Incendio en Viedma: El relato del bombero que rescató a los pequeños

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Desde el sanatorio donde permanece internado, Guillermo dialogó con FM DE LA COSTA. Se encuentra mucho mejor y espera el resultado de los últimos estudios antes de recibir el alta médica.

Sigue de cerca las noticias sobre la salud de los pequeños que salvó. En su interior, sabe que su tarea no estará culminada hasta que ellos estén recuperados.

"Llegue al sanatorio con principio de asfixia. El médico me dijo que por poco no entré en un paro cardiorrespiratorio, porque tenía muy baja la oxigenación en la sangre", dijo.

El suboficial rememoró esos minutos de nerviosismo. "Estaba por almorzar con un compañero en el destacamento del barrio Lavalle y nos avisan del cuartel central que había un incendio. Salimos los dos y tardamos pocos minutos en llegar", recordó.

"Yo venía manejando. Cuando llegamos paramos el móvil y nos dicen que había criaturas adentro. En ese momento no me importó nada, se me puso en la cabeza que teníamos que sacar a esos pibes de adentro", contó.

Recordó que primero subió las escaleras sin equipo, porque no tenía. "No había máscara de filtro. Teníamos equipos autónomos, con un tanque de aire, pero para ponerte uno de esos tardás, como mínimo, un minuto y yo no quería perder tiempo", manifestó.

Sin embargo, su primer intento por ingresar al departamento, en un segundo piso, fue infructuosas. "Cuando llegué los vecinos ya habían forzado la puerta. Quise entrar, pero el humo y el calor me hicieron retroceder".

En ese momento llegó el móvil del cuartel central. En su interior había máscaras de filtro. Guillermo se colocó una de ellas y acudió a la asistencia del sargento ayudante Oscar Sacco y el sargento Julio César Marín, dos efectivos policiales que no son bomberos, pero igual arriesgaron sus vidas.

"Les pedí que me acompañen y que me dieran la mano para entrar porque el humo me había mareado y estaba un poco débil. Si me caía ahí adentro y perdía el conocimiento hubiera sido otra víctima más", señaló.

El suboficial recordó como fueron esos segundos dentro de la vivienda: "La habitación estaba llena de humo, a los nenes no se los escuchaba. No había llantos ni gritos. Ya estaban inconscientes".

"Cuando entro voy rodeando la pared, no había visibilidad. Encuentro una ventana y después una mesa. Me agaché y fui tanteando. Debajo de la mesa toqué una pierna. Ahí agarré a una de las criaturas y la saqué", recordó.

Sin pensarlo, Guillermo vuelve a ingresar a la casa. "Voy otra vez debajo de la mesa para ver si estaba el otro nene y sí, estaba ahí. Lo encuentro rápido y también lo saco".

"Cuando bajé al primer descanso de la escalera me saqué la máscara y me largué a llorar. No podía más. Yo tengo hijos y se me pasaron por la cabeza. Ahí sentí un mano en el hombro de un compañero que me dice: 'ya está, los sacaste, ya terminó tu trabajo'", comentó.

Guillermo insiste con conocer la situación de los chiquitos que rescató. "Quiero saber como están, leo el diario para ver que información hay. Se que están Roca y estables. Lo único que quiero es que vuelvan bien".

Otro hecho que desnudó falencias

Resulta insólito, quizás, pero Guillermo y su compañero había averiguado tiempo atrás el precio de una máscara de filtro y pensaban comprar una de su propio bolsillo. "Esas máscaras cuestan entre 1000 y 1500 pesos", dijo y remarcó que el destacamento del barrio Lavalle no posee este tipo de equipamiento de protección, esencial para el trabajo con rapidez y comodidad.

"Además estábamos trabajando con una equipo que no sirve para viviendas, sino para acciones más rápidas como el incendio de un auto", dijo.

También aseguró que de haber un efectivo más en el destacamento se hubieran optimizado los tiempos. "En lugar de manejar la autobomba yo hubiera podido prepararme, ponerme el traje en el camino y llegar más preparado", explicó.

Finalmente, destacó que recibió llamados de todos lados, de funcionarios, compañeros y hasta el propio gobernador.

 

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