Por Pedro Pesatti (*)
¿El que afloja es un tibio
cuando todos están dispuestos a tirar de la cuerda?
Don Zatti sufrió en carne
propia lo que significa enfrentarse a personas dispuestas a llevar a cabo una
acción sin reparar en sus consecuencias.
'No me hagan hablar'
respondía cuando le preguntaban sobre la demolición de su hospital para
construir en ese sitio el edificio del Obispado de Viedma.
Don Zatti podría haber
tirado de la cuerda porque tenía la fuerza que la comunidad le habría dado si
él se la hubiera pedido, y su propia fuerza: sus convicciones y la fe. Pero es
cierto que 'la soga' podría haberse cortado.
Si ello hubiera sucedido sus
enfermos lo habrían perdido todo. Lo hubieran perdido a él y con él -sobre
todo- la posibilidad de tener un nuevo sitio para batallar contra el dolor, por
más modesto que éste fuera.
¿Fue un tibio porque no se
animó a enfrentar a las autoridades eclesiásticas y gubernamentales?
No. No lo fue. Tirar de la
cuerda sin medir sus efectos es propio de los animales pero no de las personas.
Y Don Zatti era extraordiamente humano. Por eso no fue un tibio sino todo lo
opuesto.
'Trago amargo, escupo dulce'
decía Don Zatti para transformar la desdicha de aquellos días. Su hospital se
comenzó a demoler con sus enfermos aún esperando una cama que pudiera
recibirlos en otro sitio. Fue a la Quinta San Isidro de los Salesianos a organizar
su nuevo hospital y, con todas las carencias que podemos imaginar, comenzó de
nuevo.
'No me hagan hablar', pedía
don Zatti a todos para que nadie pudiera interpretar que él también era capaz
de tirar de la cuerda sin temor a que se corte.
Tirar de la cuerda es una
acción natural en los animales y en las bestias pero jamás debe serlo entre las
personas. Y es un gran riesgo confundir la tibieza como lo opuesto a la
agresividad del que es capaz de tirar de la cuerda sin límites.
En nuestros tiempos tirar
todo el tiempo de la cuerda es una conducta bastante aceptada y que suele
recibir cierto consentimiento social porque no advertimos que este es un
comportamiento constitutivo de la conducta agresiva y de la violencia en todas
sus formas.
Por eso la enseñanza que nos
dejó don Zatti sirve tanto en nuestros días.
Aflojar la soga no es de tibios sino de personas humanas íntegras cuando en la otra punta el que tira está ciego y se deja llevar por el instinto que anula la conciencia y apaga lo mejor de nuestro corazón.
16 noviembre 2024
Opinion