Los medios opositores se regodean ante el surgimiento de Sergio Massa. Después de haber esperado tantos años el despegue de un líder que pueda hacerle frente al kirchnerismo, y la diferencia de casi 12 puntos con el candidato de Lomas, parece cerrarles definitivamente. ¿Será suficiente, entonces, para hablar de fin de ciclo?
Una de las características del kirchnerismo es la capacidad de recuperación ante la presión y la adversidad; el resurgir a través de saber leer las demandas sociales, y actuar en consecuencia. El inicio de la presidencia de Néstor Kirchner es uno de los ejemplos. Recordemos que asumió con el 22,2 % de los votos y el porcentaje de desocupación alcanzaba el 25 %. La Argentina vivía una de las crisis económicas y sociales más fuertes de su historia. Pero, como buen conductor político, Kirchner fue conteniendo el malestar y supo retomar el ejercicio del Estado, consolidándolo de manera presente y sólida, como ordenador de las políticas socioeconómicas. La defensa de los Derechos humanos, la conformación de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, el fortalecimiento de los procesos políticos regionales, la política de desendeudamiento con el FMI, la regulación laboral, etc, etc.
Todas estas conquistas se efectuaron en los primeros tiempos de su gobierno y lograron revertir el descontento que existía en relación a los políticos, haciendo que su índice de popularidad suba de manera inesperada, redefiniendo socialmente el concepto de política como única herramienta posible para la transformación.
Otra de las derrotas que supo interpretar el kirchnerismo fue la del 2009, con Francisco De Narvaez, también en una elección parlamentaria. Los medios volvían a hablar del “fin de la era K”. Y Néstor y Cristina, con el coraje y la valentía que los caracteriza, jugaron la carta de la Ley de Medios de Comunicación Audiovisual, dando batalla al monopolio e instalando en la agenda pública la apropiación de Papel Prensa, el manejo y la manipulación de los medios y hasta la postura golpista que algunos de ellos expresan permanentemente (ante el rencor que mantienen hacia un Gobierno que los expuso después de tantísimos años).
Después del 27 de octubre, es necesario resurgir nuevamente. Aunque no fue una derrota -porque el FPV mantiene la primera fuerza a nivel nacional y conserva las mayorías parlamentarias-, no se puede soslayar el importante caudal de votos de Sergio Massa en la provincia más importante del país. Y ante el nuevo mapa político post electoral, el multimedio se relame vaticinando, una vez más, un “fin de ciclo”. En realidad, deberían hablar de fin de mandato, nunca de ciclo: la experiencia de Dilma Rousseff en Brasil es un claro ejemplo de la continuidad de un proyecto político.
Además, de presidenciable a presidente (por más obvia y absurda que resulte la aclaración) hay una gran diferencia. Y no sólo Massa salió fortalecido: hay aspirantes en Capital, Santa Fe, Mendoza, Córdoba, etc. Viendo las experiencias de los últimos años, las fuerzas de la oposición tienden a dispersarse, privilegiando los proyectos individuales, en desmedro de la efectiva vocación de poder (prueba de que esos vedettismos no están superados son los primeros roces entre Macri y Massa, con las urnas aún tibias).
El camino hasta octubre del 2015 es largo: no basta sólo con el establishment a favor y el visto bueno del monopolio mediático que presenta tapas con besos apasionados, (el fallo de la Corte Suprema sobre la Ley de Medios, por otra parte, promete disputas más democráticas en lo mediático). Quienes quieran llegar con chance, deberán construir poder desde el territorio -a diferencia de una banca-, armar con gobernadores que movilizan, con intendentes que suman, negociar, contener, saber conducir; no les será sencillo. A los eventuales interlocutores políticos no les bastará con embellecimientos municipales, promesas sobre la inseguridad y la inflación o discursos en contra de la supuesta confrontación.
No subestimemos, entonces, a nuestra fuerza política y su gran capacidad de recuperación, que siempre supo consolidarse bajo presión y redefinir el rumbo ante el reclamo social. Tampoco minimicemos la política confundiendo realidad con expresión de deseo, ni mucho menos ignoremos el sentir popular y la fuerza que representa un Proyecto colectivo que ha transformado la realidad de hombres y mujeres, construyendo una Patria más justa, solidaria, comprometida y, por sobre todas las cosas, fortalecida y plena de derechos.
Por Susana Dieguez, legisladora
16 noviembre 2024
Opinion