"A las operaciones respondemos con profundización democrática"

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La operación política- mediática montada a partir de la muerte del fiscal Nisman ha puesto en evidencia la miseria -de la mano de la ignorancia- de la que seremos testigos durante el presente año electoral. Como destacó la Presidenta, la verdadera movida desestabilizadora fue la muerte del fiscal, y no su denuncia (conocidas ya sus inconsistencias e irrelevancia). No obstante, ante los insensatos esfuerzos de la oposición de responsabilizar al gobierno por la lamentable muerte, y sin pretender ser parte de la troupe mediática devenida en Sherlock Holmes, no podemos dejar de hacernos algunas preguntas:
¿Podemos creer que a este gobierno le suma la muerte de la persona más visible, un día antes de su máximo protagonismo? ¿Podemos creer que el ex titular de Interpol, Ronald Noble, desmiente las declaraciones del fiscal porque Cristina ejerce algún tipo de presión desmedida  sobre este Organismo? ¿Podemos dar curso a la idea de que al kirchnerismo le sirve frenar la audiencia de Nisman en el Congreso, visibilizada y amplificada mediáticamente, con la denuncia judicial ya presentada? ¿No sería más lógico pensar que a partir de la muerte del fiscal lo que suceda sea, lejos de la indiferencia, la profundización de la investigación que él llevaba adelante?
 
Por eso y en medio de los ribetes de un caso que, pese a su gravedad institucional, es utilizado por los medios opositores y sus lacayos partidarios para erosionar al gobierno, Cristina Fernández de Kirchner promovió la disolución de la antigua Secretaría de Inteligencia del Estado, para reemplazarla por un órgano bajo supervisión del más representativo de los poderes.
 
La sorpresa fue mayúscula. Asombrados, sin tapas de diarios en las que referenciarse, los líderes de la oposición solo atinaban a balbucear incongruencias sobre la Cámpora, el "cambio cosmético" y cuestionamientos a Gils Carbó. Una vez más, en definitiva,  se quedaron con los cubiertos en las manos, viendo cómo la movida desestabilizadora se les escurre entre los dedos. Nuevamente, el kirchnerismo da un salto hacia adelante y ubica al resto en su habitual papel de meros comentadores de la política real.
 
Será hora de que la oposición cambie de estrategia y abandone la utilización lamentable que persigue buscando una  popularidad que no le termina de dar el pueblo. Trastabilla una y mil veces, jugando a ser hombres y mujeres equidistantes, hablando en nombre de la verdad, pero promoviendo discursos remanidos o conferencias precoces, alimentando la idea del miedo latente, la parálisis institucional y la corrupción generalizada. Gestos para la tribuna y guiños para el multimedio.
 
La Presidenta le ha cortado las alas a uno de los grandes obstáculos para el devenir democrático de nuestro país. La ex SIDE siempre fue una suerte de ente autónomo, con lógicas atemporales que exceden a la política, con más espionaje y operaciones políticas que tareas de inteligencia. Siempre se trató de esas áreas intocables, lugares con los que "no se jode". Pero no. A once meses de terminar su mandato, con más cosas para perder que para ganar, CFK hundió más profundo el bisturí (la primera incisión había sido la designación de Oscar Parrilli y el desplazamiento de algunos de los históricos, como Stiusso).
 
La movida imprevisible, la visión de futuro de un pueblo, la radicalización de la democracia, la pertenencia a un proyecto englobador con ideas claras. Esos son los valores que hacen de la Presidenta la figura central de la política argentina desde hace años y reduce a los aspirantes a la presidencia a ser actores de reparto en los programas televisivos que hacen de la erosión del gobierno su objetivo primordial. Es la diferencia, en definitiva, entre una estadista que ya cambió la realidad de los argentinos (y quiere seguir haciéndolo) y los productos de marketing que solo subsisten gracias al blindaje mediático.

           
 
Legisladora Susana Dieguez
Bloque Néstor Kirchner

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