Por el uso de 5 millones de pesos/dólares del Estado Nacional para pagar coimas, fueron imputados por "cohecho activo" el ex Presidente de la Nación, Fernando De la Rúa; el ex ministro de Trabajo, Alberto Flamarique; el ex jefe de la SIDE, Fernando De Santibañes; y Mario Pontaquarto, entonces secretario parlamentario del Senado quien confesó que el 18 de abril de 2000 retiró del edificio de la SIDE dos valijas con el dinero.
Acusados por el delito de "cohecho pasivo" -aceptar los sobornos-, están siendo juzgados los ex senadores peronistas Remo Costanzo (Río Negro), Alberto Tell (Jujuy), Augusto Alasino (Entre Ríos) y Ricardo Branda (Formosa).
En diciembre de 2003, Pontaquarto conmovió el ámbito político al confesar que la noche del 26 de abril de 2000 -cuando fue aprobada la ley- llevó 4.300.000 pesos/dólares a un departamento del entonces senador Emilio Cantarero (Salta), ubicado en el barrio porteño de Recoleta. Al día siguiente, según su relato, entregó los 700 mil pesos restantes al ex senador radical, José Genoud (Mendoza), quien los repartiría con Flamarique. El presunto hecho corrupción se había convertido en un escándalo público luego de la renuncia del ex vicepresidente Carlos Chacho Alvarez y la posterior declaración del protagonista y testigo arrepentido dio impulso a la causa en la Justicia.
La soledad de su declaración encontró compañía en el testimonio de Sandra Montero, quien tres años más tarde -en agosto de 2006- accedió a contar lo que había visto y oído, relato que serviría como prueba de los indicios y sospechas de la causa.
Antes de declarar entre los cerca de 340 testigos del juicio que comenzó este 14 de agosto en los Tribunales de Comdoro Py 2002, Montero accedió a dialogar con B2000 sobre parte de su historia en Bariloche y cómo impactó en su vida haberse presentado ante la Justicia.
Sandra Montero, testigo
Sandra Montero tiene 52 años. Nació en San Isidro, provincia de Buenos Aires, y en 1978 se mudó a Bariloche donde poco después se casó con Luis Vargas con quien tuvo tres hijos que sobresalen en el deporte: Cristian de 32 (ex futbolista), Jonahtan de 21 (integrante del equipo Cruz del Sur de Bariloche) y Ezequiel de 16 (futbolista del plantel del Club River Plate en Buenos Aires).
La mujer que destaca de sí misma su vocación por la política, tanto partidaria como sindical, no duda en definirse como "menemista" y "peronista ortodoxa". Reconoce con orgullo haber trabajado en las sucesivas campañas para llevar a Carlos Menem a la Presidencia de la Nación, tanto en 1989 como en 1995 y en 2003.
Antes de ingresar al Senado de la Nación, el 4 de junio de 1996, cuenta que trabajó para la Secretaría de Turismo de la Nación, dirigida entonces por Francisco “Paco” Mayorga.
En su conversación suele dar muchos nombres de personas afines, entre los que también se escuchan ex funcionarios que ocuparon cargos de relevancia durante la última dictadura militar en Río Negro, como el ex general de brigada y ex gobernador de facto de Río Negro, Roberto Vicente Requeijo o el ex interventor de Radio Nacional Bariloche, Hugo Copertari.
Estudió periodismo en la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA), y Protocolo y Ceremonial en la Universidad Embajador Rogelio Tristani. Además, cursó estudios de Turismo en la Universidad Nacional del Comahue.
En diálogo con B2000 contó cómo fueron sus primeros pasos en la política de la provincia, cómo cambió su vida de relaciones políticas, sociales y laborales el hecho de haber denunciado un acto de corrupción, qué experiencia vivió como testigo protegido y qué espera del juicio.
- ¿Cuándo conociste a Remo Costanzo y cómo empezó tu relación laboral con él?
A Remo Costanzo lo conocí en 1987, en las campañas a gobernador. Yo estaba con un grupito muy chico con Ricardo Ledo, Carlos Jaureguiberry, Jorge Cerutti y Ernesto Ríos con los que luchamos por Menem en la interna. Y Remo Costanzo, con Chiche Costa y César Miguel, estaban con Cafiero.
Nosotros ganamos la Unidad Básica (UB) y el grupo de Costanzo quedó con la minoría. Pero éramos todos amigos aunque pertenecíamos a grupos distintos porque en Bariloche era así.
Mi relación laboral con él empezó en esa época porque él era senador nacional por el Partido Justicialista y yo era secretaria de actas de la UB y congresal provincial, elegida por los chicos de las bases, como Aldo Painemil y Valentín Grande. En ese momento yo era la persona más indicada para manejarle los pasajes, estar en contacto con él, anotar lo que pasaba en las reuniones y eso se extendía a las reuniones privadas políticas, fuera de la UB.
Carlos Jaureguiberry y Jorge Cerutti, que realmente me dieron un lugar importante, me invitaban a todas las reuniones políticas que hubiera. Me pasaba toda la noche escribiendo para darle los textos al otro día a Costanzo para que él se llevara un resumen bien detallado. Ese fue el comienzo de la relación política con Costanzo.
