*Por Luciana Sabbatella
La práctica
autolesiva es una problemática de salud pública que crece de manera global año
tras año y se caracteriza por ser un tema del cual se evita hablar en las
sociedades. En consecuencia, es difícil adquirir información sobre la
prevención y cómo actuar frente a personas que presentan deseos de morir o han
intentado quitarse la vida.
La Organización
Mundial de La Salud (OMS) indicó en su página web oficial, que hay 800 mil
personas que se suicidan por año en todo el mundo. Además, proporcionó un
relevamiento que señala que se trata de la segunda causa de muerte en los
jóvenes entre los quince y veintinueve años, mientras que la primera son los
accidentes de tránsito, que incluso pueden vincularse entre ellas.
Sin embargo, estas
cifras cuentan con gran dificultad para ser contabilizadas, debido a que es un
problema que tiene carga estigmatizante y que, en consecuencia, se convierte en
tabú. Por lo tanto, la Agencia Sanitaria de Naciones Unidas destacó que existen
casos de comportamientos suicidas que no son denunciados.
Asimismo, la Red
Argentina de Pensamiento Científico presentó junto al Fondo de Las Naciones
Unidas para La Infancia (UNICEF), una guía para periodistas sobre Comunicación,
Infancia y Adolescencia, en la que se cita un Informe de la OMS, con
estadísticas que establecen que más de la mitad de los jóvenes que cursan
estudios superiores secundarios, indican que tuvieron pensamientos suicidas.
Además, desde la
década de los noventa, hasta las últimas estadísticas, la tasa de suicidios en
los jóvenes se ha triplicado y en 2001, cuando las ilusiones que se habían
propuesto en el modelo político y económico en esos años, comienzan a caerse,
Unicef realizó una encuesta denominada “qué piensan los jóvenes”. Estas generaciones expresaron la poca
valorización que se les otorgaba, que se mostraban resignados a permanecer
condenados y que carecían de posibilidades para producir cambios en la historia
del país, con escasas perspectivas de ascenso social.
Por otro lado, la
Dirección de Estadísticas de Información en Salud (DEIS) del Ministerio de la
Salud De La Nación, aportó las últimas cifras en 2014 sobre el suicidio en
Argentina, que indican en ese año hubo 3.340 fallecimientos por esta causa y
que la mayor cantidad de ellos se produjeron entre adolescentes y adultos
jóvenes con 976 defunciones en la franja de 15 a 24 años. Mientras que estos
casos disminuyeron en los adultos, han aumentado en los jóvenes, a comparación
de 2004.
“Antes el promedio
era de quince años en las edades inferiores y ahora eso se redujo a catorce, trece,
doce y hemos visto de nueve años”,
informó el médico psiquiatra Marcelo Rossi, tras analizar las variaciones en
las edades en el último tiempo en el país y agregó que eso significaba para la
familia algo muy difícil de tramitar y la dificultad de tener elementos para
representarse por qué una persona tan joven podía tomar una decisión de esa
naturaleza, lo convertía en un objeto difícil de tratar.
Además, hizo
hincapié en el tabú del problema: “es un tema del cual se evita hablar y se
hace esfuerzo para no hablar, que se esquiva y se esconde”, dijo y afirmó que
la particularidad de este aspecto era que por más que se ocultara y que no se
hablara, tenía efecto sobre las vidas de aquellos que viven en torno a un tabú.
“La muerte de un familiar por suicidio no se menciona, pero no deja de estar
presente cada vez que se habla del fallecimiento de esa persona”, comentó.
De esta manera, han
surgido muchos relatos criminalizadores sobre las víctimas y el psicoanalista
explicó que los prejuicios habían sido por consenso identificados a través de
una enumeración de mitos, que reducen la problemática a una sola causa. No
obstante, rectificó que hablar de causas era complejo y que era preferible
reemplazarla por palabras como, factores, que eran más amplias: “de hecho, la
definición actual de las muertes infligidas, es que son multifactoriales y
corresponden a aspectos multidimensionales”.
