Se emprende de esta forma el camino que llevará a este cura serrano a la veneración en los altares. Mucho antes fuentes de la Iglesia explicaron que la causa “estaba paralizada por sus giros verbales (malas palabras) y por ser un conspicuo fumador”.
Ambas cosas son ciertas en parte. Algunos de sus biógrafos afirman que Brochero “era muy mal hablado y fumaba muchísimos cigarrillos de tabaco en chala”.
También se cuenta que usaba palabras como “joder” y “caracho” (carajo) para acercarse por medio del lenguaje a la gente, a pesar de haber sido un hombre culto, egresado de la Universidad de Córdoba y amigo del ex presidente Juárez Celman.
Se debe destacar como decía el negro Fontanarrosa que no hay palabras buenas ni malas y que “carajo”, según algunos estudiosos, aludiría a una pequeña canastilla que se encontraba en lo alto de los mástiles de los antiguos navíos españoles, lugar de gran soledad, y que era considerado como un castigo a quién se designaba para vigilar desde ese incómodo sitio.
Con respecto al “vicio” de fumar, se sabe que era más adicto al rapé que al tabaco en chala.
Un soneto de Belisario Roldán, que tiene la notable particularidad de estar escrito sin usar adjetivos,(tal vez el único en lengua española), describe de cuerpo entero al buen sacerdote de las sierras cordobesas, pero eso sí destacando el hábito del rapé, o sea de aspirar el tabaco en polvo.
Bordeando la sierra jinete en su jaca,
Va el fraile Brochero leyendo el Breviario;
Debajo del brazo sostiene una estaca
Sobre cuyos nudos se enrosca el rosario.
Luce una sotana de cura vicario
Color de ratón… A intervalos saca
Algo del bolsillo, y el Devocionario
Su lugar entonces cede a la petaca
Donde está el rapé…toma su sorbito,
La guarda otra vez, se arregla el sombrero,
Suspira, sonríe, y en el infinito
Puesta la mirada, puesto el corazón,
Bordeando la sierra va el cura Brochero
Bajo su sotana color de ratón.
El padre Ricardo Noceti en su ameno libro “Santos, protagonistas de la vida” cuenta la más famosa de las anécdotas del cura Brochero. Dice que “La zona de San Alberto estaba habitada por gente temible: entre ellos “el gaucho”·, como lo llamaban, un cuatrero muy famoso por sus correrías. Brochero quiso convertirlo y para ello deseaba llevarlo al retiro de Ejercicios Espirituales, fue en busca de él a su refugio de las cumbres gigantes. Llegó el cura. El “gaucho” Seco asomó y al instante lo apuntó con su trabuco. Brochero, con la misma rapidez, sacó el crucifijo y le dijo:”Este es el que te busca, pero antes dame unos mates que estoy agotado”. Se sentaron y entre mate y mate, el temido “gaucho” le contó su vida. Logró Brochero que haga un retiro espiritual y se reconcilie con Dios con una confesión dolorosa de toda su vida”.
Brochero finalmente murió al contraer la lepra y sus palabras fueron “He podido pispear que viviré siempre en el corazón de mi gente”. Y seguramente no estaba nada equivocado.
Jorge Castañeda
Escritor - Valcheta
16 noviembre 2024
Opinion