Ante todo fue un hombre sencillo y desde esa sencillez, producto de una humildad genuina, forjada en su fe cristiana, tuvo la inteligencia para observar que la primera obligación de un gobernante es unir la comunidad, fomentar vínculos de hermanad, apagar las pasiones que enfrentan estérilmente. Por eso su gobierno tuvo como eje principal la integración de la Provincia y el desarrollo de todas sus regiones sin que ninguna funde su crecimiento en detrimento de las otras.
Por ello no es casual que, como hombre del alto valle, sostuviera en su plataforma electoral que entre sus primeras medidas resolvería la cuestión de la capital de la Provincia, que durante décadas había sido producto de fuertes tensiones y disputas.
Consecuente con su promesa de campaña, promulga, sin dudarlo, la ley que declaró a Viedma como capital definitiva de la Provincia, porque sabía que de esa manera se terminaba una disputa que sólo podía causar perjuicios para la comunidad rionegrina.
Desde ese coraje que sólo se puede entender si se conoce a fondo nuestra historia y los intereses y pasiones que la atraviesan, el gobernador Franco se constituyó como un faro que alumbra en todas las direcciones, sin aferrarse a ningún localismo y mucho menos a interés económico alguno que guardase la aspiración de hegemonizar el desenvolvimiento económico de la Provincia.
Como hombre comprometido con la producción, siempre estuvo del lado de los pequeños, de los más chicos. Por eso promueve la creación de cooperativas y les facilita el acceso a los capitales de trabajo, transfiriéndolas, en muchos casos, activos del estado para que esas mismas cooperativas comenzarán a gestionar el funcionamiento de sus empresas.
Mira, como nadie hasta entonces, la Línea Sur y crea cuarenta escuelas albergues, con regímenes especiales para los educadores que decidían llevar los beneficios de la educación pública a los lugares más alejados e inhóspitos de la Provincia.
Mira la cordillera y pone en marcha un ambicioso plan de integración con Chile y piensa en el desarrollo de nuevos pasos que faciliten la interconexión bioceánica.
Mira el este Rionegrino y mira su mar. Pone en marcha la construcción del camino costero que la dictadura dejará congelado a la altura de Bahía Rosas.
Mira el alto valle y le asegura a sus pequeños productores, a través de las líneas de asistencia financiera del Banco de la Provincia de Río Negro, que el gobierno jamás los dejará abandonados al arbitrio de las reglas del mercado pues pensaba, como el general Perón, que la economía libre no existe: o la regula el estado para bien de la comunidad, o los monopolios para su exclusivo beneficio.
Pone en marcha el plan de salud, que todavía hoy es referencia para quienes aspiran a un sistema sanitario de excelencia.
Se enfrenta a López Rega quien, aviesamente, logra infiltrar a Ardanaz en el gobierno provincial como jefe de policía para que generara condiciones de conmoción interna que justificasen la intervención federal de la Provincia.
La sapiencia de Mario Franco y de su gran ministro de gobierno, Jorge Félix Frías, logran abortar el plan y Ardanaz debe abandonar Río Negro sin consumar su propósito.
Don Mario, luego, deberá conocer la cárcel, el desprecio de muchos, el fallo de una justicia arrodillada al poder de facto. Pero la historia que él tanto amaba hoy demuestra que fue el primer gobernador constitucional de Río Negro que ejerció ese cargo sin partidos proscriptos, que ejerció ese cargo con decencia y honestidad, que gobernó con equidad en la búsqueda de unir a todos los rionegrinos y que lo hizo para que nuestro pueblo sea cada día un poquito más feliz”.

19 diciembre 2025
Río Negro