Con espíritu combativo, la abanderada de los humildes sembró la esperanza de una Justicia Social para sus descamisados, adultos mayores, niños y mujeres de la patria.
"Yo no quise ni quiero nada para mí. Mi gloria es y será siempre el escudo de Perón y la bandera de mi pueblo. Y aunque deje en el camino jirones de mi vida, yo sé que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la Victoria", dejó trazado en las líneas de su último discurso del 17 de octubre.
Su vida interpretó a la de un pueblo silenciado y encarnó con su ejemplo la lucha por una sociedad más igualitaria. La primera peronista de la nación argentina, llevó el estandarte de las conquistas sociales, políticas y económicas junto al movimiento que revolucionaría la política argentina.
Con sus jóvenes años entendió que para avanzar por los derechos de las mujeres, los niños y los trabajadores primero era necesario conquistar las banderas del justicialismo y por ello trascendió su rol de mujer, al entender que de nada valdría un movimiento femenino en un mundo sin Justicia Social.
Como ella y Juan Domingo Perón nos enseñaron: “para concretar los cambios estructurales y trascendentales es necesario contar con el apoyo de las grandes mayorías; ya que sin las masas no habría lugar para las transformaciones profundas”.
En una apuesta a la integralidad, Evita evidenció la necesidad de involucrarse en la Argentina profunda, en cada región y localidad, olvidada y desamparada, para avanzar por la causa nacional.
Siempre será recordada por todos nosotros y continuaremos con su legado para recoger su nombre y llevarlo como bandera ?de la victoria.
Senadora Silvina García Larraburu
16 octubre 2024
Opinion