Esta vez, los "golondrina" llegaron antes

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Ya en forma anticipada en comparación con otros años, varios colectivos transportando a hombres oriundos de la provincia de Tucumán llegaron al Alto Valle, buscando trabajo en la actividad frutícola. Se encontraron con que no hay ocupación aún, y en el mejor de los casos les prometieron que podrían convocarlos a trabajar recién hacia fines de este mes de noviembre.

Hubo un grupo de obreros tucumanos que quedó a la deriva. Los hombres, que vinieron con lo puesto, se las arreglaron para comer algo y tuvieron que pedir permiso en la guardia del hospital de Roca para dormir allí. No tenían dónde ir.

En el gremio Uatre se recibieron pedidos de asistencia, y desde allí ayudaron a los desempleados dentro de las posibilidades. 

“Nos prometieron que iba a haber trabajo, por eso nos vinimos” dice Antonio, un obrero oriundo de Tucumán que relata que en sus pagos quedaron su mujer y tres hijos esperando que les mande dinero para poder sobrevivir. El gobierno de esa provincia les pagó los colectivos charter, dicen. Una forma elegante de “exportar” desocupación.

“No tenemos cómo volver, sólo queremos trabajar” dijo otro, quien dijo con pocas palabras que gracias a la ayuda de otros obreros pudieron aguantar unos días. Ahora, esperaban que alguna empresa frutícola o algún productor particular los convoque. Ni siquiera tienen ánimo de discutir cuánto van a cobrar.

Por estos días se realizan diversas tareas en las plantaciones frutícolas, como es el caso del raleo. Pero la realidad choca con la demanda. Sobran las manos y hay pocos llamados para ocuparlas. 

Hay menos fruta, anticipan los productores, producto de diversos factores, incluido el climático. Por ende, habrá menos obreros ocupados en toda la cadena frutícola, desde el trabajo en la chacra con el raleo y la cosecha, hasta el empaque. Un dato que surge del contacto con los actores de la principal actividad económica de los valles. Un panorama que no debería escapar a quienes deben anticipar soluciones ante un problema que de económico tiene mucho, pero también, de social. 

Mientras tanto, entre la menor actividad y la llegada de los “golondrina”, la fruticultura asiste a otra temporada con imprevisibles consecuencias.

FUENTE: Fabian Cardozo (Roca Digital)

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