Karen Álvarez, las adolescentes tuteladas y corrompidas por el Estado, José Luís Nicola, Paulina y Félix Ochoa, Cristian Aguilar y otros tantos nombres que se suman a otros que los antecedieron, y se sumarán a los que los precedan hasta tanto el Poder Ejecutivo no intervenga de manera efectiva, activa y comprometida, y deje de ser un mero espectador que siempre se pone a disposición de las entidades o familias afectadas sin asumir que constituye parte fundamental de esa totalidad denominada Estado compuesto también por la Justicia y el Poder Legislativo. Estos delitos vinculados con muertes, abusos, robos, desapariciones y cuestiones aberrantes, más tarde o más temprano se transforman en una sombra que acompaña a la comunidad y marcan su historia.
Cuando estas responsabilidades (indelegables, propias del ejecutivo), centradas en los deberes de un estado que debe estar presente desaparecen, se omiten o se desechan, lógicamente se generan espacios, huecos, intersticios que son ocupados rápidamente por organizaciones que poco tienen que ver con las garantías que ofrece un Estado. Obviamente, estas organizaciones se vinculan con los reflejos primitivos de una sociedad, con la ruptura del contrato social y por ende, con la irrupción del crimen organizado, cuya metodología responde a instintos puramente coactivos. Y en todos esos casos son los vecinos de Viedma quienes padecen sus consecuencias.
En la mayoría de los casos, la violencia requiere de un componente para que pueda proliferar de manera fecunda: por acción u omisión, la complicidad del Estado. En estos casos poco puede hacer el ciudadano de a pie, el eco del “Asco y la Bronca” de vecinos auto convocados se diluye con el tiempo y la inacción judicial, las marchas por pedido de justicia y aparición con vida se desvanecen ante la inexpresiva mirada del Estado y los atropellos institucionales de carácter intimidatorio se esfuman con la reparación de mamposterías nuevas que reemplazan a las calcinadas y el rearmado de expedientes judiciales.
Viedma necesita, merece una respuesta a cada uno de estos vecinos, hermanos, hijas, amigos que la violencia nos ha arrebatado una atención real y comprometida de todos nosotros, representantes del estado. Interpélennos, reclámennos, no evitemos la mirada ya no mas.
Evelyn Rousiot
16 noviembre 2024
Opinion