4 octubre 2011
Viedma
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Pero la división no es sólo de opiniones, también es física. Es que sobre una vereda se ubican los primeros vecinos del lugar, quienes hace más de 30 años están exigiendo la realización de esta obra y dicen que tiene recursos para pagar el pavimento. Frente a ellos hay otra realidad, constituida mayoritariamente por vecinos nuevos y de menores recursos, que no podrán hacer frente a este gasto.
Esta mañana LA PALABRA recorrió la calle. Dialogó con algunos vecinos y corroboró esta situación. La gran coincidencia es que ninguno de los consultados se quejó por la calidad de la obra.
Teresa es una vecina del barrio que “hace más de 30 años” estaba esperando el pavimento. “Siempre estuvimos entre el barro y ahora estamos felices de tener el asfalto”, dijo.
Señaló que ella efectuó el convenio con el municipio para pagar la obra en 48 cuotas y entendió que le resulta un precio accesible, aunque admitió que a algunos de sus vecinos “se les hizo cuesta arriba”.
Explicó que a la cuota del pavimento se le sumó otra cuota correspondiente al cordón cuneta. “En total son casi 300 pesos”, indicó
Sobre la calidad de la obra, Teresa dijo que no ha registrado ningún tipo de rotura, pero en cuanto a la nivelación dijo que “he notado que se inunda en algunos sectores, por ejemplo en la calle Murillo”.
La otra cara
En la otra vereda los vecinos señalan que “la obra es impagable”. Se trata en su mayoría de familias de clase media baja a los que se les complicará mucho afrontar un pago de 300 pesos mensuales durante cuatro años.
“Yo ganó 700 pesos y mi marido hace changas. No puede afrontar el pago del asfalto”, dijo una vecina que trabaja realizando tareas de limpieza en el Centro Cultural.
Dijo que no está disconforme con la obra porque “es muy útil” pero “no la puedo pagar” y agregó que “nuca nadie nos dijo que podíamos oponernos”.
Se trata de una de las vecinas que junto a otras 30 personas participó de la junta de firmas para respaldar este reclamo.
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