La reacción de la antropóloga Rita Segato durante su conferencia en Viedma, cuando advirtió los reiterados bostezos del secretario general de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN), Luis Vivas, no solo derivó en el pedido de su renuncia por parte del rector, Anselmo Torres, sino que también abrió la puerta a una serie de denuncias de violencia y hostigamiento dentro de la institución.

Entre quienes se animaron a hablar públicamente se encuentra Adriana Epulef, secretaria general del sindicato de trabajadores no docentes, quien aseguró haber sido víctima de violencia simbólica y maltrato sistemático por parte del ahora exfuncionario durante los últimos dos años. “Lo que ocurrió con Rita fue el disparador, pero quienes transitamos la Universidad de Río Negro conocemos las actitudes del señor Vivas”, afirmó en diálogo con Diario La Palabra.

Epulef explicó que el vínculo con Vivas era principalmente en el ámbito paritario, donde ambos representaban a sus respectivos sectores: “Durante más de dos años fui ignorada de plano. Ejercía violencia simbólica sobre mí en cada reunión, me quitaba la palabra, se dirigía a otros interlocutores, nunca directamente a mí, incluso cuando coincidía con mis propuestas”.

La dirigente relató que el proceso de comprensión de esa violencia fue lento: “Yo vengo de una historia donde la violencia fue parte de mi vida cotidiana, y me llevó tiempo entender que esto también era violencia. Una compañera me lo hizo ver en una charla reciente, y desde entonces pude reconocer lo que me pasaba”.

Epulef también mencionó que, tras el episodio público con Segato, otras trabajadoras, docentes y estudiantes se animaron a contar experiencias similares, incluyendo denuncias de acoso sexual. “Este es un hecho que permitió romper un silencio muy largo. Por primera vez, la comunidad universitaria se anima a denunciar”, expresó.

Consultada sobre la situación institucional de Vivas, la secretaria general indicó que “no está claro si presentó la renuncia o si se la pidieron”, y señaló que “la Universidad aún no ha informado oficialmente si su desvinculación incluye los cargos docentes”. No obstante, consideró “una buena señal” la decisión del rector Torres de pedir su apartamiento, aunque advirtió que “eso no alcanza si no se activan los protocolos de género y se investigan las denuncias ya presentadas”.

“Nosotros fuimos la primera universidad pública del país en tener un protocolo de género, en 2017, pero de nada sirve si no se aplica”, remarcó Epulef. En ese sentido, explicó que los mecanismos para abordar estas situaciones están en manos de las Unidades de Violencia de cada sede y del Rectorado, y adelantó que en su caso ya inició un proceso de denuncia “que podría ampliarse en los próximos días”.

La dirigente también integró la Comisión de Igualdad de Género de la UNRN, por lo que estuvo presente el día del acto en el que se homenajeó a Segato. “Yo estaba en primera fila, lo vi todo. Ella lo llamó la atención con respeto, pero él respondió de manera altisonante, como acostumbra. Dijo algo así como que no es que no tenga sentido del humor, lo que no tengo es paciencia con las mujeres. Fue una respuesta cargada de desprecio”, relató.

Para Epulef, el episodio fue una expresión más de un problema estructural: “Cuando alguien no está interesado en un tema, puede levantarse y retirarse. Pero cuando alguien ocupa un cargo de representación en una universidad y actúa así frente a una mujer como Rita Segato, está mostrando un tipo de poder y una falta de respeto institucional que no puede naturalizarse”.

“Espero que esto sea un punto de inflexión —cerró—. No solo para sancionar conductas individuales, sino para que la Universidad se mire a sí misma y deje de tolerar la violencia que ya está instalada en su interior. Lo que pasó con Rita lo expuso todo. Ahora es tiempo de actuar.”