“Siempre nos quedará París”
le dice Humprey Bogart a Ingrid Bergman en el final de Casablanca.
Los radicales siempre
tendremos nuestro 30 de octubre de 1983, los peronistas siempre tendrán su 17
de octubre de 1945, pero es clave que ahora miremos al futuro con ojos que
contribuyan a la convivencia. No queremos convertirnos en "La Estatua de
Sal", aquel pasaje de la Biblia en la que un ángel le advierte a Lot:
"Sálvate. No mires hacia atrás ni te detengas! En ello te va la vida!” Su mujer
quería ver el exterminio de Sodoma. Mira hacia atrás y queda convertida en una
estatua de sal. Es una buena metáfora para entender que debemos los argentinos
volver a tener un proyecto de país, un nuevo paradigma que es lo que le da a un
pueblo el sentido de nación, son los denominadores comunes de cara al futuro.
El año 2019 fue el año con
índices más altos de descontento democrático según el informe del Centro para
el futuro de la democracia de la Universidad de Cambridge. El informe se basa
en el estudio de 154 países y se realiza desde 1995 hasta la actualidad.
Argentina hoy sufre esa encrucijada, los jóvenes de clase media alta o alta se
quieren ir del país y los más humildes se desencantan de la democracia.
La automatización o cuarta
revolución industrial empuja a un fuerte cambio, según la consultora Mckinsey
el 5% de los empleo será automatizado en su totalidad, en tanto el 60% puede
ser automatizado hasta en un 30%. ¿Y cómo reaccionamos ante ello?
Hay que invertir en lo que
nos va a sacar de la pobreza, empezando por la educación. Cuando nosotros
éramos jóvenes, el país nos marcaba que, si estudiábamos, trabajábamos y éramos
honestos íbamos a progresar. Ese país ya no existe y tenemos que recuperarlo La
riqueza de un país en el siglo XXI se mide por el capital humano, la educación,
la ciencia y la tecnología. Argentina está en la necesidad de un cambio de
paradigma de modo que la inversión en conocimiento y educación se conviertan en
una prioridad para que el país se encamine hacia el desarrollo, el progreso y
el crecimiento sostenido en el tiempo.
Está claro que tenemos que
repensar nuestro sistema educativo. A pesar del enorme esfuerzo diario de
docentes, trabajadores y trabajadoras de la educación, la escuela que tenemos
hoy no prepara para desenvolverse en un mundo que depende de las ideas y de la
capacidad de innovar.
Por lo tanto, en la agenda
educativa deben tener un lugar central el desarrollo de la capacidad de aprender
a aprender y las habilidades como la lectoescritura y el pensamiento lógico
matemático, la resolución de problemas complejos junto al desarrollo de la
creatividad, la curiosidad y la empatía.
Necesitamos un proyecto de
país para 46 millones. Hoy el motor de la economía global es la innovación
permanente. La economía argentina en gran parte se basa en exportaciones de productos
primarios o sus derivados en un mundo donde la economía global es la
innovación, la capacidad de generar conocimiento y aprovecharlo.
Hay estudios que afirman que
solamente un 5% de los argentinos piensa que la educación es sinónimo de
movilidad social. La mayoría piensa que en Argentina se logra el éxito por la
herencia, la corrupción o el acomodo.
Tenemos que volver a ese
país donde la movilidad social gracias a la educación era posible. Y para eso
hay que tener un país que tenga un proyecto basado en el desarrollo, en el
conocimiento, necesitamos un clima de época, un paradigma superador.
Y existen otros ejemplos en
nuestra historia: la Ley de Educación 1420 fue un proyecto de país. En 1869 en
Argentina había un 78% de analfabetos, creamos como país un sistema de
educación pública, gratuita, de calidad, igualitaria. Y en 1945 Argentina tenía
menos analfabetos que Italia y España, pasamos de casi 80% al 13% de
analfabetos en el país. Hoy necesitamos una nueva 1420 que nos una como país.
Hoy la mitad de los chicos
en Argentina viven en la pobreza. Vivir en la pobreza genera un estrés mental
que impacta en el aprendizaje. Muchos de nuestros chicos crecen en condiciones
sanitarias y habitacionales precarias, expuestos a ambientes peligrosos para su
bienestar físico y mental. Para poder alcanzar su máximo potencial, el cerebro
necesita crecer en un entorno en el que no solo estén satisfechas las
necesidades nutricionales y materiales, sino también las cognitivas y socioemocionales.
De otra forma, su crecimiento, capacidad de aprendizaje y estado de salud general
se ven comprometidos. Si no partimos todos del mismo escalón, si no tenemos
todos las mismas oportunidades, la meritocracia es una mentira cruel.
Hoy el 35% de los argentinos
siente que le es indistinto vivir en democracia o en un régimen autoritario. La
frustración ha calado hondo en nuestro país, estamos ante una de las últimas oportunidades
de cambiar el ciclo de la desilusión y el desencanto, es el momento de cambiar
el curso histórico del país, ya no hay margen de error. Si Mandela estuvo preso
casi 30 años y cuando salió perdonó a sus carceleros y terminaron con el
apartheid, ¿Cómo no vamos a ponernos de acuerdo en ampliar las exportaciones,
reducir la inseguridad, estabilizar la economía, reconstruir la educación para
que forme buenos ciudadanos preparados para el futuro o garantizar el acceso al
crédito hipotecario?
Ais Nicolas
Afiliado UCR RIO NEGRO
5 noviembre 2024
Opinion