Muchos millones de pesos invertidos, otros tantos estiman para su terminación, pero nadie asume la paternidad de la criatura. Y como todo lo que no tiene respuestas, es fuente de conjeturas. Que existen problemas en las bases, que hay que elevar algunos metros el techado final, que lo que resta para la terminación es muy costoso y otras especulaciones que rayan en lo absurdo, como que el problema sería la paternidad de la criatura y los consecuentes laureles. Más allá que a la luz de la indefinición, cada vez aparecen más marchitos.
Lo cierto y concreto es que los recursos destinados y a destinar provienen y provendrán del erario público y no son propiedad ni del intendente, Abel Baratti, ni del gobernador, Alberto Wertilneck, que hoy tienen el mandato de administrarlos correctamente y estamos hablando de una obra que estiman supera largamente los 30 millones de pesos.
El sólo enunciado del costo, le pone por sí solo una dosis de asombro y de irresponsabilidad en el proceso de construcción y terminación de semejante emprendimiento hoy paralizado.
Es más que obvio que alguien tiene que explicar las causas de esta demora, en una obra en la que los cipoleños pusieron muchas expectativas cuando se colocaron los primeros ladrillos hace ya varios años. Por lo pronto y dejando entrever que la cosa no pasa por el corto plazo, se ha visto en los últimos tiempos hermosear con algunos retoques el actual centro cultural sobre la calle Tres Arroyos.
Pero lo cierto y más allá de conjeturas y especulaciones, es que la ciudadanía merece una explicación de quienes tienen la responsabilidad de administrar los destinos de la ciudad y de la provincia. La ausencia de explicaciones conlleva también una conducta incorrecta por parte de aquellos que tienen que dar cuenta de sus actos a sus mandantes o sea a sus conciudadanos.
Jorge Ocampos
Legislador CC ARI
16 octubre 2024
Opinion