Es curioso el resurgir mediático de ciertos economistas devenidos en opinólogos, con ínfulas académicas, especulando y retroalimentándose entre sí, como sujetos activos de lobbies, quienes en la actualidad se solazan dando cátedra y explicando las recetas a seguir por nuestra presidenta. Ellos, los autores del blindaje y el megacanje que, como bien dijo Cristina durante su último discurso, fueron la estafa financiera más grande en la historia argentina.
No olvidemos a los responsables de aquellas decisiones:
- El ex secretario del Tesoro de los Estados Unidos, vicepresidente del Credit Suisse First Boston e ideólogo de la operación del megacanje, David Mulford. Este banquero tenía un pedido de captura internacional -emitido por el juez federal Sebastián Ramos- que quedó revocado sin que haya prestado declaración indagatoria en el expediente.
- El inefable titular de la cartera de Hacienda del gobierno de Fernando de la Rúa, Domingo Felipe Cavallo, quien se encuentra procesado por esta causa a la espera del juicio oral.
- El ex presidente del Banco Ciudad, Federico Sturzenegger, actualmente diputado nacional del PRO, recientemente sobreseído. El juez federal Ramos lo había procesado por el delito de negociaciones incompatibles con la función pública, entendiendo que se interesaron en un negocio que favoreció a terceros, en este caso, los bancos, lo que produjo un aumento en el monto de la deuda en 53 mil millones de dólares.
Nuestra presidenta nos ha planteado el significado del fallo de manera muy clara en términos políticos y el kirchnerismo afronta este desafío con la cohesión y la convicción de las grandes batallas. La oposición, en cambio, aunque unánimemente insiste en el pago efectivo (aun sabiendo que eso nos llevaría al default), ve su futuro sembrado de incertidumbres.
Efectivamente, quienes aspiren a manejar los destinos de la Argentina, estarán condicionados por la férrea lógica de renegociación y desendeudamiento sostenida durante once años. En caso de suceder al kirchnerismo, se enfrentarán, entonces, a un arduo problema: ¿Cómo poner en marcha una nueva matriz económica? Incluso pensando en proyectos antipopulares como los que ellos impulsan, resultaría inviable la gobernabilidad en medio de recortes, ajustes y recetas externas.
Los análisis sesudos de aquellos que hoy miran la economía como si fueran ajenos a ella, disfrazados de neutrales -funcionando como meros operadores políticos- han quedado en evidencia: representan los intereses financieros más concentrados, revitalizados por el fallo buitre. Durante los últimos años estuvieron acallados por el exitoso proceso de negociación con reestructuración de la deuda (tanto en 2005 como en 2010), que ha hecho de Argentina un referente en quita de deuda a nivel internacional. Todo en el marco de aquel planteo de Néstor Kirchner, cuando exigió en el seno de la ONU tiempo para crecer y poder pagar lo que gobiernos anteriores habían generado.
El sendero ya está trazado: nunca más volveremos a ser una nación que negocia con sus acreedores a costa del hambre de su pueblo. Y esto no es una expresión de deseo o un discurso demagógico. El rumbo de los últimos años ha modificado el lugar de nuestro país en el mundo. Demostramos voluntad de pago, pero en condiciones de negociación justas y resguardando, siempre, los intereses de la Patria.
16 noviembre 2024
Opinion