¿Acaso no dijo Sendra que “Quino existe y que Mafalda es su profeta?
Si bien es una niña, tiene la lucidez de los grandes. Y Mafalda piensa y toma partido siempre por la vida, por sus valores esenciales. Nos hace pensar porque sus ocurrencias de algún modo son el reflejo de las injusticas que pasan en el mundo. Por eso Mafalda es universal.
A esta niña famosísima y célebre no le gusta el inconformismo, las guerras, el hambre, el sufrimiento de los niños, los prejuicios, las personas de doble ánimo, los timoratos, los falaces, los políticos chantas, los materialistas y tiene “una cabeza abierta y propensa a filosofar a partir de cualquier hecho cotidiano”.
Sin embargo esta niña que “quiere ser alguien en la vida”, que sabe lo que busca, que se solaza con su mascota la tortuga “Burocracia”, que sabe su pertenencia a una familia de clase media, que camina por las calles de San Telmo ensimismada en sus reflexiones sesudas, que denota al pobre Manolito tiene también algunos odios que manifiesta a flor de piel: Mafalda odia, denigra y se disgusta con su majestad la sopa. ¡Por algo será!
Preconiza su deseo de poder contribuir de alguna manera para la paz mundial y el entendimiento entre las naciones y está firmemente convencida de los derechos de la mujer y de su progreso en la sociedad.
Mafalda es rebelde, pero sensata, madura, mesurada. Nunca hiriente ni fatua. Sugiere más que impone. Contestataria pero reflexiva. Nunca destructora, si desinhibida. Lo importante de esta nena argentina es que tiene la utópica concepción de que este mundo se puede cambiar. Que podemos ser mejores, y eso no es poca cosa.
Esta chica del flequillo y el moño que ha emocionado a generaciones nació en el año 1962 y tiene entre sus gustos, pasiones que son un poco de todos: la música de Los Beatles, la paz, los panqueques, el globo terráqueo, las historietas del “Pájaro Loco” y los juegos infantiles.
Es aplicada porque todos los días va a la escuela, se divierte porque tiene sus amigos; en verano cuando sus padres pueden sale de vacaciones, le gustaría tener un auto más veloz y mejor pero de alguna manera deja entrever que está satisfecha de lo que es.
Alguna vez dijo Mafalda “¡Sí a la democracia! ¡Sí a la justicia! ¡Sí a la libertad! ¡Sí a la vida! expresando el sentimiento unánime de casi todos los hombres y mujeres de bien de este bendito país.
Mafalda es nuestra, argentina, indispensable. Hay hasta un modo “Mafalda” de ver la vida y concebir el mundo. Porque Mafalda nos hace ver mejores de lo que somos y nos induce a no perder nunca los valores que alguna vez fueron nuestros: las utopías maravillosas de no darnos nunca por vencidos. ¡Cómo te queremos Mafalda, “princesa de Asturias”!
Jorge Castañeda
Escritor - Valcheta
14 enero 2017
Cartas de Lectores