En su paso por la Línea Sur habló de la falta de agua y de la necesidad de inversiones, pero no dijo nada de la Ley Pro-cianuro aprobada durante los 20 días que duro el gobierno de su padre, que consumiría más de 66.000 litros de agua por minuto, en una región donde se ha declarado la emergencia hídrica. No dijo nada sobre la principal actividad de la zona, la producción lanera y la fuerte crisis que atraviesa debido a las condiciones climáticas, pero también al retraso del tipo de cambio y a las retenciones que existen para los productores, ante las cuales su gobierno nacional y popular no da respuesta.

En su paso por Viedma, habló de un tema tan sensible como el desempleo, que persiste a carne viva, o disfrazado de empleo precarizado en la década ganada. En una ciudad que sufrió la terrible Ley de Disponibilidad que puso en duda el trabajo de los empleados públicos. Y sí, seguramente el desempleo es alto, dado que desde el 2011 la obra pública, está paralizada, se desarmaron los programas sociales dejando a cientos de personas en la calle y a cientos más sin una respuesta social. Habla de pasantías, diciendo ser una beneficiada por haber podido realizar una mientras estudió, porque no existía el sistema de pasantías que otorga obra social y aportes a los estudiantes. Seguramente es una privilegiada, tal vez como los 500 hijos de funcionarios radicales que denunció mediáticamente su padre justo antes de las elecciones y nunca aparecieron. Lo que si apareció, después del 10 de diciembre de 2011, fue un listado importantísimo de familias enteras nombradas por el nuevo gobierno. Habla y habla sin pensar, pero de su ciudad, del gobierno municipal de General Roca no habla: no dice nada del déficit habitacional, de la falta de planificación, de la exclusión de miles de ciudadanos que no tienen posibilidad del acceso a la tierra y a la vivienda, de los barrios olvidados, del sistema cloacal colapsado con cada lluvia, de la preocupante falta de desagües pluviales y bocas de tormenta, de que la obra pública, el asfalto, las luces y los espacios verdes son solo para el centro, mientras que en los barrios los servicios básicos brillan por su ausencia y menos opina de la falta de política ambiental. No habla de la Contratación de 50 personas en la secretaría de servicios públicos del municipio para repartir boletas de ella en las PASO. Como tampoco habla de su irregular designación en la fiscalía de Estado y los $20.000 de salario que percibe sin concurrir a su lugar de trabajo.

María Emilia opina de muchas cosas, pero del verdadero fin de la política como herramienta de transformación social no habla, y no hace, o hace lo más fácil y cómodo, mirar para otro lado y copiar las malas prácticas de la vieja política.

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