Nunca nadie que haya llegado
al cargo de Presidente había confesado abiertamente, que a su entender, el
Estado Nación es “el problema”. Porque destruir el Estado no nos hará libres,
simplemente nos expondrá ante el mundo casi como bienes fungibles, una nueva
especie de res nullius en un planeta organizado en torno a países
soberanos.
Marchamos porque no se trata
de estar “en contra”, sino de advertir las consecuencias de decisiones nefastas
y evitar pérdidas que serán irreparables.
Porque gobernar es asignar
prioridades y no puede estar antes la ganancia de un banquero que la comida de
la gente.
Porque la inflación no puede
detenerse a fuerza de pulverizar el salario.
Porque la Cultura, la
Ciencia, el Deporte o el Arte, nunca (jamás) son un gasto, sino la inversión a
través de la que un pueblo se expresa, se identifica, se distingue y crece.
En poco más de un mes, el
gobierno de Javier Milei devaluó en más del 100% la moneda, quitó subsidios,
subió tarifas, frenó la obra pública, desfinanció al Estado (tanto Nacional
como a las provincias) y desprotegió a todo inquilino, consumidor o usuario. El
precio de los alimentos se dispara día a día, pero aún más se le adelantan los
medicamentos. Hay una confesa pretensión de asignarle a la recesión la
estrategia para frenar los precios (macabra convicción, la de pensar que “no
hay inflación en los cementerios”).
En nuestra historia
democrática jamás tuvimos un gobierno tan disociado de la realidad, tan ajeno
al padecimiento, tan insensible y brutal.
Ganar el balotaje le otorgó
la legitimidad para el ejercicio del Poder Ejecutivo, no la adquisición llave
en mano de un país (que le avisamos: no está en venta). Ser el Presidente le da
facultades para administrar los recursos del Estado, no la suma del Poder
Público, ni el cúmulo de facultades con que los constituyentes contaron en la
conformación de la república. También por esto marchamos, para recordarle
conceptos tan básicos que parecen habérsele olvidado; premisas tan antiguas
como sus recetas económicas del siglo XIX.
Buena parte de la sociedad
argentina lo votó con la esperanza de un cambio. Pero ese cambio debe serlo en
la mejora del conjunto, no en la aniquilación de todo lo que a su criterio
configura “un gasto”. Cuando hablamos de Patria, País o Estado, no nos
referimos a cifras, variables o estadística, sino a personas, individuos,
ciudadanos. Existencias reales que comen, sufren y sienten; no son likes, ni
visualizaciones; son angustias de padres, pies descalzos y pancitas que chiflan
si no hay pan sobre la mesa.
Marchamos por la
responsabilidad histórica que importa proteger la soberanía y por la
sensibilidad social de cuidar a los que menos tienen. Marchamos para advertir
sobre las consecuencias que pueden ser aún más gravosas y para intentar
corregir desequilibrios que se profundizarán de seguir el curso de las cosas.
Marchamos porque es nuestro país el que están rifando, en un experimento en el
que (como diría Serrat) "juegan con cosas que no tienen repuesto”. Por
todo esto, y tantas otras cosas, el 24 de enero marchamos!
Nicolás Rochas
Apoderado Frente Renovador
Distrito Río Negro
16 noviembre 2024
Opinion