El ocaso de la fruticultura en el Alto Valle

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Hoy la pera -y pronto la manzana- inunda tristemente las rutas de la provincia como claro símbolo de una economía devastada y olvidada hace años. Me cuesta entender como rionegrino que la democracia haya vuelto hace 32 años y que desde ese momento a la fecha, hayan desfilado tantos gobiernos y ninguno se haya preocupado por aunque sea mantener (nótese que siendo condescendiente no solicito si quiera mejorar)  la principal actividad económica que afecta a esos cientos de familias cuya fuente laboral está directa o indirectamente relacionada con la fruta. Otra cuestión que tampoco deja de asombrarme, es que se diga con tanta liviandad en los medios de comunicación que el 50% de la producción de manzanas y el 60% de la de peras quedará en las plantas.

¿Qué es lo que ha fallado? La falta de previsión a la hora de diagramar y ejecutar políticas duraderas que protejan la competitividad de la fruta, el otorgamiento de beneficios, créditos y subsidios necesarios para preservar a los pequeños productores, el facilitar el acceso a la tecnología que hoy, ya en el siglo XXI, es inconcebible que no esté presente en cada chacra pero sobre todo, que el Estado haya relegado en manos de privados el futuro de esa economía regional y que no haya designado un Ministro al frente de la cartera de Agricultura, Ganadería y Pesca.

En esta línea quiero destacar al Proyecto de Ley presentado en noviembre del año pasado por la Senadora de nuestro espacio, Magdalena Odarda, quien luego de haber escuchado durante años las necesidades puntuales del sector, comenzó a promover la creación del Instituto Nacional de la Pera y la manzana (INPYM) con el fin de fortalecer cada una de las etapas productivas y en el que se tuvo en cuenta la sustentabilidad de todos los actores involucrados: entidades de productores y de obreros rurales, el sector empacador exportador y las cooperativas afines a la producción.

Hoy el petróleo pretende reemplazar la producción de las frutas que nos dan reconocimiento mundial lo que  significaría hipotecar el medioambiente y la vida de los rionegrinos.
 
Andrés Alvarenga. Vicepresidente CC ARI Río Negro.

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