El Estado Ausente y
la violencia: “la masa se caracteriza por ser seducida y no convencida”
El cronista de exteriores, Fernando Tocho,
demostró sus preocupaciones respecto a la salud mental y expuso una serie de
estadísticas sobre los suicidios en Argentina. Asimismo, el miembro fundador de
la Subcomisión Interministerial de Abordaje y Prevención del Suicidio en
Adolescencia y Juventudes de la Provincia, Marcelo Rossi, describió el panorama
emocional en la ola de despidos y en la ausencia del Estado como garante de
derechos.
Los casos de
prácticas autolesivas han aumentado de manera significativa durante los años de
aislamiento preventivo y obligatorio debido al coronavirus. El autor del libro Hablemos
del Suicidio, Tocho, comentó que habían notado severas diferencias entre un
período y el otro y agregó que “en la pandemia se han potenciado las cifras,
hoy en Argentina hay un suicidio cada tres horas”. Asimismo, dijo: “hay casi
nueve suicidios por día, siendo más probable que en el país, de las muertes
violentas, el suicidio sea la número uno” y sumó que después venían los
accidentes de tránsito y, finalmente, los homicidios.
El periodista de
policiales de C5N responsabilizó al sector de la política frente a este
conflicto y mencionó que su propuesta no sólo era hablarlo, sino que,
problematizarlo y abordarlo y argumentó que “la respuesta, en parte la tienen
que dar quienes dirigen y del otro lado, hay gente que se está ocupando, que
tiene buenas intenciones y que es responsable con el tratamiento”.
En este sentido, es
imprescindible pensar en el lugar que ocupa el Estado ante la problemática. Sin
embargo, ese espacio carece de presencia en la actualidad y ha generado muchas
emociones negativas y el médico psiquiatra, Marcelo Rossi, lo explicó: “la
angustia se puede generar en tiempos de corrimiento del Estado de su lugar de
garante de derechos, como es el momento que estamos viviendo”.
El autor del libro Sujetos de la Historia ejemplificó que,
cuando se suspendieron las medicaciones oncológicas, hubo numerosos intentos de
quitarse la vida de parte de los pacientes y argumentó que “esa interrupción
extremadamente violenta, desprovista de cualquier nivel de empatía y
solidaridad por parte del Estado generó ese tipo de reacción”.
El asesor técnico de la Dirección de Promoción y cuidados en Salud Mental y Consumos problemáticos de la Provincia de Buenos Aires, analizó las posibles condiciones de suicidabilidad, en el contexto actual del país.
En una entrevista mencionaste que un factor relevante en
el deseo de morir era la violencia simbólica y discursiva que las personas
encarnan. ¿Cómo podés relacionar eso con el momento actual que atraviesa el país?
Con respecto al
suicidio tenemos que saber que es un
fenómeno complejo, que es parte de un proceso en el que se ven involucrados
múltiples factores combinados de tantas maneras singulares, que hace que no se
puedan comparar entre sí.
Son pocos los
denominadores comunes, pero son bien circunscriptos y se pueden describir con
bastante precisión. Uno de ellos es la anomia,
que es una característica de estos periodos, en donde los códigos, las
reglas, las normas, lo legítimo, lo legal y los derechos, se vuelven caóticos.
Se interpreta como la incapacidad de la
sociedad de integrar y regular a sus miembros, caracteriza estos tiempos y
sabemos que ahí , la exclusión de las
personas, del circuito de convivencia, es la regla.
Esta es una forma
de muerte simbólica, de desaparición simbólica de personas y eso es seguido,
por un aumento de los suicidios, que encarnan esa primera muerte simbólica en
una material.
El contexto social,
político y económico, profundiza esta anomia. El discurso mercantilista de
estos tiempos es la lectura más moderna de Robert Merton: la anomia como una
propuesta en clave de existencia de la sociedad que se contrapone con los
recursos que se ofrecen. Por ejemplo, el mercantilismo ofrece el éxito como
meta, pero aleja y restringe los recursos para ese éxito de las personas.
