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Dos décadas atrás el gobierno nacional dispuso que “ramal que para, ramal que cierra” expresión que patentizaba la decisión de desguace de la red ferroviaria y una clara definición por optimizar el transporte por carreteras. El déficit ferroviario y el ajuste de las políticas de la época dejaron al país y a Río Negro sin trenes.
El gobierno de la provincia de entonces decidió mantener el tren, y yendo más lejos lo modernizó. Por esta razón Río Negro primero, Tucumán y Buenos Aires después mantuvieron los servicios. Así se creó Servicios Ferroviarios Patagónicos (SEFEPA) en una época en que además de trenes la provincia manejaba sus propios seguros (Horizonte) su puerto (SAE) sus aviones (SAPSE) su tecnología (ALTEC), su yacimiento de hierro (HIPARSA) , su energía (ERSA), en un marco que contrataba con las políticas nacionales privatizadoras impulsadas por el peronismo.
Luego de veinte años el tren tiene su razón de ser intacta, con su vigencia social y económica indiscutible que no debe confrontar con los objetivos turísticos, sino más bien complementarlos.
Los problemas de aquellos años también siguen intactos: vías obsoletas y carísimas de reparación, trochas ensanchadas por los años de uso, el escaso material rodante disponible y la dependencia de decisiones interprovinciales que todo lo demoran.
Por acometer este desafío es que saludamos con satisfacción la decisión del gobierno rionegrino, a través del Ministerio de Obras Públicas, de recuperar el tren, símbolo de nuestra esencia, y necesidad permanente de todos los rionegrinos.
16 noviembre 2024
Opinion