En ese contexto, es imprescindible adecuar las políticas de Estado en una orientación clara y estadista, pensada para los próximos 20 años.
Un factor de desarrollo de las regiones de un país es su conectividad con el resto del territorio nacional y el exterior.
El interés por mejorar las conectividades en el continente data de antiguo, y a fines de los años setenta se configuraron marcos de trabajo multilateral y bilateral que buscaban de manera sistemática mejorar las condiciones del transporte terrestre internacional en América del Sur.
Las rutas existentes que vinculan territorios de países vecinos, sumadas a las potenciales vías de conexión que pueden relacionarse con las obras existentes y eventualmente con terminales portuarios, van configurando corredores internacionales, conocidos en Sudamérica, como bioceánicos.
Esta conectividad toma en cuenta complementariedades socio-económicas, logísticas y productivas entre regiones vecinas, constituyendo Ejes de Integración y Desarrollo.
Estos Ejes pueden incluir centros urbanos e industriales dotados de alta conectividad, así como localidades más aisladas o de menor desarrollo.
A inicios de los años noventa se comenzó a hablar de los “Corredores Bioceánicos” que sugerían la idea de conectar centros de producción con terminales portuarios, abriendo nuevas alternativas logísticas para los flujos de comercio exterior.
Hoy, la UNASUR – Unión de Naciones Suramericanas que nace en 2006 a partir de la Comunidad Sudamericana –, integrada por los 12 países sudamericanos, tiene entre sus áreas prioritarias la integración física, el desarrollo sustentable y el medio ambiente, materias centrales en la perspectiva de la infraestructura regional.
Objetivos
El establecimiento de corredores bioceánicos en Sudamérica ha tenido en cuenta la facilitación e intensificación del intercambio, con el fin de generar un espacio económico más integrado, y de lograr convergencias entre mecanismos e instituciones regionales.
Desde el punto de vista interno, los países también han visto en este tema un medio para dinamizar el desarrollo de centros y localidades situados a lo largo de un corredor, aportando nuevas oportunidades a zonas tradicionalmente menos favorecidas.
Más allá del desarrollo de la infraestructura, en los corredores también se busca satisfacer la facilitación del tráfico internacional y el intercambio entre los países, uniendo territorios a través de conexiones eficientes bajo un marco operativo y de normas acorde con esa finalidad.
Corredor Bioceánico Norpatagónico
Cuando hablamos del Corredor Bioceánico Norpatagónico o Eje de Integración, no sólo hablamos de las vías de comunicación y la conectividad que nos permita comunicar los puertos de los océanos Atlántico y Pacífico.
Hablamos concretamente de un Sistema de Integración y Desarrollo que atraviesa, de este a oeste, importantes áreas geográficas de Argentina y Chile en el norte de la Patagonia, que abarca casi 500.000 Km2, es decir una superficie equivalente al 14,14 % del territorio conjunto de Chile y Argentina y el 2,83% de superficie de toda Sudamérica.
La relevancia estratégica del Corredor Bioceánico Norpatagónico como elemento potenciador de actividades productivas, económicas y sociales en su área de influencia fue enmarcado en tres esferas de análisis: Integración Regional; Ordenamiento Territorial, y el Principio de Sustentabilidad del Desarrollo.
Criterios
Haciendo un análisis estratégico de las potencialidades productivas de la Zona de Influencia del Corredor, se hace necesario considerar la necesidad de favorecer una más eficiente gestión de los actuales flujos productivos de las áreas mas ricas de la región pero articulando esa necesidad, con el aprovechamiento integral de enormes áreas hoy subutilizadas, de baja densidad demográfica que poseen importantes reservas de recursos naturales, donde se concentran los mayores requerimientos sociales, por necesidades básicas insatisfechas (pobreza, restricciones educativas y de salud, insuficiencias de servicios energéticos y de comunicación, etc).
Sobre ese principio, se definió la conveniencia de considerar una visión sistémica y ampliada del Eje del Sur, en tanto puede observarse que la Zona de Influencia es atravesada por tres grandes líneas vertebrales (rutas 22 al norte, la ruta 23 en el centro y la ruta 25 al sur) con desarrollos ferroviarios existentes a lo largo de las mismas.
