Hablar de casualidades, entonces, sería empezar a ocultar los problemas, a dilatar la búsqueda de soluciones para lo cual hay que encontrar las causas. Una actitud muy común de los argentinos.
El “trencito” generó entusiasmo, por cuestiones emocionales y por la necesidad de recuperar y tener un servicio de transporte de pasajeros complementario al automotor; pero se pretendía y se pretende, con toda la razón, que fuera mejor, más seguro, más previsible y ajeno a algunas circunstancias muy comunes en la zona, como son los cortes de rutas y puentes interprovinciales.
El “trencito” tiene dos formaciones o dos coches-motor, lo que fue presentado como una previsión para el caso de falla de uno de ellos. Pero ya ocurrido que los dos quedaron averiados y fueras de servicios, en forma simultánea.
En menos de 60 días, cientos de vecinos de Cipollettti y Neuquén habían incorporado al tren, como el medio de transporte diario; incluso amoldaron su rutina a su funcionamiento, porque tenían seguridades de que todo marcharía bien. No ha sido así.
Si el trencito fuera una concesión privada, ya se le estaría cayendo con dureza con las cláusulas de incumplimiento. Pero es el Estado el administrador, con malos antecedentes en la materia, lo que no debe ser un concepto aceptado como irreversible.
Pretendemos que el Estado tenga buenos administradores, con prioridad absoluta en buenas prestaciones para el bien común.
El “trencito”, habilitado con precisiones de plazos y fechas, fue un producto electoral. Todos lo sabíamos. Pero todos interpretábamos que para que ese producto no se volviera “un pelotazo en contra”, se tomarían los recaudos elementales, que desde el punto de vista económico representa una ínfima inversión respecto del costo de un cochemotor.
Los que conocen el mundo ferroviario aseguran que está faltando una adecuada previsión y provisión de respuestos, porque cuando se rompieron vidrios de las ventanas de una máquina hubo que esperar que los mandaran desde otras provincias; o los componentes de las cajas de cambio, que aparentemente serían los desperfectos más comunes. También deberán tener personal capacitado para las reparaciones.
El funcionamiento del “trencito”, con varias frecuencias diarias y con posibilidades de incrementarse, debe estar impactando en el estado de las vías, que han tenido un mantenimiento básico durante décadas. Por lo que será bueno que se acentúe el trabajo allí, por seguridad de los servicios de estos días, pero para preparar la estructura para la intensificación del tránsito ferroviario, que seguramente se logrará en los próximos años.
16 noviembre 2024
Opinion