También hay que
destacar que la violencia se volvió explícita y una clave de existencia. Parece
que la crueldad está de moda; el lenguaje utilizado, el desprecio público en
los medios, los mensajes de odio en las redes, se naturalizaron.
La violencia simbólica se encarna en la material, y esta última impacta en forma de simbólica. Entonces, los jóvenes que crecen con la violencia discursiva , son más proclives a encarnarla en sí mismos o en otros.
Vos sostenés que forjar un proyecto personal genera deseo
de vivir. ¿Es un momento complicado para hacerlo?
Cada vez queda más
claro que si no viene de la mano de proyectos de otro, de encuadres colectivos,
es muy difícil de sostener.
En el imaginario de
lo más jóvenes, el cuentapropismo y el trabajo breve, en apariencia
independiente, ser un monotributista precario sin garantías, forma parte de los
proyectos personales, pero sabemos que son de gran debilidad.
Parte de la
recuperación de esas iniciativas colectivas vienen de la mano de la
reconstrucción de culturas y economías regionales, que con tanta prolijidad se
encargaron de destruir las políticas neoliberales y los embates imperialistas
escondidos detrás de eufemismos como el de la globalización.
De hecho, la esperanza
de salir de un momento como este, la deposito en que algo de esto se recobre.
Todavía estamos en una etapa donde la representación del pueblo de sí mismo,
está en crisis.
Cuando esto sucede
y se ve comprometida la capacidad de crítica, las personas empiezan a tener
proclividad a representar dinámica de masas, que, a diferencia de los
colectivos, que tienen una razón identitaria, la masa se caracteriza porque
carece de autocrítica y autoconciencia reflexiva. La masa no es convencida por
argumentos; uno no puede en unas elecciones, convencer a la masa, sino que la
masa, como la describía Freud en su texto Psicología de las masas y análisis
del yo, se caracteriza porque es seducida, no convencida.
La seducción está más
relacionada con un fenómeno hipnótico. Cuando alguien con capacidad reflexiva
ve el personaje que se sincronizó como un presidente autoritario, con
aspiraciones monárquicas, que carece de cualidades mínimas para ocupar el lugar
en el que está, pero logró esa seducción e hipnotizar sobre todo a una fracción joven del
electorado, vemos plasmada esta lógica de funcionamiento de las masas.
La característica de las
masas es que, por un lado, son seducidas hipnóticamente. Es la primera manera
en la que nos vinculamos cuando nuestro aparato psíquico es incipiente, está
naciendo, somos seducidos, hipnotizados por la mirada de quien materniza
nuestra llegada al mundo. Eso después queda porque nos deja la huella que
permite que experimentemos el amor, que tiene un gran componente hipnótico. Nos
enamoramos y desenamoramos, sin poder racionalizar en profundidad por qué
sucede.
Las masas tienen estos
aspectos, que los personajes siniestros saben implementar muy bien. El mejor
ejemplo que tenemos de esto fue el fenómeno nazi, cómo su propaganda sistematizó
tristemente basándose en las enseñanzas que un filósofo, el más importante del
siglo XX, Heidegger, nos dejó.
Más allá de eso, es un
triste gran ejemplo del poder hipnótico que tiene, cuando es “bien”
instrumentado, cómo una población se vuelve ciega y acompaña de forma acrítica
a su líder, inclusive hasta la catástrofe.
La comunicación y
su rol fundamental en la prevención de las conductas autolesivas
Un buen abordaje
mediático sobre los casos de suicido implica una estrecha relación con la
prevención, es decir, los comunicadores cumplen un rol fundamental para evitarlos,
debido a que están en permanente construcción y disputa de sentidos, en donde
forman las opiniones de la sociedad. Por lo tanto, tienen una responsabilidad
clave al momento de hablar sobre esto, ya que influyen en el imaginario social
de las personas.
