Hay una lectura que pretende ser ingenua u objetiva, pero que en realidad es hipócrita, la cual puede estar representada por las expresiones del propio Macri que afirmó frente al escándalo del intento de detención de Hebe Bonafini algo así como que “que todos somos iguales ante la ley”…
Múltiples hechos de la realidad pone en cuestión si realmente somos todos iguales ante la ley.¿Somos todos iguales ante la ley?. El propio presidente se vio beneficiado numerosas veces por la Justicia, sin tener que presentarse a declarar en múltiples causas, como la de las escuchas, los “Panamá Papers”, etc. No hablemos de los beneficios que tuvo su patrimonio familiar por “negocios” hechos con las dictaduras militares, nunca investigados por la Justicia. Cinco veces no se presentó de la Rua a la Justicia por las trágicas jornadas con víctimas fatales del fin de su mandato y nunca lo fueron a buscar, nadie sabe qué pasó con el escándalo de Niembro, tampoco se conocen los avances de la resonante causa de Papel Prensa, que involucra a dictadores en turbios negociados con poderosos empresarios que circulan libremente por nuestras calles…
Y así podríamos seguir con infinitos ejemplos que ponen en duda si ante la Justicia realmente “somos todos iguales”…
La gran pregunta es por qué la Justicia en algunos casos es tan eficiente y actúa tan rápido, y por qué en otras ocasiones está ausente, es lenta y boba ???
La triste realidad de que nuestras cárceles están llenas de jóvenes de sectores populares es solamente una muestra de quiénes son los que son “ajusticiados” en nuestro país.
Seguramente, se puede inferir que la “Justicia” no es pura ni etérea, sino que es un “campo en disputa” que tanto puede responder a intereses mezquinos y ser funcional a tal o cual sector de poder, a la vez que en contraposición a eso , puede estar también al servicio de la construcción de una sociedad más justa e igualitaria, defendiendo a los que tienen sus derechos vulnerados, el cual debería ser su verdadero aporte a la construcción de una sociedad mejor.
Tal vez desde la recuperación de la Democracia en 1983, la deuda más grande que tenemos como sociedad es que esta construcción de más y mejor democracia, llegue también con toda su fuerza al ámbito de la Justicia. Si bien están ambas opciones de la Justicia: que esté al servicio de los poderosos o que defienda a los más débiles, es evidente que hechos como el de Hebe de Bonafini, el de Milagros Sala y las “omisiones” de su accionar en otros casos que involucran a empresarios y políticos del establishment vernáculo, demuestran que la mayoría de los casos esta Justicia que tenemos hoy, está mucho más cerca de la injusticia, que del desafío de ser un instrumento para la construcción de una sociedad más igualitaria…
16 noviembre 2024
Opinion