- ¿Cómo llegaste a trabajar al Senado?
Yo fui en el '96 por esta situación: cuando asume César Miguel como intendente de Bariloche, Costanzo le ofrece que yo pueda trabajar en mi ámbito que era el de Protocolo y Ceremonial, porque yo hablaba idioma y había estudidado; era mi base y lo que más me gusta. César Miguel le dice que no, que ese puesto es para una persona que fuera de su confianza y pone a esta chica, Silvina García Larraburu, que ahora es diputada nacional.
Entonces, Costanzo me preguntó si yo me trasladaría a Buenos Aires y como yo soy de allá y viajaba mucho por estudios, acepté. Empecé a hacer los trámites y a viajar, y el 4 de junio de 1996 entré oficialmente al Senado.
- ¿Dónde trabajaste exactamente?
En Relaciones Oficiales del Senado. El área tenía un lugar en Aeroparque y en Ezeiza que era un salón VIP para senadores y para autoridades. El salón se compartía con la Fuerza Aérea que atendía a las autoridades; y a los senadores -y a algunos diputados autorizados- los atendíamos nosotros.
Cuando él me hace entrar, habla con el senador Carlos Manfredotti que en ese momento era el administrador de la Biblioteca del Congreso. Entro con un contrato por Diputados y me preguntan dónde quiero ir. Costanzo sabía que yo había trabajado muchos años en el Aeropuerto de Bariloche, que después licité y gané un stand hotelero, y me ofreció ir a Aeroparque.
Ese fue mi lugar hasta que después me derivaron a Protocolo y Ceremonial porque veían que mis aptitudes eran para eso. Después volví al Salón de Senadores pero ya como jefa de esa sala. Cuando asume el presidente De la Rúa seguí como Cermonial del senador José Genoud y su esposa y después fui a trabajar a Casa de Gobierno convocada por el senador Losada, quien fue vicepresidente virtual porque reemplazó a Chacho Alvarez cuando renunció.
Cuando saltó el escándolo de los sobornos estaba trabajando en Ceremonial y Protocolo pero todavía no había abandonado el Salón VIP de Aeroparque.
- ¿Quién pagaba tu sueldo?
Siempre fui contratada del Senado. A mí me veían en el despacho del senador Costanzo porque al trabajar en Aeroparque y al no haber una oficina precisa en el lugar, yo estaba en el despacho antes de ir a Aeroparque y después, entraba y salía desde el Senado, con Martín Fraga, con Natalia Tolosa, con cualquiera de las chicas del despacho; y con Costanzo inclusive.
Algunos cuestionaron que me decían "Sandra de Costanzo", y decían que tenía una historia personal. Pero eso es parte de la jerga del parlamento que se usa para reconcer quién es el referente político de la persona o en qué despacho trabaja. Durante mucho tiempo se me relacionó con él.
Cuando yo lo conocí se decían millones de cosas de él y se lo relacionaba con un montón de personas de Bariloche porque Costanzo es una persona simpática, que atiende a la gente, que no tenía problemas de dinero y todas las mujeres se le acercaban. Tal vez me veían más cerca porque el resto no tenía la experiencia en política que tenía yo y Remo me escuchaba. Pero eso no se refiere a que pudiera haber una relación personal en el medio. A mí me decían "Sandra de Costanzo" porque mi referente político era él; no me iban a decir "Sandra de Gioja" de San Juan. Esa es la interpretación lógica.
Luego de presentarse como testigo en el año 2006, Montero se fue del país con el programa de Protección a Testigos e Imputados. Vivió en Brasil y en Estados Unidos, con su hijo más pequeño. Según relata, como testigo protegido estuvo 6 años, 4 años con custodia y 2 años sin protección pero renunció hace unos meses decepcionada con ese programa.
- ¿Cómo fue tu experiencia dentro del Programa Nacional de Protección a Testigos e Imputados?
Vos mirás una serie como La Ley y el Orden o ves la película El Protector y pensás que todo va a ser así, pero no. Acá entrás a un programa que lo que menos hace es proteger al testigo. Los peores años de mi vida fueron dentro del programa al cual tuve que terminar renunciando.
Renuncié porque me ofrecieron un programa con el que tenía que tener identidad reservada, que nunca existió. Se ofrecía proteger a la testigo dentro y fuera del país. Yo, apenas declaré me fui a Brasil y nunca tuve protección. El alojamiento temporario en lugares reservados nunca existió, el cambio de domicilio nunca existió, la asistencia para gestión de trámites, la reinserción laboral o la asistencia psicológica nunca existieron.
Solo pude obtener lo mismo que Pontaquarto, es decir seis meses de un sueldo de 2.500 pesos y una custodia personal domiciliaria que me trajo más problemas que soluciones. La gente era conflictiva; además tenía que salir en un patrullero de una comisaría con gente uniformada y todo el mundo me miraba 10 veces más que si yo hubiera ido sola caminando.
