Futuros penitenciarios indignados por la precariedad en el curso de ingreso

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A principios de octubre se iniciaron las clases del curso introductorio de operador penitenciario con asignaturas trimestrales y mensuales. En Viedma se desarrolla en instalaciones de la UNTER y se inició con un total de 300 cursantes, mientras que en Cipolletti las actividades se desarrollan en el salón de la Asociación Española.

En solo 15 días empezaron a escucharse las primeras quejas porque los espacios elegidos quedaban chicos para tal demanda. Tampoco alcanzaban las sillas y las mesas y los baños se quedaban sin agua a las pocas horas de uso. Incluso, aseguraron que no había agua potable para beber o refrescarse en los días de intenso calor.

Hoy, en la capital provincial, los estudiantes estallaron en bronca cuando un profesor (que dicta la materia de Criminología) los dejó plantados por segunda vez en una semana. Cabe aclarar que el salón de UNTER se encuentra a varios kilómetros del centro de la ciudad, por lo que el traslado hasta el lugar reviste cierta dificultad y un gran gasto en transporte para la mayoría. 

Los estudiantes que se comunicaron con LA PALABRA se mostraron indignados porque tras estar más media hora esperando, el profesor avisó por correo electrónico que no se iba a presentar. Esta misma situación ya había ocurrido algunos días antes. “Es una tomada de pelo”, dijeron.

También se quejaron por otras cuestiones. Dijeron que las entrevistas y los estudios psicológicos vienen atrasados y que, tras dos meses de cursada, todavía no saben quienes podrán avanzar a la siguiente etapa del curso.

Además, aseguran que los organizadores prometieron un refrigerio teniendo en cuenta que los horarios del curso así lo ameritan.

“Cuando nos quejamos nos dicen que nadie nos obliga a estar ahí, pero todos lo hacemos por lo laboral. A veces nos sentimos discriminados. Hasta un profesor nos ha llegado a decir que somos ineptos e ignorantes”, se quejó una alumna.

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