Vemos con alarma, que se va generando un clima adverso para toda la vida económica de la Patagonia. Consideramos que, lo que para algunos son incómodos subsidios, para nosotros son compensaciones justificadas.
Es obvio que nuestras economías regionales no tienen tal vez el poder de llegada o la influencia en los centros de toma de decisiones del que disponen Buenos Aires, Mar del Plata y Bahía Blanca (las principales “afectadas” por los reembolsos a nuestros puertos) pero no podemos resignarnos y guardar un silencio cómplice.
Sólo un dato de referencia esbozado días atrás por el secretario de Pesca de la provincia de Chubut, Alberto Gilardino, cuando aseguró que eliminar los reembolsos sería catastrófico para la pesca de su provincia, porque los costos son un 30% superiores a los de Mar del Plata.
Más acá, en San Antonio Este, nuestro puerto funciona al 30% de su capacidad operativa y necesitamos que siga siendo rentable y competitivo. De junio a diciembre, durante la temporada baja, mantiene un plantel estable de 200 personas, mientras que en temporada alta llega a las 350. La temporada baja es tan baja, que pasa un barco cada 40 días con suerte.
Los reembolsos entre otras cosas, son un remedio a un mal que hace décadas afecta al país: "el centralismo".
Necesitamos tener nuestros puertos fuertes, trabajando todo el año, que sirvan de herramientas para el desarrollo de la región, y no dejarlos librados a su suerte. Es obvio que los costos de puertos con los volúmenes de negocios que tienen Buenos Aires o Bahía Blanca son mucho más competitivo que uno de la Patagonia, pero necesitamos puertos vivos, para que ingresen los insumos que necesitará Vaca Muerta, y para que nuestras producciones regionales (también con fuertes desventajas comparativas marcadas por mayores costos y distancias), tengan puertas de salida a los mercados de ultramar.
Este año han comenzado a exportarse desde Río Negro vinos a Europa, jugos por contenedor, lana de nuestras ovejas y pollos a China en volúmenes pequeños. Pero cuando intentamos ponernos de pie y desarrollarnos, vienen una vez más a intentar relegarnos, planteando obstáculos, falta de previsibilidad y seguridad jurídica a productores y empresarios, a los que les cuesta el doble producir, tanto por la aridez de nuestros suelos, como por lo adverso del clima, las enormes distancias y los mayores costos de la vida en general.
El Jefe de Gabinete, Marcos Peña, durante un encuentro de la Coordinadora de Industrias de Productos Alimenticios (COPAL), ha dicho que se podrían eliminar los reembolsos portuarios en diciembre.
El subsecretario nacional de Puertos Jorge Metz, también habló de “desequilibrio” con otras regiones y planteó la necesidad de “corregirlo”.
No queremos creer en la lógica de quien grita más fuerte para imponer su razón, porque el lobby de los puertos bonaerenses seguro gritará más fuerte; por eso esperamos que la razón y el federalismo prime en este tipo de decisiones.
Recién a fines del año pasado se volvieron a reinstaurar los reembolsos, que para la fruticultura representan unos 15 millones de dólares al año.
Pero ni siquiera nos dejan tiempo para acomodarnos que ya vuelve la incertidumbre, porque dicen que los reembolsos “le quitan competitividad” a los puertos bonaerenses. Puertos que tienen soja, trigo, maíz, pesca, y operan casi todas las importaciones que ingresan al país.
El puerto de San Antonio acondicionaba y despachaba 650.000 toneladas al año de frutas hasta hace poco, y hoy apenas llegan a las 180.000 toneladas por temporada. San Antonio opera en promedio, ni un barco al mes en la baja temporada. Por eso no entendemos de qué desequilibrio y competencia desleal se habla. Los volúmenes operados por nuestro puerto claramente no son competencia (y mucho menos desleal) para los puertos bonaerenses, ni tampoco parecen poder ser generadores de ningún "desequilibrio".
Mucho cuesta mantener nuestros puertos activos, y es un gran desafío para las provincias patagónicas que estos sigan operando. No creemos ser una amenaza o competencia desleal para nadie. Creemos que esa mirada es injusta y sin fundamento.
Es necesaria una mirada estratégica que permita un crecimiento igualitario, y no seguir fomentando un país concentrado.
16 octubre 2024
Opinion