Por Natalia Concina (*)
No hay un saber que se imponga
sobre el otro. Tampoco una voz que suene más fuerte. En la Unidad de Gestión
Integrada de la Cuenca Huahuel Niyeo -en la localidad rionegrina de Jacobacci-
lo mismo vale lo que dice una campesina indígena que un ingeniero agrónomo, o
por lo menos eso es lo que se pretende: que las miradas diversas entren en
diálogo, se complementen, puedan hacer diagnósticos de los problemas y buscar
las soluciones en forma colectiva.
Esa búsqueda se percibe en
cada encuentro. Más allá de las reuniones formales, los diferentes eslabones de
esta cadena que gestiona de manera comunitaria el agua articulan cotidianamente
en pequeñas acciones que Télam-Confiar pudo observar durante tres días. En cada
reunión surge una historia, un problema y una catarata de ideas acerca de cómo
la Unidad de Gestión, a la que la mayoría le dice simplemente “la Cuenca”,
podría intervenir.
“Hay otras experiencias,
pero no con este nivel de horizontalidad. Existen ‘gestiones integradas de
recursos hídricos’ pero intervienen sólo organismos del Estado y
representaciones de productores y más apuntado al tema de la producción y no a
la problemática del agua en sí”, reflexiona Federico Ivanissevich, integrante
de la Cooperativa Surgente, impulsora de la Unidad de Gestión, durante la
visita a una comunidad mapuche.
Esa mirada integral (e
integradora) la trajo Irene Mujica, la Vasca, una militante sureña que
participó de numerosos procesos como el de alfabetización en Neuquén en 1973 y
de otros como el de la conformación del Consejo Asesor Indígena (CAI), a
mediados de los 80.
“El agua no es un recurso
sino un bien común. Cuando comenzamos a debatir la idea de una gestión
integrada pensamos un concepto que es el de cuenca-territorio, porque no vemos
a la cuenca como un lecho sobre el cual pasa agua (ya sea superficial o profunda)
sino como un territorio en el que se
ensamblan todas las actividades”, describe Irene, que integra también Surgente.
Y continúa: “Es un concepto
que, si bien no es lo mismo que la visión de los pueblos originarios, recupera
e integra su mirada. Esto implica un cambio cultural y es un desafío porque en
general se ve al agua como un recurso”.
Sin agua no hay vida: las
causas de la crisis hídrica
Ubicada en el corazón de la
estepa patagónica a 210 kilómetros al este de Bariloche (que se transitan la
mitad por camino de ripio) y rodeada de mesetas que la mayor parte del año se
ven amarillentas, Ingeniero Jacobacci tiene 10 mil habitantes entre la zona
urbana y rural.
Conocida por ser cabecera de
La Trochita, un ferrocarril de trocha angosta que unía a este pueblo con Esquel
( ya no llega), la localidad creció a partir de la producción ganadera (ovina y
caprina) y en la actualidad tiene los yacimientos más importantes del país de
diatomea. La tiza, como la llaman localmente, es un alga fosilizada con gran capacidad
de absorción. Tiene numerosos usos, pero uno central: es el material de las
piedras sanitarias de los gatos.
Al igual que el resto de la
provincia, cuya emergencia hídrica se declaró en marzo de 2022 y todavía
continúa, la subcuenca Huahuel Niyeo -que nace en el cerro Anecón Grande,
abarca unos dos mil kilómetros cuadrados y es la que abastece de agua al
pueblo- comenzó a mermar su caudal hace algunas décadas, proceso que empeoró
con la caída de cenizas del volcán Puyehue en 2011.
“El cambio climático para
algunos es una novedad, pero nosotros lo venimos viendo desde hace rato. Hace
mucho nos dimos cuenta del tema del agua, de la pastura, de que hay animales
que dejamos de ver y se ven otros; las aves, por ejemplo. Antes no había loros,
pero desde hace 20 años tenemos un montón y antes teníamos muchos pilquines
(especie de ardillas) y ahora casi no hay”, describe María Victoria Lefinir,
integrante de la comunidad mapuche Nehuen Co, ubicada en el Paraje Chaiful (65
kilómetros al sudeste de Jacobacci) y miembro de Mesa de Productores en
Emergencia por el Agua.
María recuerda que, cuando
era chica, en el ingreso del territorio comunitario “había una laguna con
flamencos, gansos cuello negro y ahora ya no hay nada, ni agua; también se secó
el arroyo Chaiful”.
“Hay otra cosa que sucede
también en la naciente de algunas cuencas (aunque no en la Huahel Niyeo) que es
que existen grandes estancias que hacen obras de riego para hacer más grandes
los mallines (humedales naturales), cambian el cauce del arroyo y crean
superficies productivas más grandes”, señala Carlos Irasola, también de la
Cooperativa Surgente.
Y añade: “Durante mucho
tiempo esto se hizo con aval técnico porque se decía que el agua se iba a
juntar después abajo; quizás eso hubiera sucedido con un régimen de lluvia de
400 o 500 mililitros, pero con el régimen de 100 o 150 actual lo que sucede es
que el agua se retiene arriba y baja”.
