Por: Cuura Luis García.
La muerte de Tomás,
encontrarlo sin vida a sus 18 años, se convierte en un golpe más, en este año
marcado por la desaparición de tantos jóvenes en nuestra comarca.
Está situación
"anormal" debe cuestionarnos a todos, y preguntarnos qué estamos
haciendo con nuestros jóvenes, qué mundo le estamos ofreciendo, qué conjunto de
valores sólidos en los que se sientan seguros les estamos transmitiendo.
Hablamos mucho de la necesidad
de contar con un proyecto de vida personal que oriente y lleve a una meta
concreta al final del camino .
Pero un proyecto de vida
personal debe estar enmarcado dentro de un proyecto de País, de Provincia, de
Municipio; un proyecto de vida claro y definido en los mayores, que debemos ser
el espejo donde vayan mirando, y encontrándose e ilusionado con la vida.
Encontramos muchos jóvenes
motivados , pero también otros muchos que no. Y en ellos debemos centrar
nuestra mirada y nuestro esfuerzo para ayudarles en su búsqueda.
Una persona para ponerse en
camino necesita primero curar las heridas de su historia. Muchos están
realmente quebrados, destruidos, anclados y con la mente paralizada en
experiencias nada agradables que han vivido.
Por eso se hace necesario
acompañar, estar, marcar, animar, fortalecer, aconsejar, abrazar, escuchar....
No es fácil, por
supuesto. Pero es necesario, si realmente queremos frenar este reguero de muerte
en nuestros jóvenes.
Terminar con la propia vida
es la consecuencia lógica de un mundo interno marcado por el sufrimiento, la no
comunicación, problemas no resueltos, sentimientos no expresados, soledad
asfixiante, vida que se hace insoportable...
Y no se trata solo de
preocuparnos por esta situación, sino de actuar, de embarrarnos, de bajar a la
cancha y jugar el partido de la vida, transmitiendo esperanza.
No se trata de hacer leyes
para salir del paso, presionados más por la realidad que por la humanidad y la
sensibilidad ante determinadas
problemáticas.
No se trata de hacer como
que hacemos , quedando las lindas ideas
encajonadas o en los interminables procesos burocráticos que nunca
aterrizan en nada.
No se trata de mirar la
realidad desde la ventana, criticando y diciendo lo que hay que hacer. pero sin
estar dispuesto a mover un dedo para que las cosas sean distintas .
No se trata de opinología
sino de manos que se comprometen realmente con los procesos de vida.
Basta de ideas. Faltan
acciones . Apostemos a nuestros jóvenes pero de verdad, mejorando una educación
que hace aguas, una políticas sociales que adolecen de creatividad y llegada, y
así transformar realmente la vida de
muchos de ellos que en estos momentos lo necesitan.
Y reivindico la fe como
ingrediente esencial en este momento de la historia. La fe alimenta la
esperanza y anima a hacer camino. Nos ayuda a valorarnos y valorar, a amarnos y
a amar. La fe nos presenta un camino a recorrer en la alteridad y la
solidaridad, dándole un sentido profundo a la vida .
A veces veo con
preocupación, por parte de muchos mayores , esa actitud de querer deslegitimar
absolutamente todo. De vaciar, de destruir , de descalificar pero sin presentar
ninguna alternativa válida y positiva, solo la nada . Y este vacío es muy
peligroso. Y se siente en el ambiente. Y es causa de angustia, de pérdida de
entusiasmo.
Matando los sueños y la
posibilidad de volar , no contribuimos a nada bueno. Al contrario, estamos
poniendo las bases para el absurdo, el sinsentido y la muerte.
Acá se trata de crear vida,
de generar un mundo interior de ilusiones que pongan las bases de una vida
personal y social anclada en la esperanza.
16 noviembre 2024
Opinion