Este domingo elegiremos a nuestro
presidente para los próximos cuatro años. Será el décimo surgido
de comicios libres, en coincidencia con la conmemoración de los
primeros 40 años de democracia ininterrumpida. A la vez, nos
encontramos ante el proceso electoral más trascendente desde
1983.
Este balotaje no sólo define al próximo presidente
sino además un modelo de país y, en definitiva, si queremos seguir
conviviendo en paz, en sociedad o si damos un salto al vacío.
Porque
en esta elección hay dos caminos, no hay tres, ni cinco, ni diez.
Tenemos, por un lado, la mirada de un país en vías de desarrollo y,
por otro, la lógica brutal de la selva del mercado que impone la
derecha.
Argentinos y argentinas: no podemos permitirnos
volver arrastrados por quienes representan el despojo y el pasado a
la fosa oscura de la última dictadura militar.
No podemos
regresar a los tiempos del horror, la desaparición y la muerte que
Javier Milei y sus seguidores reivindican. No podemos; por nuestras
madres, por nuestras abuelas, por nuestros muertos. Provoca pena y
repulsa ver cómo dirigentes políticos se han convertido en
pasajeros de este tren del espanto.
Como dirigente
política, como legisladora y como ciudadana, estoy convencida de que
el pueblo argentino rechazará estas ideas de intolerancia, de
quiebre de consensos y de paz que sostuvimos todos estos
años.
Vienen a despojarnos de la educación y la salud
públicas. A clausurar los servicios del Estado argentino que, aún
con sus falencias que deberán corregirse, son reconocidos y
admirados en la región y en el mundo entero. Vienen a entregar los
bienes públicos naturales, la independencia, la soberanía y la
Justicia Social que son, sin más, aquello en lo que nos reconocemos
y que llamamos democracia.
Vienen a dolarizar y a
destruir nuestra economía. A promover la violencia, la tenencia
libre de armas y el exterminio del que piensa diferente.
Reconocemos
que hay mucho por mejorar, que hay errores por subsanar, pero creemos
en un proyecto que condensa y asegura el porvenir, que cree en la
educación pública y gratuita desde el jardín de infantes hasta la
universidad.
Porque pensamos en la Patria para combatir
la inseguridad. Porque pensamos en nuestros jubilados, en la ANSES,
en la Asignación Universal por Hijo. En la inversión para el
desarrollo, en el incentivo a la producción y al consumo. Porque
pensamos en nuestra Patria Grande.
En un sistema de salud
pública que brinde una cobertura universal y completa para toda la
vida y no en la compra - venta de órganos que proponen Javier Milei
y sus mercaderes.
Pensamos en la Patria cuando decimos
“Estado presente”, cuando decimos Estado igualador, inclusivo.
Cuando pensamos en un Estado que ofrece las mismas oportunidades para
todos y todas. Cuando pensamos en igualdad de derechos.
Si
sufre uno, sufrimos todos. Y es de todos y de todas el bienestar que
podamos conseguir. En otras palabras, pensamos en una construcción
colectiva persuadida de que donde hay una necesidad, nace un
derecho.
Por eso, este domingo pensemos en la Patria,
porque hay horrores de los que no se vuelve. Sabiendo que al
totalitarismo no se lo discute, al totalitarismo se lo combate con
votos.
Al votar, recordemos los 40 años de aprendizaje
que tuvimos como sociedad.
La elección es fácil: es
Sergio Massa o es el fin de la democracia que supimos conseguir.
*
Presidenta del bloque del Frente de Todos.
16 noviembre 2024
Opinion