No hay persona en el pueblo
que no conozca a Carlos, no sólo porque fue el primer veterinario del pueblo y
fue docente de la escuela secundaria, sino porque es un incansable motor de
proyectos.
Al decir de Carlos, uno de
sus mejores alumnos de su época como docente de educación media fue Alejandro
Fornasa, hoy ingeniero agrónomo y trabajador del Instituto Nacional de
Agricultura Familiar Campesina e Indígena. Es Alejandro ahora el que toma la
palabra y sintetiza: “Estamos en una región con déficit hídrico. Las sequías,
que antes parecían responder a ciclos, se han vuelto crónicas; desde 2007 el
promedio de lo precipitado ronda los 150 mm/año (antes era de 185 mm/año)”.
“A esto -continúa- hay que
sumarle caídas de cenizas en 2008 y en 2011 que además del importante impacto a
las economías familiares producto de la mortandad de animales, afectó el
pastizal natural con la consecuente pérdida de cobertura vegetal. Es decir, más
evaporación y más escorrentía de lo poco que precipita y por ende menos
infiltración. Además, como consecuencia del cambio climático las temperaturas
medias anuales han aumentado, y eso agrava la situación”.
Por su parte, Pablo Andrade,
presidente de la Cooperativa de Agua y otros Servicios Públicos de Jacobacci,
observa que “el principal problema hoy es la bajante de las napas; en algunas
perforaciones es cada vez menor el tiempo de bombeo disponible y eso perjudica
el abastecimiento a los vecinos, tanto en presión como en caudal, y se nota
mucho cuando hay un consumo mayor”.
El intendente José Mellado,
quien fue presidente de la Cooperativa de Agua, añade otras dos aristas a la
problemática: “La construcción de la ruta 23 tomó gran cantidad de agua; por
otro lado, hay un problema en la distribución de la red de agua dentro del
ejido urbano porque el pueblo creció sin planificación”, dice.
Los afluentes que
desembocaron en la Unidad de Gestión
Si bien la Unidad de Gestión
Integrada de la Cuenca Huahuel Niyeo se conformó oficialmente el 25 de agosto
de 2023, el trabajo entre cooperativas, productores, instituciones y
organizaciones en Jacobacci y la zona tiene una larga historia en la búsqueda
colectiva de soluciones.
Uno de esos antecedentes fue
Climagua, un proyecto llevado adelante entre 2012 y 2015 por la Fundación
Bariloche con fondos del International Development Research Centre de Canadá
(IDRC), que en Jacobacci se articuló territorialmente con la Cooperativa
Surgente, la Cooperativa Ganadera Indígena y la Cooperativa de Agua y otros
Servicios Públicos de Jacobacci.
De las distintas acciones
que realizaron en el marco de Climagua, una fue la instalación de 50 bombas
solares, que son bombas de agua que funcionan a partir de energía fotovoltaica
obtenida de paneles solares.
“La bomba me cambió mucho.
Antes sacábamos agua del pozo con soga para baldear y darle a los animales. Era
mucho sacrificio porque levantábamos baldes de 10, 20 y hasta 30 litros y dolía
la espalda. Eso lo hice desde muy chica, y es algo que hay que hacer todo el
tiempo porque los animales toman mucha agua”, cuenta María Inés Caril.
El campo de María Inés está
ubicado en la zona del Cerro Centinela, a 5 kilómetros del pueblo, en medio de
lo que a los ojos de alguien de la ciudad podría ser “nada” pero que a ella le
brinda todo. María tiene 55 años, cinco hijos y nació y creció en esas tierras,
en la comunidad mapuche Fentren Co conformada por 12 familias.
Tras la muerte de su padre y
la separación del padre de sus cinco hijos, se acercaron a comprarle el campo:
“Me decían ‘qué vas a trabajar vos que sos mujer, que estás sola’. Pero yo
decía no, yo me voy a quedar porque tengo mis manos y mis pies para trabajar y
si lo hacía de chica cuando ayudaba a mi papá, ¿por qué no lo voy a poder hacer
ahora? Y pude nomás, me aquerencié a la chiva criolla, a las ovejas, también
atiendo a mi mamá…”, dice con orgullo al tiempo que reconoce la importancia del
acompañamiento de la Cooperativa Surgente en ese proceso.
En el campo de Daniel
Calfunao -lonko (autoridad) de la comunidad Luis y Julián Santos ubicada en el
Paraje Yuquiche, a 35 kilómetros de Jacobacci-, también se instaló una bomba
solar en el marco de Climagua.
Hace sólo tres años que
Daniel es lonko, y otro tanto que volvió al campo luego de haber estudiado en
Bariloche. Afuera de la casa de material, y cerca del viejo pozo del que
todavía saca agua con balde (que pese a los 37 grados, sale fresca de abajo),
plantó unos árboles que lograron crecer gracias al riego y dan una sombra
imprescindible.
A 10 metros está el panel solar que brinda la energía al nuevo pozo donde se colocó la bomba, además de permitirle tener luz a la noche y cargar un celular que sólo sirve para llamadas porque no llega señal con datos.
21 abril 2025
Río Negro