La inestabilidad laboral a partir de los 45 años es un hecho que nos hace repensar las políticas de gestión en recursos humanos desde nuestro rol de Estado. Debe garantizarse el acceso a fuentes de trabajo para los Baby Boomers -nacidos entre 1946 y 1964- que se encuentran en actividad, y a los primeros representantes de la generación X -nacidos entre 1965 y 1980-, que transitan una forzosa salida laboral por falta de oportunidades y falsas especulaciones de los privados.
Desde mi equipo de trabajo hemos enfocado en un nuevo análisis del tema, que resuelva la problemática de su re-inserción laboral. Debemos adoptar una postura favorecedora para incluir al sector, que además, sea enriquecedora para la organización pública y privada.
Hay que cambiar el paradigma vigente, ya que no sólo hablamos de socorrer grupos desfavorecidos y personas en riesgo de exclusión. Propiciar un lugar adecuado para los nacidos entre 1950 y 1970, se traduce en mejoras cualitativas y cuantitativas a la hora de conformar equipos de trabajo.
Sólo en la integración de capacidades, los distintos exponentes generacionales podrán explotar sus fortalezas en torno a un ambiente sustentable y beneficiado por las diferentes experiencias de cada sector.
Es importante destacar que, a partir de los 45 años, una persona cuenta con importantes ventajas para desempeñarse en un puesto de trabajo, entre ellas: madurez, experiencia vital, sensatez, mayor grado de especialización y destreza en determinadas áreas, estabilidad, constancia y lealtad a la organización.
No obstante existen injustificados desfasajes que no toman en cuenta sus competencias. Sucede por una visión peyorativa de los trabajadores que aspiran a conseguir estabilidad y calidad de vida. Ello mueve a las empresas a optar por su prescindencia, prefiriendo contratar fuerzas más jóvenes, con más tiempo disponible pero no por eso, con mayor capacidad.
16 noviembre 2024
Opinion