El progresismo que se relata no es tal. No se compadece con su apoyo al gran capital transnacional y el golpe de gracia que se está asestando a la destetada “oligarquía”, representada por miles de pequeños y medianos productores de alimentos. Este comportamiento ya no se puede tomar como circunstancial, de coyuntura o pasajero”.
Los discursos se inflaman de conceptos grandilocuentes, que suenan bien en los oídos de miles, tal vez millones de argentinos. Hablan de derechos, reivindicaciones nacionales, conceptos profundos sobre soberanía e independencia económica. Todo cabe en el relato engañoso.
Pero todo se viene al suelo y se desparrama como un tambor lleno de hipocresía, apenas se analizan algunas decisiones de gobierno y el juego de alianzas estratégicas que arma y la contracara en donde ubica a los sectores que hay que combatir por oligarcas , poderosos y hasta golpistas.
Allí encolumnan sin muchas distinciones a los sectores de producción primaria, agricultores, ganaderos de todos los niveles y fruticultores de variada gama y rangos.
Entre las alianzas se colocan en primera fila las grandes multinacionales de hidrocarburos como Chevrón, que logra hasta “precios sostenes” para el petróleo; las mineras que extraen y exportan en bruto, sin valor agregado, destrozan el ambiente y ponen en riesgo al recurso más importante que es el agua dulce. También Monsanto entra, entre las preferencias oficiales, con su amplio curriculum de degradación ambiental.
Curiosa paradoja y llamativa contradicción de este progresismo contemporáneo.
Para las grandes multinacionales del mundo, hay subsidios para mantener la extracción y comercialización del petróleo; para los chacareros solo promesas y destratos, engaños y abandono.
Y en el término chacareros, no solamente involucro a los productores de la región norpatagónica, porque la misma o parecida situación diferencial, la sufren los de Cuyo y los del Noroeste y Nordeste.
Se incluye a todos los generadores de producción primaria, que son los que multiplican empleo, inversión, valor agregado, alimentos para el mercado interno y divisas desde los mercados internacionales a los que abastecen.
Este comportamiento ya no se puede tomar como circunstancial, de coyuntura o pasajero.
Es evidente a quienes se acompaña y a quienes se desdeña.
El progresismo que se relata no es tal.
No se compadece con su apoyo al gran capital transnacional y el golpe de gracia que se está asestando a la destetada “oligarquía”, representada por miles de pequeños y medianos productores de alimentos.
Jorge Ocampos
Legislador Provincial Bloque CC-ARI.
2 de julio de 2015
16 noviembre 2024
Opinion