Por caso Cipolletti, el fenómeno meteorológico nos ha hecho ver lo que fuimos dejando librado a la buena de Dios; son los barrios creado por las tomas de tierras, sin que atináramos a enfrentar el problema y asumirlo, mas allá de las nocivas conductas de algunos políticos.
La solidaridad de nuestros conciudadanos ha puesto una vez mas paliativos a la desesperante situación de muchas familias, que debieron afrontar con lo puesto y pocas pertenencias, la impensada y extraordinaria tormenta que afectó la región. Un crecimiento desordenado, mas allá del acierto del Distrito Vecinal, origina respuestas espasmódicas y desordenadas. La realidad y su transformación presupone acciones comprometidas y creativas a sabiendas de que no solo hablamos de adultos, sino de jóvenes y niños en situaciones de riesgo.
También quedaron en evidencia la falta de obras de infraestructura como desagotes apropiados, mantenimientos de calles y vías de comunicaciones en condiciones y la necesaria y útil presencia de las otroras Juntas Vecinales, que alertaban problemas y ponían en evidencia situaciones de sus vecinos. Ni hablar del adormecido Consejo de Planificación, escasamente convocado.
Párrafo especial para las Juntas Vecinales. Desactivadas, ignoradas, por los gobiernos municipales, en una maniobra muy clara orientada a evitar a las organizaciones de base. Como si fueran estratos molestos para el gobierno de turno. Y tal vez lo sean, para aquellos que miran con temor o desconfianza que los vecinos se junten, discutan sus problemas y peticionen soluciones a quien corresponde.
De haber existido, las Junta Vecinales hubieran advertido la necesidad de ayudar a quien lo necesitaba y hasta pudieron orientar las asistencias y las soluciones. Por ejemplo, hubieran advertido la obsolesencia de la planta depuradora de líquidos cloacales y que estamos contaminando los cursos de agua; que el necesario tercer puente con Neuquén sufría atrasos por la mala gestión de Caminos del Valle y la complicidad de Vialidad Nacional y el organismo de control de concesiones viales, que también se acopla con las demoras en la remodelación de la ruta 22 y su comunicación con Neuquén, acumulando una demora de mas de 20 años en la construcción del complejo vial.
Es posible, que las Juntas Vecinales nos hubieran alentado a protestar por las demoras, teniendo en cuenta que Cipolletti es la ciudad mas perjudicada que solo recibió como “beneficio” los peligrosos accesos a avenidas de ingreso incluidas en la licitación de los puentes y alguna que otra reparación tardía de la circunvalación.
Tal vez estos olvidados organismos vecinales nos hubieran pedido mayor énfasis en lograr el tren interurbano para Cipolletti y evitar demoras y accidentes a diario.
Y seguro hubieran reclamado, pasado un año de la finalización del cobro del peaje, que levantaran al mamotreto que quedó como recuerdo de la pésima gestión de la empresa vial que mantuvo ese cobro, muchos años mas de los estipulados por contrato.
También creo que seria bueno analizar un Concejo Deliberante con mayor representatividad de fuerzas políticas, para controlar, ayudar y acicatear a un Ejecutivo que pareciera que tiene pocos ojos para advertir las crecientes necesidades de la población, como pueden ser el déficit en el sistema cloacal.
La cosmética embellece, es cierto; pero no puede ni debe ser el eje de una gestión. Hay que abrir zanjas y aguantarse “la pelusa”, si queremos una ciudad organizada y sin carencias de servicios básicos.
Estos organismos que nos están faltando, nos hubiera señalado que no es bueno para nadie la quema de basura a cielo abierto y la ausencia de un horno incinerador de residuos peligrosos, como tuvimos en algún tiempo.
¿y el cuidado del ambiente, para el futuro? La primera carta orgánica le daba esa responsabilidad a los gobernantes. Y hablando de este punto tan sensible, como se entiende que la Isla Jordan, el principal espacio de recreación, siga siendo contaminado y su desarrollo urbanístico, siguiendo un desorden absoluto.
Un municipio no es una empresa particular que debe arrojar ganancias o superávit para ser exitoso. No hay que buscar superávits, tal vez para hacer “colchón financiero” para una próxima campaña electoral. Hay que administrar bien e invertir mejor en lo que el pueblo necesita. Hubo épocas de bonanza, para las arcas municipales, pero sin embargo también ha sido necesario endeudarla a la comuna y paralizar obras importantes, como el edificio del Centro Cultural, sobre la avenida Fernández Oro.
Acepto que sea muy lindo tener el frente de la casa con parques y jardines; bonito, prolijo. Pero esa belleza no puede lograrse a costa de las carencias en el patio trasero y en otras partes de la propiedad, porque en algún momento sentiremos las incomodidades.
16 noviembre 2024
Opinion