En primer lugar, la prolongación del conflicto en el tiempo ha desgastado a los docentes. El gobierno provincial aplicó los descuentos a mansalva, sin discriminación le descontó a los docentes que adhirieron y a los que no. Por las dudas, también le descontó a los que estaban con licencia o quiénes ni siquiera trabajaban esos días. Para el gobierno, que atraviesa un momento muy duro económicamente, ahorrarse unos cientos de millones de pesos le da una bocanada de aire. Mientras tanto, el impacto en el bolsillo de los trabajadores cayó como un gancho al mentón en el noveno round. Ese descuento, en muchos casos fue ilegal, prácticamente le ?robaron? el sueldo a muchos docentes. Pero los tiempos de la Justicia juegan a favor del gobierno. Los fallos suelen tardar más que los conflictos, por eso, será crucial el resultado del amparo presentado por Unter. El miedo a no poder llegar a fin de mes empieza a hacer dudar a muchos docentes sobre la continuidad del apoyo al reclamo. Por otro lado, el gobierno logró un propósito muy bien planificado, poner a un sector importante de la sociedad en contra de los docentes. La divulgación de los inflados sueldos docentes, que hizo el gobierno a través de su aparato propagandístico estatal y rentado, generó un quiebre entre algunos ciudadanos y los docentes. Muchos creen que los docentes cobran muy bien y que no merecen un aumento o que no es justificado hacer tantos paros. A esto hay que sumarle el desgaste que genera en muchísimas familias no poder mandar a sus hijos a la escuela. La estrategia oficial logró su objetivo y para la gestión de Alberto Weretilneck, está claro, que el fin justifica los medios. Por último, las elecciones en el gremio se aproximan y la falta de resolución del conflicto, los descuentos y la incertidumbre sobre los efectos de la reforma del nivel secundario del año que viene ponen contra las cuerdas a la conducción del gremio. Hace algunas semanas, la ministra Silva decía que las medidas tenían un tinte político por éstas elecciones. Habrá que esperar y ver cómo repercute en las urnas. En medio de todo esto están los chicos que siguen perdiendo días de clase, aunque parece lo menos importante a esta altura. Un gran sector de la sociedad culpa a los docentes por esa situación, sin tener en cuenta que es el Estado quién debe garantizar las clases. Pero el gobierno no tiene apuro porque el tiempo, en este caso, juega a su favor. Por su parte los docentes deberán decidir, justamente en épocas de elecciones, si la unidad les dará la fuerza para ganar esta lucha o si el miedo a más descuentos termina desgranando los altos niveles de acatamiento a las protestas y dejando el reclamo sin apoyo.
Ruben Lagrás - Periodista y docente 33.387.137
16 noviembre 2024
Opinion