Cada vez más economistas rechazan la idea de que un mayor PBI signifique mayor bienestar para los ciudadanos. Puede subir el PBI y a la vez aumentar las desigualdades. La simple búsqueda del PBI, sin tener en cuenta otros objetivos, no conduce a la felicidad, sino que lleva a grandes desigualdades en la distribución de la riqueza y del poder.
La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) también ha iniciado un proceso de reflexión pues los 50 años de progreso económico no han hecho que las personas se sientan más felices. Por ejemplo, en Estados Unidos, según la Encuesta Mundial de Valores (investigación global que explora los valores y opiniones de la gente a través del tiempo y su impacto social y económico) la satisfacción vital se ha estancado desde los años setenta. Si bien el consumo ha aumentado sensiblemente, no sucede lo mismo con el bienestar de los ciudadanos pues a cambio de ello deben trabajar más horas, disponen de menos tiempo y se declaran menos felices. Los beneficios de unos mayores ingresos desaparecen si estos se logran sacrificando el tiempo libre que se dedica a pasatiempos personales o a compartir con la familia y los amigos.
Hasta ahora el modelo de progreso ha sido medido por la cantidad de bienes materiales que una persona o sociedad podía almacenar. Si en todo el mundo se extendiese una tendencia consumista a niveles similares a los observados en la sociedad norteamericana, entonces necesitaríamos más de tres planetas para que la raza humana pueda sobrevivir en el mediano plazo. Es por esta razón que se hace necesario buscar nuevos modelos de desarrollo; Uno de ellos, se basa en medir la felicidad de las personas a través del índice denominado Felicidad Interna Bruta (FIB). Conviene especificar que la felicidad es entendida en un sentido amplio, refiriéndose al grado en que cada persona está satisfecha con su vida. Esta satisfacción surge de la vivencia de experiencias afectivas (emociones, gozos y sufrimientos), hedónicas (placeres y dolores) y evaluativas (logros y fracasos). Las personas realizan apreciaciones globales de su vida con frases como “estoy a gusto conmigo mismo”, “estoy satisfecho con mi vida”, “soy feliz”. Por ello, es razonable preguntar a las personas acerca de su felicidad. El estudio de la felicidad reconoce que el bienestar es subjetivo, pero afirma que esto no es inconveniente ni para su medición ni para su estudio científico. Lo importante es hacer la medición del bienestar con base a la opinión de la persona. A partir de ahí es posible investigar, antes que conjeturar, acerca de sus factores explicativos. Mientras que los modelos económicos convencionales se preocupan por el crecimiento económico de la nación, el Índice de Felicidad Bruta se basa en el desarrollo social humano
Este constituye un nuevo modelo que propone medir la riqueza de las naciones por el bienestar real de los ciudadanos y no por el volumen de dinero que logra producir una sociedad en conjunto. En la sociedad actual el éxito se mide por la cantidad de dinero acumulado y la felicidad de las personas, elemento fundamental de toda nación, es simplemente un dato secundario ni siquiera investigado. Este concepto mide el bienestar de los ciudadanos basándose en la calidad y garantía de educación para los ciudadanos, en el acceso a la asistencia sanitaria, en el resultado de buenas políticas públicas, ausencia de corrupción, en la conservación de los recursos naturales, en la buena relación social y de paz existente entre los ciudadanos.
La felicidad se logra a través de una estrategia equilibrada frente a la vida. Como ciudadanos, una vez cubiertas nuestras necesidades elementales, sólo seremos felices si la búsqueda de mayores ingresos no reemplaza nuestra dedicación a la familia, los amigos, la comunidad y la realización personal. Como sociedad, no basta con la aplicación de políticas económicas solamente para que los niveles de vida, expresada solo en bienes materiales, aumenten, ya que se profundizará la brecha entre ricos y pobres. Si no que simultáneamente deben reconstruirse los valores y lazos comunitarios que definen a una sociedad civilizada y que otrora nos caracterizara como país, como lo son la justicia, la división de poderes, la igualdad de oportunidades, la distribución del ingreso, la confianza entre los argentinos, la salud física y mental y la sostenibilidad ambiental, entre otros.
María Jesusa Izaguirre
Lic. en Economía
Partido Socialista Río Negro
Centro Socialista Valle Medio
Secretaria de Economía Social
16 octubre 2024
Opinion