No es intención recordar por qué se llegó a esta situación, sino ver dónde se pueden encontrar los paliativos desde el estado, al menos para aliviar en parte el desalentador panorama.
Gobiernos provincial y nacional tienen mucho que ver con esto, pero también aquellos organismos del estado o vinculados a él, que deberían anoticiarse que en este valle pasan cosas graves en la economía y que no deben seguir mirando para el costado como en el juego del don pirulero.
Días pasados hablábamos de la necesidad que la empresa de Energía intentara un esfuerzo para hacer menos onerosas las facturas que llegan a los productores y a las empresas más pequeñas, hasta pasar el agudo ahogo que sufren estos actores.
Otro organismo que debería apuntar su atención a la gravedad de la crisis de la economía regional más importante de la provincia, es la AFIP que además de ejercer una presión tributaria casi insostenible para una actividad castigada, ejerce su rol recaudador a rajatabla, planteando intimaciones, embargos y otras yerbas del mismo almácigo, que empeoran con crudeza las alicaídas cuentas de sus demandados.
Hubo promesas de moratorias, gestiones oficiales para ese objetivos y anuncios varios en esa dirección , que hoy en medio de la tormenta lejos de cristalizarse , se demoran inexplicablemente llevando casi día más zozobra a la angustia y desánimo del sector.
Si bien en estas horas todo se tiñe de campaña, hasta las protestas, no debemos olvidarnos que más allá de las elecciones la crisis avanza, y no es una más, es la más grave que afronta el sector y a la larga o a la corta, como ya sucede, afectará los bolsillos de la gente, sea cual sea su actividad y también a las arcas provinciales. A la AFIP aclararle que aquí se produce fruta y no soja y que hoy la actividad está en crisis y que por ahora el petróleo está lejos de ser la panacea esperada por la presencia de Vaca Muerta y su presunta fábrica de dólares frescos.
16 noviembre 2024
Opinion