El gobierno de Arturo Illia, con sencillez, firmeza y claridad, apuntaba a recuperar principios básicos de la república y de la vida digna de los argentinos.
Decencia en la gestión de los funcionarios públicas, estrictas pautas de austeridad y republicanismo, recuperación de los sistemas públicos de salud y educación para consolidar una necesaria justicia social, respeto internacional mediante una sólida política de relaciones con el mundo, recuperación de la plenitud de la vida democrática con el levantamiento de proscripciones, respeto por las autonomías provinciales, como elemento básico del menguado federalismo, etc.
Pero esa actitud no fue comprendida ni por el grueso de la sociedad, ni por los factores de poder que veían riesgoso que un gobierno de estas características, se consolidara hacia el futuro.
Y llegó el golpe cívico militar, con los militares como instrumentos de corporaciones empresarias, sindicales y algunos políticos, y de buena parte de los medios de comunicación.
Y con ese golpe, la decadencia de la Argentina avanzó varios escalones e incluso tuvo mas velocidad. Luego llegarían otros proceso, por todos conocidos y sufridos, que nos han impulsado hasta hoy, con un país y un pueblo ganado por la degradación de valores, la corrupción generalizada y el vaciamiento cultural, y de sueños y proyectos.
Hoy, se agiganta el legado de Illia, con solo decir que llegó pobre al gobierno y se fue de igual manera; que su vicepresidente, murió pobre en un hotel de tercera categoría y sin mas patrimonio que su historia.
Repasar el legado del gobierno y la personalidad de Arturo Illia, nos permite encontrar recetas adecuadas, para sanear muchos de los males estructurales de hoy y recuperar objetivos, sueños y proyectos, de la mano de gobernantes que garanticen lealtades con su pueblo.
16 noviembre 2024
Opinion