Un maragato que siente haber nacido de nuevo

Comentar Fue durante una conferencia de prensa ofrecida en el nosocomio minutos después de su primer control luego de la intervención, realizada el pasado 24 de abril y denominada Bentall Bono.
Consiste en la reparación de una dilatación aneurismática de la aorta ascendente que se acompaña con incompetencia de la válvula aórtica.
En esta reparación se colocó una prótesis especial que consiste en un tubo en el cual viene incorporada una válvula mecánica.
El cirujano debe separar las arterias coronarias de la aorta nativa y reimplantarlas al tubo valvulado.
El doctor Germán Ramallo, jefe del servicio de cardiología del Penna, recordó que para poder realizar esta cirugía hubo más de 17 años de tarea previa y valoró el hecho de que se haya practicado en un hospital público.
Explicó que, desde el punto de vista cardiológico, el Penna pasó de atender moderada a alta complejidad.
"Hoy contamos con unidades coronarias y cuidados intensivos, cuando hasta hace seis años numerosas patologías se debían derivar a la ciudad de La Plata", recordó y dijo que, por entonces, Región Sanitaria I no tenía posibilidades de absorber determinados tratamientos.
"Desde 2006 a esta parte se han realizado 154 cirugías de distinto grado; en el caso de la que nos ocupa podemos decir que es novedosa por su altísima complejidad", señaló.
Implicó la participación de un equipo multidisciplinario que contempló, más allá de la tarea en sí, el tratamiento previo y posterior.
El cirujano cardiovascular Diego Fiorini destacó que la patología del paciente estuvo relacionada con un síndrome consistente en el déficit de las arterias.
"Con el paso del tiempo la aorta se dilata y se producen dos riesgos: insuficiencia aórtica, que lleva a la cardíaca, y la ruptura de la aorta ascendente debido a la dilatación", detalló.
"Por eso el tratamiento debió ser inmediato. No se podía esperar", afirmó, para señalar que existió alto riesgo de vida.
Recordó que un año atrás comenzaron a practicarse cirugías cardiovasculares de baja y mediana complejidad en el Penna.
"Cuando se presentó el caso de Juan, que resultaba mucho más complejo, debimos decidir. Finalmente asumimos la responsabilidad porque estábamos seguros de nuestro trabajo previo", dijo.
"Fue una gran cirugía y, además, muy costosa, no sólo por los materiales, como el tubo y la válvula, sino por las drogas que más tarde debimos suministrarle al paciente. De todo eso se hizo cargo el ministerio de Salud", aclaró.
Otro escollo.
Sin embargo, previo a la cirugía, el equipo se encontró con otro inconveniente: existía en el paciente un déficit en un factor de coagulación --el 8-- que incrementó el costo de la intervención, la postergó y generó cierto temor entre los médicos.
La cardióloga Nadia Budassi, también integrante del grupo, fundamentó que este tipo de operación, debido a su elevada complejidad, tiene riesgo de sangrado.
"Cuando supimos que existía un déficit debimos tomar más recaudos y proveer ese factor del que, genéticamente, esta persona carecía", recordó.
"Finalmente se puso conseguir y acá está el resultado. No sangró y tuvo una muy buena evolución", resaltó.
El doctor Federico Rocca expresó que el post-operatorio resultó sin complicaciones y rápidamente el paciente fue dado de alta.
"El problema en la coagulación nos preocupó y trabajamos en conjunto con el servicio de hemoterapia, que permitió ese diagnóstico antes de la operación. Pero todo salió bien", indicó.
El doctor Ramallo dijo que la intervención se realizó a "cielo abierto".
"Nos sorprendió que la mayor dificultad que tuvimos fue que nos quedara corta la cama. Debimos ajustar el tratamiento a la superficie que tiene el paciente, que modificó el standard del tratamiento", comentó.
Además de los profesionales mencionados, se desempeñaron los doctores Federico Donato, Sergio Torresi y Carlos Flores, además de la técnica Silvia Sosa, la instrumentista Karina Krenz y la enfermera Susana Fernández.

También te puede interesar...