Laura Ramos consideró que “la demanda de suelo disparada por el ProCreAr, el único crédito hipotecario de las gestiones K al que puede reconocérsele un alcance importante respecto de la población beneficiada, pone nuevamente sobre el tapete un dilema permanente en el proceso de construcción de la ciudad”.
“Actualmente el Poder Ejecutivo de la Municipalidad de Viedma analiza varias (demasiadas) propuestas de ampliar su planta urbana, es decir, de volver urbano suelo rural, varias de ellas presentadas o impulsadas por distintos concejales; todas bajo declaradas pretensiones de dar respuesta a la demanda de terrenos para el ProCreAr”, agregó.
También aclaró que “el primer punto que debe ser analizado para comprender las respuestas que el Poder Ejecutivo proporcione a cada una de estas propuestas es nuestro posicionamiento, el del gobierno de la ciudad, en la dialéctica ciudad compacta versus ciudad difusa, que define el modelo de ciudad por el que venimos trabajando”.
En ese sentido dijo que intentará “un abordaje breve de nuestra lógica en el tema. Cuando hablamos de una ciudad difusa, nos referimos a una traza urbana incompleta y de crecimiento fragmentado, con demasiado suelo ocioso. Se trata de una ciudad “cara”. Cara porque el equipamiento urbano y las infraestructuras de servicios están subutilizadas; porque la superficie de suelo servido (con servicios) por habitante es mayor y, por ende, más costosa; porque las mayores distancias implican mayor costo de transporte; porque los usos y las funciones se dispersan y obligan a ir más lejos para satisfacer nuestras necesidades. Es decir, en una ciudad difusa, la gente pasa sus horas sobre ruedas, (motos, bicicletas, colectivos, autos), porque se encuentran lejos de los centros de salud o de las escuelas.
“Así una ciudad difusa es más cara socialmente, porque desintegra y obstaculiza su disfrute por todos”, añadió.
Además indicó que “en cambio, en una ciudad compacta, sin grandes vacíos urbanos, la proximidad entre usos y funciones supone un menor consumo de materiales, porque la infraestructura de servicios está bien aprovechada. En promedio, la superficie de suelo servido (con servicios) por habitante es menor, y entonces el costo de mantenimiento de la infraestructura urbana (plazas, calles, iluminación, recolección de residuos) también es menor. En el modelo de ciudad compacta, el tejido urbano presenta usos y funciones próximos entre sí, y esto abarata los costos de transporte. La trama urbana en estos espacios es continua, vinculada, integradora”.
Asimismo señaló que “la ciudad compacta crece sobre suelo adyacente, con nexos de servicios de gas, agua, cloacas y luz cercanos, que garanticen calidad de vida para quienes la habitan”.
La Concejal sostuvo que “el modelo de ciudad compacta requiere de una clara, decidida y consecuente política de Estado que permita a éste imponerse sobre las otras fuerzas que operan en el proceso de construcción de la ciudad, esto es, el mercado en su intento de reproducir capital, volviendo urbano el suelo rural, (y aquí estamos en el planteo inicial) y la población en su intento de acceder a la tierra por modos informales de ocupación del espacio urbano”.
“El concepto de ciudad compacta debe ser entendido con la necesaria flexibilidad de cualquier otro modelo, cuya naturaleza no implica la asunción de las formas puras bajo las cuales debe ser presentado, por obvias cuestiones metodológicas”, afirmó.
Ramos manifestó que “esta es la línea de pensamiento bajo la cual venimos actuando en materia de gestión del suelo, contrarrestando y penando severamente la existencia de baldíos o vacíos urbanos. Y es ésta también la explicación para sostener con firmeza la planificación urbana definida para Viedma. Porque, no me canso de repetir: la ciudad no puede ser fruto de un tironeo entre lo que a cada uno le gustaría que fuera”.
Para concluir expresó que “nada mejor que citar al prestigioso urbanista Norman Foster, cuando con simpleza magistral dice: “El urbanismo de baja densidad y la imparable dependencia del coche son insostenibles. Los núcleos de gran densidad poblacional consumen menos, las ciudades jardín, como Detroit, requieren mayor consumo (horas de transporte, gasolina, gasto de agua, etc). Detroit que tiene la mitad de densidad humana, consume diez veces más energía que Copenhague.”
18 enero 2025
Viedma