Por Osvaldo Mario Nemirovsci*
El maltrato Institucional a las Personas con Discapacidad en Argentina
es política oficial del gobierno y es crueldad personal de los funcionarios de
la ANDIS/Agencia Nacional de Discapacidad.
Las PcD enfrentan, sistemáticamente, el abandono de políticas públicas que contemplen sus necesidades. El Estado argentino a través de su actual gobierno violenta leyes nacionales e internacionales que deben asegurar y garantizar derechos a las Personas con discapacidad. Milei, Caputo y Sturzenegger son los responsables de reducir programas esenciales y dejar sin terapias, medicamentos y asistencia a miles de argentinos con algún tipo de discapacidad.
Se ha burocratizado al extremo todo trámite para acceder a pensiones o para sacar y renovar certificados de discapacidad, y los interesados deben pasar situaciones humillantes para demostrar sus niveles de discapacidad. No existe la mínima voluntad política para resolver esto.
Los inaceptables y canallescos dichos de Diego Spagnuolo director de la ANDIS hablando con la madre de un niño con autismo: “si vos tuviste un hijo con discapacidad, es un problema de la familia, no del Estado”. ¿Por qué yo tengo que pagar peaje y vos no? son muestras claras del desprecio que tienen por este espacio vulnerado de la sociedad. Son discriminatorios e insensibles. Estigmatizan y dan valor a estereotipos muy peligrosos.
En lo legal no cumplen con la Ley de Discapacidad /22431 y agregan un desfinanciamiento al área que quita subsidios a personas y a organizaciones civiles que acompañan a las PcD.
Argentina firmó la Convención sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad (ONU), pero incumple sus compromisos.
La actual conducción de ANDIS, en la figura del impresentable Spagnuolo,
lo poco que hace lo enmarca en una visión asistencialista y muy limitada,
alejada de los estándares internacionales.
No está de más
recordar la Resolución 187/2025 de ANDIS, publicada en el Boletín Oficial, que
generó un escándalo al incluir términos despectivos como “idiota”, “imbécil” y
“débil mental” para clasificar a personas con discapacidad, lo que fue calificado como un acto
discriminatorio y un error derivado del uso de terminología obsoleta.
Son las bestias de Milei puestas en cargos de importancia en la función pública. Son la crueldad en la gestión del Estado. Las políticas recientes, como la revisión de pensiones no contributivas con criterios restrictivos, han sido percibidas como un intento de reducir el apoyo estatal, afectando a un colectivo históricamente vulnerado.
La retórica oficial y las políticas actuales no solo deslegitiman las
luchas por la inclusión, sino que refuerzan barreras sociales y económicas,
profundizando la exclusión de un colectivo que merece respeto, equidad y acceso
pleno a sus derechos.
Y por fuera de lo que “hace” y “no hace” la ANDIS existe tambien una
cotidianeidad compleja y dolorosa para las PcD ya que en la mayoría de las
ciudades que viven no cuentan con la infraestructura urbana suficiente para sus
manejos personales y en los hospitales se carece de recursos para su atención,
las escuelas no tienen en su mayoría docentes capacitados para una educación
inclusiva, el transporte es bastante inaccesible y limita la autonomía de
movimiento de miles de PcD.
Agreguemos que falta empleo inclusivo, no se cumple con la obligación
legal del cupo para PcD y eso sostiene una marginalización económica que impide
todo desarrollo.
Es urgente dotar a la ANDIS de una dirección de profesionales con empatía y experiencia y echar ya mismo a políticos (y encima insensibles) puestos ahí como pago de favores.
Exigir estos derechos no puede ser una interminable batalla contra burócratas especialistas en crueldad y cinismo (como Spagnuolo, pero tambien como Sturzenegger y Caputo que limitan partidas presupuestarias y se creen “piolas y modernos” al eliminar subsidios y pensiones).
Hoy las PcD viven verdaderos calvarios, ellos por su desatención y sus familiares por tener que reiterar una y mil veces, reclamos por sus derechos.
Puede que esto tenga algún antecedente (no tan extremo desde ya) en
gobierno anteriores, ya que las PcD en general e históricamente han sufrido
invisibilidad por parte de las autoridades, pero nunca como hoy donde la
situación actual en el área, es una vergüenza y un muestrario de incapacidad de
gestión y de descompromiso con los que más precisan el apoyo estatal.
Las Personas con discapacidad merecen políticas concretas, no discursos
vacíos ni funcionarios que las revictimicen.
Sobre Diego Spagnuolo
solo cabe recordar aquella frase las abuelas cuando decían que “de un burro solo
se puede esperar patadas”, (es una expresión idiomática que, en general, significa que no se puede
esperar nada bueno de alguien que es considerado torpe, maleducado, o de poca
inteligencia).
Diego Spagnuolo, bruto y necio. Obtuso y
zopenco, sin duda que le iría bien la consigna que les gusta a los libertarios:
“Spagnuolo es Milei”.
Sin duda que lo es.
*Ex diputado nacional – PJ/Río Negro
13 junio 2025
Opinion