A los problemas ambientales generados en cada uno de los accidentes registrados en poco mas de un año, deben sumarse roturas de acueductos, la circulación de vehículos pesados por los caminos rurales, algunos de ellos asfaltados, hidrocarburos volcados a cursos de agua que van hacia el rio Negro junto a líquidos cloacales y otros residuos, conformando un paisaje desolador en la zona donde a la actividad actual se agregarán nuevos pozos extractivos.
Hay que sumar a este panorama, los daños en viviendas, muchas precarias, ocasionados por la circulación de camiones pesados y la aparición de problemas de salud de habitantes de los barrios circundantes por la quema de combustible y gases en horas nocturnas.
Debe tenerse en cuenta que muchos de los pobladores del lugar, son trabajadores rurales precarizados por la situación que afecta a la actividad frutícola, que ha devenido en tareas ocasionales en muchos casos.
Los barrios del lugar, como costa Blanca, calle Ciega, costa oeste y este son los que de una u otra manera reciben los efectos nocivos de esta creciente actividad, que hasta el momento no son tenidos en cuenta ni por las empresas que operan en la zona ni por el estado que permanece ausente, salvo cuando se registra algunos de los incidentes con explosiones, roturas y derrames.
Nuestros peones rurales, hombres y mujeres, algunos recolectando cebollas en un emprendimiento cercano, merecen ser tratados con la justicia social que se pregona, porque son los primeros afectados de la cadena de desentendimiento que ha llevado a nuestra principal actividad primaria, al estado terminal en que se encuentra.
La escuela 172 ubicada en la zona, también recibe los efectos nocivos de esta multiplicada presencia extractiva, rodeada en el lado oeste por un canal portador de líquidos contaminantes de diverso origen que desembocan en el rio.
Nosotros nos oponemos al método de fractura hidráulica por ser absolutamente nocivo, pero aquellos que reciben con alegría su emplazamiento tras el beneficio de los petrodólares, deberían ocuparse para que los daños ocasionados sean afrontados por sus causantes y lleguen a aquellos directamente perjudicados en su calidad de vida, en forma más que evidente y palpable, para hacerlos además visibles, primero como seres humanos y luego como ciudadanos.
16 octubre 2024
Opinion