De esta manera,
como reproductores de sentido deberían cumplir con reglas básicas y éticas para
informar de manera responsable sin violar el Derecho a la vida y a la Salud
Mental. Las noticias que publican en los portales y en los medios de
comunicación, sobre suicidio, se relacionan con el morbo, la criminalización y
la espectacularización.
La comunicadora y cronista de exteriores, egresada de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata, Marcela Ojea, explicó los detalles para abordar un tratamiento comunicacional concientizado sobre las prácticas autolesivas. Es una de las autoras del libro Hablemos del Suicidio, en el que se proporciona investigación y relevamiento de casos en el Gran La Plata entre 2017 y 2019. Además, fue impulsora del Proyecto Municipal de Prevención del Suicido en La Plata.
¿Cómo surge la idea de realizar
un libro de relevamiento de casos?
Fue en 2017 aproximadamente, cuando con Fernando Tocho, laburábamos ambos de cronistas de exteriores, de radios de la ciudad de La Plata y notábamos que había aumentado la cantidad de suicidios en la vía pública, porque desde trabajar durante muchos años, de pronto, nos pasó de que había semanas en las que íbamos y nos encontrábamos con dos o tres fallecidos por suicidios en la vía pública. Dijimos "¿qué está pasando? ¿o siempre estuvieron y no nos dimos cuenta o están aumentando?" y efectivamente cuando empezamos a relevarlos, observamos que venían en crecimiento y después tuvimos un caso emblemático para nosotros, que fue el de una niña de quince años, que se intentó suicidar y finalmente murió en el hospital tres días después, en el colegio nacional.
Eso fue un antes y un
después para nosotros porque nos tocó de manera emocional, nos llevamos mucha
angustia después de esta cobertura.
Nos juntamos a hablar, hicimos catarsis entre los dos y me acuerdo que finalizamos esa charla y dijimos algo hay que hacer, hagamos algo. Así empezó Hablemos del Suicido.
¿Cómo fue el proceso del proyecto municipal de prevención en la ciudad de La Plata?
Una vez que se editó Hablemos del Suicidio en 2020, nosotros nos acercamos con Fernando a distintos organismos nacionales, provinciales, municipales, incluso fuimos a hablar con figuras de la política para ver si nos querían dar una mano en aquel entonces, para que la ley nacional de prevención del suicidio que es la N° 27.130, se implemente. Porque nosotros tenemos una nacional que había estado cajoneada durante muchísimos años y solamente faltaba reglamentarla.
Nuestro primer motivo en aquel entonces era eso, ayudar a que la ley salga para que se pueda ayudar a mucha gente. Lo cierto es que muchos políticos y en este caso una concejal de acá de La Plata, Ana Castagneto, se acercó y nos comentó: “me re contra interesa el tema, me parece que es fundamental trabajarlo” y dijo que quería crear un proyecto para formar un observatorio de prevención de suicidio, incluso una línea telefónica para asistir a las personas que están pasando por un mal momento.
Entonces, con Ana nos
reunimos un par de veces, charlamos, creamos un boceto de proyecto que finalmente
se aprobó. Ya no recuerdo si fue en 2020 o 2021, pero lo celebramos mucho
porque era un gran avance para la ciudad de La Plata.
¿Qué recomendaciones harías
para abordar una cobertura periodística responsable sobre suicidio?
Creo que más que nada el
sentido común; saber que del otro lado cuando se comunica una muerte por
suicidio, hay una persona, una familia y un entorno que la está pasando mal.
Entonces, me parece fundamental, primero ponerse en el lugar del otro y decir ¿qué puedo contar y qué no? , ¿qué ayuda y qué no?, ¿es necesario dar detalles? La realidad es que a la noticia no le suma en absoluto y a las familias que están involucradas en estos casos, las lastimás el doble, revictimiza todo el tiempo.
