El mercado de la cebolla atraviesa un año especialmente adverso en el Valle Inferior, con precios que no cubren los costos de producción, alta oferta y escasa demanda internacional. La situación no solo afecta la rentabilidad del sector, sino que podría derivar en un fuerte impacto ambiental y sanitario por la acumulación de producto no cosechado en los campos.
Germán Cariac, director de la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) Valle Inferior del INTA, explicó que el panorama era previsible desde el último trimestre de 2024, cuando especialistas del rubro anticipaban una sobreoferta regional que incluía aumentos de superficie sembrada en Argentina, mayor productividad en Chile y cosechas normales en Brasil, principal destino de exportación.
“Brasil produce cebolla en distintas zonas del país y en diferentes momentos del año. Si no tiene un evento climático adverso o problemas serios de plagas, como ha sucedido en otras temporadas, no demanda nuestra producción”, detalló. A esto se suma una demanda interna selectiva, donde los compradores eligen solo las partidas de mayor calidad y duración, dejando fuera del mercado gran parte de la cosecha.
La situación se agrava porque, según Cariac, la ventana de comercialización que suele abrirse a fines de mayo o principios de junio comenzó a cerrarse sin mejoras de precio, lo que podría dejar toneladas de cebolla en el campo. “Si esa cebolla no se levanta, hay riesgo de proliferación de enfermedades como el fusarium, un hongo que se propaga cuando se repite el mismo cultivo en un lote”, advirtió.
El director de la EEA también señaló que esta práctica obligaría a rotar los cultivos por varios años para recuperar la sanidad del suelo, lo que representa pérdidas adicionales para los productores. “Si no está afectada, no hay problema. Pero si tiene hongos, la dispersión es muy difícil de controlar y afecta futuras campañas”, remarcó.
En paralelo al diagnóstico productivo, Cariac advirtió sobre las reformas estructurales que impulsa el Gobierno Nacional en el INTA, las cuales podrían significar el recorte de 1.500 puestos de trabajo en todo el país y afectar directamente a las estaciones experimentales.
En el caso del Valle Inferior, de un total de 48 trabajadores —entre planta permanente, no permanente y becarios—, 18 quedarían fuera de la institución. “Se trata del personal más joven, quienes ingresaron en los últimos 12 años. De aplicarse este ajuste, se estaría generando una brecha generacional enorme en una institución que necesita modernizarse e incorporar nuevas capacidades”, explicó.
El director también cuestionó los intentos de modificar la estructura del Consejo Directivo Nacional del INTA, lo que a su juicio representaría un avance del Poder Ejecutivo sobre la autarquía del organismo. “La composición actual, con participación del sector público y privado, garantiza equilibrio. Si se reemplazan esos espacios con representantes del gobierno nacional, se transformaría en una delegación de la Secretaría de Agricultura”, sostuvo.
Además, advirtió que se está desdibujando el federalismo que caracteriza al INTA desde su creación. “Cada vez se centralizan más las decisiones, pasando por alto a los Consejos Regionales, que son los que conocen el territorio y distribuyen recursos de forma adecuada”, expresó.
En la última sesión legislativa en Río Negro, las distintas bancadas expresaron preocupación por esta situación, e incluso se abrió un cuarto intermedio para recibir a personal de la EEA Valle Inferior. Para Cariac, el respaldo político y social será fundamental para frenar una reforma que amenaza no solo puestos de trabajo, sino el aporte técnico que el INTA realiza a miles de productores en toda la provincia.
“Estamos ante un momento muy delicado. A la incertidumbre productiva se suma la institucional. Si el INTA pierde autarquía, recursos y jóvenes profesionales, el impacto se va a sentir por muchos años”, concluyó.

8 diciembre 2025
Río Negro