Un Día de la Madre arbitrario en Guardia Mitre

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Por Nicolás Macias

Entre tantos perjuicios que trajo esta pandemia se encuentra aquel que tiene que ver con no poder encontrarse con los familiares que se encuentran lejos de uno. Si a ello se le agrega una decisión arbitraria, autoritaria e inentendible, al dolor por no poder ver a los suyos, se suma la bronca, impotencia y la indignación.

El intendente de Guardia Mitre, Ángel Zingoni, decidió que el domingo, Día de la Madre, no se va a poder ingresar al pueblo mientras que a quién se permita hacerlo (no sé bajo cuáles parámetros) solo podrá permanecer una hora en Guardia Mitre.

Pareciera que el señor Zingoni no sólo conoce de prohibiciones y restricciones sino también de tiempos de contagio. Con su disposición el mundo se entera de una buena noticia: durante una hora no es posible contagiarse de COVID – 19.

Ironías aparte, los que somos de un pueblo pequeño y tuvimos que seguir nuestro camino en otra localidad, sabemos quizás más que nadie lo que significa la identidad, el arraigo y sobre todo lo fundamental que resulta poder ver a la familia y que la familia nos vea, al menos de vez en cuando. En el caso de esta pandemia, el “de vez en cuando” va acompañado de los cuidados que corresponden.

No queremos ir a Guardia Mitre por capricho, en mi caso quiero saludar a
mi mamá, pero pienso en todos los que cuentan con su madre, su abuela y hasta su bisabuela. Como se puede apreciar, estamos hablando de gente mayor con todo lo que eso significa. Entonces ¿es justo que el señor Zingoni sea el que decida dónde, cuándo y cómo tenemos que pasar el Día de la Madre teniendo en cuenta que más de la mitad de las ciudades y pueblos de la provincia tiene permitido el ingreso y que Bariloche abre sus puertas a un turismo para un número de personas similar a la población de Guardia Mitre?

Hay una cuestión que resulta llamativa: Zingoni, como muchos oriundos de Guardia Mitre, también tuvo que seguir su vida fuera del pueblo. Sin embargo, él sí parece haber perdido el sentido de pertenencia. Vivió más de 20 años en Viedma y volvió para ser intendente y jubilarse como tal. Hace un tiempo podríamos haber pensado que regresó justamente por el sentimiento de pertenencia, hoy esa teoría se diluye.

Hablando de Viedma, funcionarios y allegados a Zingoni viajan permanentemente a la capital provincial, él mismo lo hace y regresa sin realizar la cuarentena. El problema para Zingoni no es eso sino los 20 o 30 hijos e hijas del pueblo que quieren ver a su familia y que él decide no recibir.

Si Zingoni quiere garantizar el cuidado de la comunidad, cosa que no hizo antes, claramente no es esta la manera.

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