Entonces, está bueno ponerse en el lugar del otro, básicamente que no hacer lo que no te gustaría que te hagan y ser empáticos con los demás. Hay un montón de cosas que si podemos hacer. Por ejemplo, cuando hay un suicidio es muy importante colocar los números a los que se pueden llamar para recibir ayuda o acompañamiento porque el 135 sigue siendo el número 1; es una ONG que trabaja muy bien, que se llama "centro de asistencia al suicida".
También presentar los signos
de alerta que nos pueden dar cuenta de que una persona está pasando por una
situación complicada y ya se está pensando en suicidio.
Después, contar las
estadísticas, que eso también es muy importante porque nos permiten que se
puedan generar políticas públicas para intervenir en el tema y así reducir la cantidad
de casos que estamos teniendo en nuestro país.
¿Qué otras propuestas llevaron a cabo?
A nosotros se nos había ocurrido como un RCP emocional en las escuelas. Veíamos que hoy en las currículas de las secundarias y primarias se están incorporando distintas temáticas, como, por ejemplo, el RCP tradicional que es ayudar a una persona que tiene alguna situación por la que deja de respirar o el corazón deja de latir.
Decíamos qué importante sería que en materias como construcción de la ciudadanía o donde se dan talleres, poder hablar de RCP emocionales, que significan, por ejemplo, si ven que algún compañerito, amigo o cualquiera en la escuela, está pasando por un momento delicado y yo quiero ayudarlo porque me siento mal por no poder hacerlo, ver cómo le puedo dar una mano, qué decirle, qué no decirle, qué hacer, a quién acudir.
Esas cuestiones
estarían buenísimas porque hoy lamentablemente en Argentina y en todo el mundo,
están creciendo las tentativas y los suicidios en los chicos, cada vez más
chiquitos. Entonces nos parece que la escuela es un lugar fundamental donde se
pueden dar este tipo de herramientas para ayudarlos, ayudarse y ayudar a la
sociedad a poder hablar de estos temas.
Guía periodística
Muchos discursos
afirman que hablar sobre el suicidio podría implicar un efecto contagio, como
si se tratara de un virus. No obstante, hablar sobre ello colabora para
prevenirlo y a través de buena información se puede ayudar a víctimas o a personas
que han tenido pensamiento con deseo de acabar con su vida.
En ese sentido,
existen recomendaciones elaboradas para abordar de manera responsable una
cobertura mediática sobre esta problemática. La guía del Ente Nacional de
Comunicaciones (ENACOM) propone las siguientes prácticas:
En primer lugar,
contextualizar sobre temas de suicidio como una problemática de salud pública e
informar sobre estadísticas, mientras que el segundo consejo se refiere a
entender que se trata de un asunto que puede ser prevenido y por ello, requiere
políticas de prevención.
El tercer punto
expresa: “consultar fuentes especializadas” y el cuarto dice que hay que
respetar la vida privada del fallecido y el dolor de las personas que componen
su entorno. Como quinta recomendación, se propone que “al momento de la
cobertura, evitar el sensacionalismo, la dramatización, que sea un espectáculo y no hay que detallar
el acto realizado por la víctima”.
El ítem número seis
aconseja abordar el suicidio como algo multifactorial, ya que no hay un solo
factor que ocasione el suceso. La siete sugiere transmitir información sobre
que puede haber una asociación entre la depresión y el comportamiento suicida y
que la depresión puede ser una condición tratable.
Como octava
práctica hay que informar con un lenguaje simple y comprensible para todo el
público. La nueve recomienda tener en cuenta que cada suicidio cubierto
periodísticamente se podría haber prevenido a través de las líneas de ayuda o
un tratamiento de salud mental.
El consejo final es
promover coberturas respetuosas sobre los derechos de los niños, niñas y
adolescentes.
Cuadro de
Contexto
Marco legal y
normativo sobre prevención del suicidio
Existen diferentes
leyes, derechos y proyectos, que articulan normativas para evitar y disminuir
el deseo de quitarse la vida.
