Del '76 al '82 fueron tiempos de censura, represión, oscurantismo; fueron los años del "no te metás"; años en los que nos decían, sin la opción de disentir, qué teníamos que pensar.
Después de la dictadura más atroz que vivió la Argentina, el país recuperó el Estado de Derecho y se enfrentó a la enorme tarea de recomponer una sociedad que había sido devastada por el Terrorismo de Estado.
Desde la sanción de la Ley Sáenz Peña en 1912, la vida democrática se está desenvolviendo sin interrupciones desde hace tres décadas.
Los argentinos nos sentimos reconfortados y con ánimos de celebración.
La democracia es el escenario político más propicio para la participación y la ampliación de derechos. En la historia argentina de las últimas décadas, esta condición está íntimamente vinculada al rol decisivo que tuvieron los organismos de derechos humanos por el modo en que reconstruyeron un mínimo piso ético para la vida en común a través de su lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia, aun en tiempos de dictadura.
Hoy, el presente nos convoca a reflexionar cómo conjugar las ideas de Democracia y Nación, como un modo también de preguntarnos por la articulación entre representación política, proyecto económico y soberanía. Si después de la experiencia del Terrorismo de Estado y la guerra de Malvinas, la idea de Nación y también la de Patria quedaron comprometidas por el modo en que las usó la dictadura, estos treinta años revelaron que, sin el marco de una idea democrática de Nación, la vida en común corre serios riesgos de perder el sentido.
En todos estos años, recobramos fuerzas y afirmamos que no hay Democracia sin Patria, en una dimensión Latinoamericana. Y no hay Escuela posible sin Bandera.
Pensar estos 30 años de Democracia constituye un enorme desafío para las escuelas como espacios centrales de lo público. La enseñanza del pasado reciente pone a la escuela en la difícil situación de abordar, desde una responsabilidad ética y política, algunos temas complejos que la sociedad aún no tiene resueltos, porque siguen siendo objeto de debate y disputa pública.
Reflexionar sobre estos 30 años de Democracia implica asumir la decisión de abordar el desacuerdo, las tensiones y los conflictos. Los contenidos y las formas de enseñanza se retroalimentan: discutir sobre la democracia pone a prueba el carácter democrático de la práctica docente y nuestra participación ciudadana. Al tocar temas complejos como éstos, será necesario atender, con especial cuidado, el lugar de la palabra del otro, lo que permitirá acercarnos a una multiplicidad de voces que prescindan de un discurso único y autoritario.
La Democracia y la escuela forjaron, en los últimos años, una fuerte relación. En algunos de los momentos más complejos de estos últimos treinta años, la escuela se sostuvo como referencia organizacional e institución territorial frente a las necesidades de la población. Es decir: además de enseñar, resistió, dio de comer y amparó a los más humildes. Los docentes pusieron el cuerpo y las escuelas se hicieron cargo de asuntos que el Estado había dejado a la intemperie. En el presente, la situación es bien distinta. Hoy podemos, además, asumir el desafío de educar en una variada gama de temas, entre ellos, todas las aristas de la experiencia democrática de estos treinta años.
Las instituciones educativas ocupan un lugar privilegiado para abordar un sinfín de nuevas preguntas sobre la Democracia, un lugar que quizás ningún otro centro productor de conocimiento pueda asumir. Las nuevas generaciones que habitan las instituciones educativas nacieron, en su mayoría, durante la Democracia. Las nuevas preguntas y respuestas que puedan formular serán de una gran riqueza para pensar la Argentina reciente.
En este sentido, el Ministerio de Educación y Derechos Humanos de la provincia de Río Negro viene desarrollando políticas educativas de inclusión y participación como fundamento para la consolidación de la Democracia, construyendo espacios de participación activa de los estudiantes, de los docentes y de toda la comunidad educativa: Consejos Escolares con participación de padres y estudiantes, Parlamento Juvenil, Centros de Estudiantes, entre otras cuestiones, donde el ejercicio mismo del derecho a la participación y a opinar construye ciudadanía y consolida la Democracia.
Debatir, participar, construir colectivamente un proyecto educativo emancipador, como fundamento para el desarrollo democrático de un pueblo, es debatir y consolidar un proyecto político para la inclusión y la justicia social desde una Cultura de Derechos Humanos.
Una cultura que entre 2003 y 2013 ganó una década en Educación y Derechos Humanos; y que en 30 años marca diferencias sustanciales.
Hace 30 años, la obligatoriedad de la escuela era de 7 años. Hoy es de 14.
Hace 30 años, los genocidas de la última dictadura militar cometían los peores crímenes de lesa humanidad. Hoy están presos o siendo juzgados en tribunales civiles, con los mismos derechos y garantías que cualquier ciudadano argentino.
Hace 30 años, "el silencio era salud". Hoy la Suprema Corte de Justicia determinó la constitucionalidad de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Hace 30 años, el país iniciaba el proceso de asumir las consecuencias de una guerra sin sentido. Hoy somos garantes de la paz en Latinoamérica y participamos de espacios multilaterales que condenan las acciones bélicas contra otros países.
Hace 30 años, se produjo caída del salario real, aumentó la desocupación, la concentración económica y la desindustrialización. Hoy la pobreza registra un índice del 4,7%, el más bajo desde 2003; la indigencia es del 1,4% y la desocupación, del 7%.
Y lo más importante es que todo lo que hicimos, por lo que tanto trabajamos en estos 30 años, sentó las bases para ir por más, de la mano de que cada uno puede decir siempre lo que piensa y siente, sin censura ni persecución; en un país donde, como dijo nuestra Presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, "nunca hubo tanta libertad de expresión".
Vamos por más Derechos Humanos; más y mejor calidad educativa; más justicia e inclusión social.
En tiempos de Bicentenarios, con democracia y entre todos, sigamos educando más y mejor en Derechos Humanos.
Por Marcelo Mango, Ministro de Educación y DD HH de Río Negro
16 noviembre 2024
Opinion