesorero/ yo sospecho que él es. Siguió luego a Rendición/ ascendido a
Comprobante/ fojas mil acumuló/ y carátula adelante. Lo tomaron revisores/ que estudiaron con
esmero/ señalaron hay errores/ y estalló el avispero. Qué presenten sus descargos/ sobre todo lo
observado/ terminaba así el informe/ a Auditor autorizado. Corrigieron los errores/ asigún ellos
creyeron/ multas a algunos les tocó/ pero a otros ni un pelo. Concluyó así la cuenta/ al final ya
terminada/ expediente concluido/ y la cuenta ya juzgada. Cabe aura preguntarse/ como acaba este
cuento/ préstenme mucha atención/ porque ansí yo los comento. Ha pasao más de un año/ y entrado al
Ministerio/ tropecé con un montón/ de paquetes hasta el techo. Pregunté ¿Qué tienen adentro? Los pidió don no sé quién/ hace mucho, nadie
sabe. La verdad es que molestan/ nadie
sabe pa qué están/ si no sirven para nada/ porqué no los tirarán. De curioso perforó/ una caja pa mirar/ qué
tesoro escondía/ su interior pa deslumbrar.
Era leche pa los niños/ ya vencida por demás/ que no sirve para nadie/ y
que nadie va gustar. Recordé que escucho
siempre/ los pedidos de ayudar/ las promesas a los gurises/ que se frustran
como acá. Vi clarito moraleja/ que conviene digerir/ que las cosas hay que
hacerlas/ del principio hasta el fin.
Que no bastan los pedidos/ que no alcanzan los discursos/ que no sirve
ordenar/ si el que escucha se hace trucho.
Que si es un resultado/ que queremos de verdad/ hasta el fin hay que
seguirlo/ el pedido hasta acabar. Porque
el pobre expediente/ es papel y nada más/ solo eso ve la gente/ y se olvida e
los demás. Hoy es viernes el de Pascua/ y aprovecho pa pedir/ a ese empleado
que trabaja/ en Ministerio, por allí.
Que al mirar un expediente/ recorriendo su camino/ piense un poco que al
final/ muchos penden de ese hilo. Que su
mano puede ser/ empujón ansí avanza/ o tijera negligente/ pa segar toda
esperanza”,
Sin palabras.
16 noviembre 2024
Opinion