Se modifica el escenario político argentino y algunos no lo quieren ver

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Lo que para gran parte de la sociedad asoma como una instancia esperanzadora, para el gobierno es un elemento que sólo merece comentarios descalificadores e irónicos. Cuestionan el origen diverso de los integrantes de FAUNEN, cuando es el kirchnerismo el verdadero fracaso con aquello que llamaban “transversalidad”. UNEN en el ejercicio más democrático quizás, utiliza las primarias para erigir a sus candidatos, tan lejos de la selección a dedo que practica el oficialismo una y otra vez.
Mostrando solamente una explícita intención de desprestigiar indistintamente a referentes como Hermes Binner, Elisa Carrió o Pino Solanas, el kirchnerismo reacciona en forma desmesurada frente a la prensa y frente a la sociedad toda, con chicanas y agravios.
Esta actitud revela una llamativa falta de identificación de los problemas, ausencia de gestión y una alarmante fatiga para tomar responsabilidades y ejecutar políticas.
Con acusaciones desafortunadas no se corrige el rumbo de un gobierno. Hay que salir de esa presunción de que todo está bien y asumir que se necesitan urgentes golpes de timón para que millones de argentinos puedan tener una vida mejor.
Y si senadores, diputados y dirigentes del gobierno deciden empezar a ver la realidad tal como es, notarán que el FAU existe. Es más que un hecho concreto. Es también un sentimiento que de a poco va achicando grietas, va zanjando diferencias, va instalando la idea de que en un gobierno normal, no se roba, no se oculta, no se miente, no se demoniza, no se amedrenta. En un gobierno como la gente no se culpa, no se estigmatiza, no se menosprecia.
El FAU existe. Y gracias a ello, existe también una esperanza renovada de no negar la realidad. Está entre nosotros el sentimiento de que un gobierno sin autocrítica llega a su fin. Y con él, las filípicas de los hábiles declarantes que no quieren ver las cosas como son.
 
MAGDALENA ODARDA

 

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