Por un lado, se
encuentra el Derecho a la Vida, que está detallado en el artículo 3 de
la Declaración Universal de Derechos Humanos y expresa: “Todo individuo tiene
derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”.
Asimismo, es
necesario destacar el Derecho a la Salud, escrito en el artículo 25 de
la Declaración Universal de Derechos Humanos y dice:
1. Toda persona
tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su
familia, la salud y el bienestar y en especial la alimentación, el vestido, la
vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene así
mismo, derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez,
viudez, vejez.
2. La Maternidad y
la Infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales. Todos los niños
nacidos en matrimonio o fuera de matrimonio, tienen derecho a igual protección
social.
Una normativa muy
importante para esta problemática es la Ley Nacional de Prevención del
Suicidio N° 27.130, sancionada el 11 de marzo de 2015:
Dentro del Capítulo
I hay una serie de puntos importantes, como el Artículo 1 que establece:
“Declárase de interés nacional en todo el territorio de La República Argentina,
la atención biopsicosocial, la investigación científica y epidemiológica, la
capacitación profesional en la detección y atención de las personas en riesgo
de suicidio y la asistencia a las familias de víctimas del suicidio”.
El Artículo 2
reglamenta que a los efectos de esta ley se entiende como:
a. Intento de
suicidio: a toda acción autoinfligida con el objeto de generarse un daño
potencialmente letal.
b. Posvención: a
las acciones e intervenciones posteriores a un evento autodestructivo
destinadas a trabajar con las personas, familia o instituciones vinculadas a la persona que se quitó la vida, mientras
que el Artículo 3 expresa que tiene por objeto la disminución, la incidencia y
prevalencia del suicidio, a través de la prevención, asistencia y posvención.
Respecto al
Capítulo III, el Artículo 7 es de mayor relevancia, que dice que la autoridad
de aplicación en coordinación con las áreas respectivas, deberá:
a. Diseñar programas de capacitación destinados a
los responsables en los ámbitos educativo, laboral, recreativo y en contextos
de encierro, promoviéndose el desarrollo de habilidades en los equipos
institucionales.
b. Desarrollar
campañas de concientización sobre factores de riesgo y generación de factores
de protección de a través de los medios masivos de comunicación y otros alternativos.
Además, es
necesario retomar la Ley Nacional de Salud Mental, N° 26.657: sancionada
el 25 de noviembre de 2010 y que en el Artículo 1 del Capítulo I dice que el
objeto de la ley es asegurar el derecho a la protección de la salud mental de
todas las personas, y el pleno goce de los derechos humanos de aquellas con
padecimiento mental que se encuentran en el territorio nacional, reconocidos en
los instrumentos nacionales de derechos humanos, con jerarquía constitucional
sin perjuicio de las regulaciones más beneficiosas que para la protección de
estos derechos puedan establecer las provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
Por otro lado, se
implementó un Proyecto Municipal de Prevención del Suicidio en La Plata, que
involucra los siguientes puntos:
- Prevención
mediante campañas de concientización y difusión.
- Implementación de
dispositivos municipales de acompañamiento y contención.
- La Secretaría de
Salud brindará capacitaciones a los personales municipales referidos a este
tema.
- La Secretaría de
Salud Municipal deberá contar con un servicio telefónico gratuito de
asesoramiento dentro del ámbito de la línea 147 para los ciudadanos platenses.
- La Secretaría de
Salud contará con un dispositivo de acompañamiento y seguimiento para las familias
y/o entornos sociales y afectivos de las víctimas de suicidio y/o intento de
suicidio.
- El programa será
abordado con perspectiva de género y derechos humanos.
- Propone crear el Observatorio Municipal sobre Suicidio para generar estadísticas e información con objeto de implementar políticas públicas y generar conciencia en los ciudadanos.
*Estudiante de la Licenciatura en Comunicación Social y de la tecnicatura en Comunicación Pública y Política , de la Facultad de Periodismo y Cominicacion social de la UNLP
9 octubre 2024
Nacionales