Pido disculpas si alguna vez
me he ido de boca, o si lo hago en este momento, pero el lugar donde me toca
estar me permite tener una perspectiva distinta al común de la sociedad
respecto a la contienda política por la que transcurre mi queridísima
Argentina. Nuestra ciudadanía ha
direccionado el voto en relación a lo que a cada persona le pasa
individualmente y no con una visión desde lo colectivo, desde lo que pasa en lo
social. La gente está cansada de observar en los partidos políticos que han
venido siendo gobierno una discusión inerte, sin políticas de definición claras
respecto al tipo de país que queremos. Permanentemente se ventilan a la
sociedad por distintos medios, sean de comunicación o redes sociales,
cuestiones que no son de interés de la gente, demostrando a la sociedad que
ciertos sectores de la política han perdido el rumbo. Entonces comienzan a dar
entidad a un personaje nuevo, y a pesar de que sus propias definiciones podrían
perjudicarlo en un esquema social coherente,
la gente decide votarlo, decide
el suicidio político. Debemos reconocer que como país estamos mal, pero a
través de estas figuras la gente propone algo peor. Y peor me refiero a, por
ejemplo, actos extremos e inconstitucionales, como lo sería la eliminación del
Artículo 14 Bis de nuestra Constitución Nacional (**). Estamos aquí hablando de
los derechos de los trabajadores, de tener un trabajo digno, bien remunerado,
con garantías sociales como obra social, vacaciones, aguinaldo, indemnización
justa en caso de pérdida de empleo, acceso a la jubilación… Estamos poniendo en
jaque estos derechos esenciales adquiridos por las y los trabajadores y de hacerse carne esta idea, implicaría esto
un retroceso de más de cien años para nuestra Argentina.
Por otro lado, hablan de la
aberración de la justicia social mal interpretando este concepto,
considerándolo como el direccionamiento de planes sociales o ayudas
alimentarias. Pues nobleza obliga, debo advertir que eso no es justicia social,
la justicia social es el derecho a la educación, la salud, a tener una vida
digna en comunidad, con servicios esenciales como electricidad, agua, cloacas,
acceso a vivienda digna y justamente todo eso tiene que ver con la obra pública
que proponen eliminar junto con tantos otros derechos ya adquiridos por el
pueblo trabajador y la sociedad argentina toda.
También proponen trasladar
la era de las privatizaciones a hoy, lo que sin dudas va a significar pérdidas
de puestos de trabajo de quienes hoy tienen la posibilidad de gozar de un
empleo estable. Recuerdo en la década del 90
cuando se produjeron las privatizaciones en el Estado, miles de
trabajadores perdieron el empleo, con el cierre de empresas como Agua y
Energía, Gas del Estado, ENTEL, el ANSES, la transformación del sistema de
jubilaciones con la instrumentación de las AFJP que hoy quieren replicar.
Por todo esto y muchas otras
razones, y en vistas a las próximas elecciones de octubre, convoco a nuestra
ciudadanía que volcó su acuerdo a estos personajes representantes del
neoliberalismo a repensar el voto, poniendo en valor las cosas positivas de los
gobiernos populistas.
Humildemente les cuento mi
historia como trabajador constructor, empecé en 1988 con 18 años de edad… Hasta
el 2004 ser un trabajador de la construcción era vivir menos del día a día
porque ni te alcanzaba para la diaria, acceder a un medio de transporte como
una bicicleta era un sueño inalcanzable, era el alta gama que teníamos en esa
época. Desde el 2004 al 2012 la situación de los trabajadores constructores
cambió, empezamos a adquirir motos, luego autos, llegamos al cero kilómetro que
en la historia de los trabajadores constructores jamás habíamos logrado, además
de tener acceso a construir la vivienda propia, poder disfrutar con la familia
el fruto del trabajo, hacer regalos a los hijos, irse de vacaciones… me
emociona recordar aquellos momentos tan lindos en las épocas en las que se veía
crecer a los trabajadores constructores. Ver afuera de una obra que estaba
lleno de autos, y eran los autos de los trabajadores constructores, era un
sueño. Luego entramos en una meseta donde el país no sabía qué rumbo
tomar, y el pueblo decidió cambiar de
rumbo a partir del 2015. Entonces entramos en picada hasta el día de hoy, en
caída libre.
Hoy en día tenemos una generación que tiene entre
20 y un poco más de 30 años que no vivió la época de bonanza, entonces vio un
país estancado y luego un país que empezó a decrecer. Entonces para esa
generación el rol de la política no está bien visto, sin identificar
personajes, hablo de épocas, y hay que ver quiénes estaban en el gobierno en
esas épocas. El cambio del país no se lleva delante de un año para otro, sino que lleva décadas, con la instrumentación de políticas estructurales, con todos los
sectores sentados en la misma mesa, sin exclusión de ningún sector, porque
todos somos importantes. Para mejorar el país necesitamos tener diálogo con la
banca internacional, con el comercio internacional, con los sectores de la
producción nacional, llámese campo, petroleras, mineras, agricultores,
industriales, los trabajadores y los movimientos sociales para buscar la
recuperación de ese empleo que se ha perdido.
Estoy convencido, como lo
dice nuestro líder Gerardo Martínez, que la única forma de sacar el país
adelante es con el esfuerzo de todos e incluyendo a todas las fuerzas
políticas, con una planificación estructural y a futuro que tenga una mirada
con un horizonte en común, sin banderías políticas que lo cambien cada cuatro
años. Hoy la única figura que puede contener a todos los sectores es Sergio
Massa, otros modelos de política eligen con quienes sentarse a la mesa. La
única propuesta es volver a recuperar aquella época donde los trabajadores que
construimos el desarrollo, recuperar ese país en crecimiento, con un nuevo
contrato social que diseñe las políticas a futuro que nos permitan ponernos
todos a trabajar para ejecutarlo en conjunto.
(*) Damián Miler, Secretario
General de la CGT Regional Zona Atlántica de la provincia de Río Negro y
Secretario General de la UOCRA, Seccional Viedma, Río Negro.
(**) Artículo 14 bis.- El
trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que
asegurarán al trabajador: condiciones dignas y equitativas de labor, jornada
limitada; descanso y vacaciones pagados; retribución justa; salario mínimo
vital móvil; igual remuneración por igual tarea; participación en las ganancias
de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección;
protección contra el despido arbitrario; estabilidad del empleado público;
organización sindical libre y democrática, reconocida por la simple inscripción
en un registro especial.
Queda garantizado a los
gremios: concertar convenios colectivos de trabajo; recurrir a la conciliación
y al arbitraje; el derecho de huelga. Los representantes gremiales gozarán de
las garantías necesarias para el cumplimiento de su gestión sindical y las
relacionadas con la estabilidad de su empleo.
El Estado otorgará los
beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter de integral e irrenunciable.
En especial, la ley establecerá: el seguro social obligatorio, que estará a
cargo de entidades nacionales o provinciales con autonomía financiera y
económica, administradas por los interesados con participación del Estado, sin
que pueda existir superposición de aportes; jubilaciones y pensiones móviles;
la protección integral de la familia; la defensa del bien de familia; la
compensación económica familiar y el acceso a una vivienda digna.
16 noviembre 2024
Opinion