En un acto que se vio colmado de militantes y funcionarios, la ex concejal de Viedma asumió en la segunda línea del Ministerio que encabeza Norberto Delfino.
“Cuando entré por primera vez a una unidad básica tenía 16 años. Usaba minifaldas, tenía pelo largo, bailaba el twist, miraba el Club del Clan, cantaba las canciones de Palito Ortega, me gustaban los Beatles y Serrat. Era un año fuerte para el mundo. Vivíamos bajo una dictadura, la de Onganía. Una perosna que una noche irrumpió con las fuerzas del ejército en las universidades y clausuró los lugares de pensamiento del país” recordó Andaloro.
Así comenzó su mensaje. De fondo se oían los tambores y el estruendo de la pirotecnia lanzada en el exterior como muestra de acompañamiento de sectores del peronismo que llegaron a la Casa de Gobierno.
“En esa época empecé a militar sabiendo lo que era el peronismo. En mi casa se hablaba de peronismo y había dos opciones. Se era peronista o nada. Ahí me encontré con jóvenes con mis mismos sueños y utopías. Estábamos convencidos de que un país mejor era posible. Fuimos forjando ideología y pensamiento”, señaló.
Recordó su militancia universitaria en La Plata y la llegada de otra dictadura, la de Lanusse. “Era más dura pero salíamos igual a desafiar al sistema pintando paredes con pintura negra. No había otra cosa. Perón volvió y así llegó el ‘73, entramos a la Plaza de Mayo creyendo que teníamos el mundo con nosotros, queríamos cambiar el país”, manifestó.
Rememoró luego “la muerte de Perón y la época más difícil” y señaló: “Yo ya militaba fuertemente. Nos empiezan a comentar en ese momento que había que emprender la retirada de las grandes ciudades. Yo ya estaba de novia y decidimos irnos al interior. En el lugar que mejor nos recibieron fue en la casa de la provincia de Río Negro”.
Así, recordó su llegada a la provincia. “Nos casamos y nos vinimos a trabajar al plan de salud que sostenía el gobernador Mario Franco. Fuimos a Valcheta donde nos recibieron muy bien”, dijo.
La última dictadura
En su mensaje, ante la atenta mirada de todos los presentes, recordó la llegada de la última dictadura militar y comentó los esfuerzos para seguir militando aún esa época. “Había un espacio que era el Obispado y gracias a Hesayne nos reuníamos ahí a debatir de política. Estábamos todos de todos los partidos. Porque todos estábamos mal”.
“Volvió la democracia y ahí nos volvimos locos, porque a quien le entró el bichito de la política sabe que nunca se acaba. Acompañé en una lista a todos, hasta al diablo. Me encantaba ir en la listas”, señaló entre risas.
“En esa época nos tuvimos que afiliar, cosa que nunca habíamos hecho. Nosotros hacíamos calle, salíamos, teníamos presencia y tirábamos panfletos. Eso hacíamos”, dijo.
Las derrotas y la figura de Soria
“Los radicales siempre nos ganaban y a veces nos daban unas palizas. Una sola vez estuvimos ahí nomás, pero siempre nos mataban”, recordó Andaloro y agregó: “La gente nos decía al día siguiente: ‘Yo no los voté’. Era mentira. Llorábamos dos días y después volvíamos a trabajar. Esa era la pasión de la política”.
“Llegó el 2001, año durísimo donde los argentinos tocamos fondos. Todos, sin excepción. La gente pedía que se fueran todos. Había que hacerse cargo y por supuesto, los peronistas nos hicimos cargo”, recordó. El lugar estalló en aplausos.
Remarcó allí la llegada de Néstor Kirchner. “Acá cuando vino lo recibimos. Nos contaba sus sueños. Yo lo sentí como uno nuestro, había militado en el mismo lugar que yo y había sufrido lo mismo que yo. Ahí me empecé a entusiasmarme”, destacó.
“En el 2002 estaba en mi casa. Estábamos un poco deprimidos porque se nos habían ido nuestras hijas a estudiar. Suena el teléfono un día y una voz afónica me dice: ‘Andaloro, que es de tu vida’. Era el Gringo (Soria). Le digo: ‘Estoy con el síndrome del nido vacío’ y me contestó: ‘Dejate de joder’. Me convocó a trabajar en este proyecto y fue música para mis oídos”, manifestó Andaloro.
“Acepté y no sabía en lo que me había metido. Salir con el ‘Gringo’ Soria era fuertísimo. Salimos todos a recorrer la provincia, veíamos que se formaba algo más grande en Río Negro. Esas elecciones las perdimos, pero ese momento me hice fanáticamente ‘sorista’”, destacó.
De doctora a concejal
Recordó que en el 2007 el trabajo en la campaña de Miguel Pichetto. “Había que armar el tema de Salud y mucha gente se reunía en mi casa. Desempolvamos carpetas, buscamos datos y recibí el llamado de la compañera Nilda Belloso, que iba a ser candidata a intendenta y me pidió acompañamiento. Le dije que sí”. dijo
Señaló que en esa oportunidad “tampoco ganamos, pero Nilda y Luis Nievas fueron concejales. Yo lloré dos o tres días como tantas veces. Después Nilda fue un día a mi casa y me dijo que tenía problemas personales. Tenía que renunciar. Eso significaba que yo tenía que ser concejal. Hacía 40 años que militaba y nunca había tenido un cargo rentado”.
“Deje de ser la doctora Andaloro para ser la concejal Andaloro. Tuve que acostumbrarme a que me putearan por las cloacas o el estacionamiento. Cuando uno sale del Concejo no es igual, es mejor persona. Deja de preocuparse por uno y pasa a preocuparse por los demás. El ‘yo’ se convierte en ‘nosotros’”, subrayó.
Destacó que en el 2009 tuve un año bárbaro, pero el 2010 no. Fue difícil. Me diagnosticaron cáncer de mama, me operaron, me hicieron quimioterapia y rayos. Había que bancarse eso. Perdí todo el pelo y me vi la cara como era. Me ate pañuelos, gorros, pelucas. Pero lo pasé”.
“Llegue al 2011 y otra vez lo vi al Gringo. Decidí seguirlo. Empezamos a trabajar y apareció Mario Sabbatella (último candidato a intendente del PJ) que era otro amigo y además no saben lo duro que es hacer campaña con un atleta”, subrayó entre risas.
“Sabíamos como venía la cosa. Pero dar vuelta las urnas y contar los votos es lo mejor que le puede pasar a los militantes. No me jodan. Contamos los votos y esta vez nos favorecían. Ganamos”, manifestó muy emocionada.
Recordó luego la muerte de Soria. “Ahí se puso a prueba otra vez el peronismo. Duro lo de Alberto que debía liderar a los peronistas. No somos fáciles” dijo y envió un mensaje al pichettismo: “En la primera reunión de Consejo (el PJ) todos nos nucleamos alrededor de Weretilneck y todos dijimos que el debía seguir siendo el gobernador porque era el elegido del Gringo”.
“Nos secamos las lágrimas y seguimos. Este proyecto alineado con la Nación rescata los derechos en la provincia, esos derechos que nos habían sido quitados. Cuando creí que estaba tranquila llega este ofrecimiento y acepte”, subrayó.
“Ahora tengo la oportunidad de trabajar. Muchas veces la vi de afuera, critique y ahora vamos a ver si me da el cuero para hacer”, manifestó y efectuó su primer anuncio: “El sábado voy a ser abuela porque nace Milo”.
Abrazos, lágrimas, saludos, risas y aplausos para terminar el acto.
14 enero 2025
Río Negro