Si acordamos en la urgente necesidad de promover de inmediato, sin dilaciones, empleos para los rionegrinos, no puede, no debe haber un intersticio que permita que se pierda ni uno de los puestos de trabajo que ya existen.
Particularmente debemos referirnos a los puestos de trabajo que genera la producción intensiva de cebolla en nuestro Valle Inferior, el de Guardia Mitre y el de Conesa ya que a partir de la Resolución 668 del Ministerio de Agricultura, Ganadería y pesca de la Nación, el acondicionamiento, etiquetado y embolsado de la cebolla que obligatoriamente se realiza en los Galpones de nuestras localidades, hoy, si la exportación es a países limítrofes, esta indiscutible fuente de trabajo puede trasladarse a los puestos de frontera.
Podrá argüirse que se trata de apenas 300 o 600 o mil puestos de trabajo en Río Negro. Ahora que si tenemos en cuenta los peregrinajes a Buenos Aires para sostener una cincuentena de puestos de trabajo en la pesca de Sierra Grande, o las gestiones para obtener el beneficio del programa de Reconstrucción Productiva para la industria de la carne o la hotelería y gastronomía barilochenses, relativizar la cuestión parece como mínimo, una muestra de ignorancia.
Mediante un proyecto de comunicación hemos solicitado “Al Poder Ejecutivo Provincial, Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de Río Negro que vería con agrado ejerza las facultades conferidas por la Ley de Ministerios Nº 4794, exigiendo al Ministerio de Agricultura Ganadería y Pesca de la Nación la inmediata derogación de la Resolución Nº 668/ 2013, por sus efectos altaente negativos sobre la actividad de acondicionamiento y empaque de cebolla fresca en los valles Inferior, de Guardia Mitre y de General Conesa”, sin embargo, es imprescindible confrontarnos en el análisis.
No es sencillo imaginar cuales pueden haber sido las motivaciones nacionales de una normativa que atenta contra el empleo en Río Negro. Si parece fácil entender que en un contexto nacional alguien relativice el número, la cantidad de puestos de trabajo que se pierden. No parece posible que la dirigencia política se llame a silencio porque ese silencio convalidaría un eventual desmerecimiento por el prójimo, por los otros, por esos que podrían quedarse sin empleo.
Muchas veces las disputas domésticas, el calor de una campaña, la intemperancia juvenil o el juego corto de la política urgente, nos ponen en veredas opuestas vociferando cosas de las que, luego, no hay retorno.
Que no sea la indiferencia por la dignidad del otro, una de las cuestiones que nos separen a quienes militamos en el campo popular. La dignidad de cada ciudadano rionegrino tiene que ser una lucha incuestionable en la que debemos estar hermanados. No podemos, ni debemos, permitir que exista una mínima posibilidad de que se pierda un solo puesto de trabajo.
Legislador Darío Berardi
16 noviembre 2024
Opinion