La reinserción laboral que tiene que venir después de esa situación cuando vos no podés volver a tu ámbito y cuando estás imposibilitada de conseguir otro trabajo porque mediáticamente, públicamente sos conocida... donde yo iba era "Sandra la de los sobornos", "la chica de las coimas", "la mujer que declaró en Comodoro Py".
Mi cara y mi foto habían estado en todos lados, todo el mundo me miraba y era imposible buscar trabajo, igual que Pontaquarto porque mi ámbito laboral es el político... ¿dónde podría haber ido a buscar trabajo?
- ¿Pudiste estabilizar tu situación laboral después de 6 años?
No, nunca. No estoy trabajando en ningún lado. Hago gestiones personales para estudios de abogados porque me dediqué mucho a la documentación y me llaman para que los asesore. Estoy mucho con Hugo Copertari en Turismo, y por mi cuenta ayudo en Protocolo con el ceremonial de las mesas.
- ¿Te arrepentiste en algún momento de haber hecho la denuncia?
No me arrepiento de haber denunciado por el acto de corrupción que comenté haber visto pero sí me arrepiento por todo lo que me sucedió porque en la Argentina no están dadas las condiciones para que funcione la figura del arrepentido o del testigo que denuncia.
Por un lado, no están dadas por los problemas que comenté, porque la Justicia me aseguró medidas de protección que nunca estuvieron. Y por otro lado, no está dado por la conciencia del ciudadano común. Siempre va a estar el que te va a decir que declaraste por una cuestión de odio, otros porque no te dieron plata, otros por venganza.
- ¿Cómo afectó en tu entorno de relaciones sociales el hecho de denunciar un acto de corrupción?
Después de haber declarado fue muy poca la gente que se brindó conmigo. La gente tiene mucho miedo ante esta situación. Yo perdí a todas mis amigas y amigos porque todos estaban relacionados a las dos Cámaras del Congreso. La gente tiene miedo de estar con vos, de saber si lo están mirando porque están con vos.
En vez de abrirme puertas en el mundo político la denuncia me las cerró. Yo pensé que iba a ser otra cosa. No porque fuera un acto heroico lo que hice, pero pensé que la gente se iba a abrir e iba a denunciar estas situaciones pero me equivoqué.
- ¿Cómo si hubieses puesto en evidencia un juego que todo el mundo ve y nadie cuestiona?
Exactamente, yo no quiero hablar de otros casos ni entorpecer el accionar de la Justicia, pero no fue la primera ni será la última de estas situaciones que se vio en el Senado o en cualquier otro lado por donde pasé.
No creo que la gente esté preparada para denunciar estos casos y más cuando ve tu situación. Hubo muchos testigos en la causa que inicialmente no contaron, y estaban de acuerdo en presentarse en el juicio oral y decidieron no hacerlo porque lo escuchan a Pontaquarto o me escuchan a mí y dicen "no, si a vos te pasó esto ¿qué me va a pasar a mí?". Temen perder el trabajo como me pasó a mí, temen no poder conseguir otra cosa, que los saquen en los medios mal, cuestionando temas personales.
- ¿Sentís que atacaron tu intimidad?
Tengo 34 años de matrimonio, tenía en ese momento y tendré en el futuro, una relación sólida como la tengo en este momento. No es que tambaleó mi matrimonio pero sí tambalearon muchas cosas personales que fueron ventiladas y tuve que salir a dar explicaciones por los medios.
Esto afectó todo mi entorno, tengo hijos varones, tuve que dar explicaciones, si tuve o no tuve, si pasó o no pasó. Por eso digo que yo quiero que se mire y se destaque la situación que uno denuncia y no la vida personal que uno puede tener.
Las personas en lugar de pensar que esta mujer habló porque estuvo en esos espacios de poder y en el momento indicado, saltan para el otro lado y piensan que es porque debe haber tenido algo con Costanzo. Así nadie quiere declarar.
- ¿Qué expecativas tenés en el desarrollo del juicio?
La Justicia es lenta y realmente estoy muy asustada, estoy preocupada. Pensé que el comienzo del juicio iba a ser algo con más importancia por no veo que se la den. Pensé que iba a ser televisado y que iba a ser seguido. Pero no lo veo en los medios y realmente tengo muchísimo miedo de que no se esclarezca, que no se pueda comprobar lo que nosotros vimos.
En el transcurso de 12 años, al menos tres imputados no conocerán los resultados del juicio en su contra: los ex senadores Genoud y Pardo fallecieron tiempo atrás -el primero se suicidó con un disparo en el pecho en septiembre de 2008, aparentemente por problemas de índole personal-; y uno de los principales acusados, Cantarero, fue declarado inimputable por graves problemas de salud que lo afectan psíquicamente.
En la causa a cargo del Tribunal Oral Federal 3 -integrado por los jueces Gerardo Larrambebere, Miguel Pons y Guillermo Gordo- intervienen la fiscal Sabrina Namer y la Oficina Anticorrupción, como querellante.
FUENTE: Bariloche 2000
21 diciembre 2024
Judiciales