Por tanto, tomando en cuenta el más eficiente uso del transporte de cargas y pasajeros por carretera y ferroviario, es dable considerar “una Zona de Influencia” de gran magnitud, con una malla de rutas verticales, lo que permitiría poner en valor un enorme territorio productivo (del tamaño de España o Francia) subutilizado en la actualidad.
En la versión bajo estudio del Corredor Bioceánico Norpatagónico, se ha establecido como objetivo que, para la factibilidad de su desarrollo, debe considerarse un sistema de articulación más integral que el previsto inicialmente y que presenta importantes ventajas.
No sólo amplía y mejora la cantidad y calidad de los pasos fronterizos - sumando a Pino Hachado y Cardenal Samoré, el Paso El Manso y el paso Puelo -, donde también contempla la modernización de otro ramal ferroviario completo, -desde Viedma a San Carlos de Bariloche -, que si bien requiere una fuerte actualización y adaptación al transporte de cargas y pasajeros, constituye un elemento de singular importancia estratégica para la integración de la región patagónica de ambos países.
Asimismo, el Sistema planteado articula no sólo las áreas portuarias de Talcahuano y Bahía Blanca sino que incorpora a la trama tres puertos del lado chileno (Talcahuano, Puerto Corral y Puerto Montt) y cuatro del lado argentino (Bahía Blanca, San Antonio Este, Punta Colorada y Puerto Madryn)
Queda de manifiesto la relevancia que, como Corredor Bioceánico, tiene la ruta nacional nº 23 que transcurre a lo ancho de toda la provincia de Río Negro y que en la actualidad el Gobierno nacional está pavimentando.
Esta concepción ampliada del Corredor, permite incorporar asimismo, el aeropuerto internacional de San Carlos de Bariloche con la utilización potencial del actual aeródromo de Ing. Jacobassi, como alternativa de carga aérea para evitar la saturación de aquel en temporada turística.
Beneficios a la sociedad
El Corredor cubre un inmenso territorio desde los puertos argentinos de Bahía Blanca (al sur de la provincia de Buenos Aires), San Antonio Este, Punta Colorada (en la provincia de Río Negro) y Puerto Madryn (al norte de la provincia de Chubut) hasta los puertos chilenos de Concepción (en la Región del Bío Bío), Puerto Corral (en la Región de los Ríos) y Puerto Montt (en la Región de Los Lagos).
En Argentina esa superficie es abarcada por el sudoeste de la provincia de Buenos Aires el sur de la provincia de La Pampa, Neuquén, Río Negro y norte del Chubut.
La Zona de influencia del Corredor Norpatagónico, incluye también las regiones del Bio Bio, de la Araucania, de Los Lagos y de los Ríos, pertene-cientes a la República de Chile.
La estructura productiva de la Zona de Influencia del Corredor Bioceánico Norpatagónico (ZIC) se caracteriza por el predominio de producciones primarias y sus manufacturas: frutas, vinos, hidrocarburos, ganadería, minería, pesca, química y petro-química, producción forestal, etc.
Esa producción de bienes atiende el mercado interno y genera excedentes destinados a la exportación.
La región tiene, asimismo, un importante desarrollo del sector turístico –en especial en la parte argentina del territorio del Corredor – que hoy representa un significativo porcentaje del PBI, revelando extraordinarias perspectivas sectoriales a escala regional –incluyendo las áreas chilenas – teniendo en cuenta la “instalación” en los últimos años de la marca “Patagonia turística” a nivel internacional.
El perfil productivo de las regiones involucradas en ambos países manifiesta fuertes diferencias.
Mientras en Chile se concentra en el área de influencia del Corredor la producción agropecuaria, silvícola, ictícola y zonas de desarrollo industrial y turístico, en Argentina predominan las explotaciones de petróleo, gas y minerales, la generación de energía eléctrica, el turismo (tanto en el área atlántica como en la cordillera), la producción agropecuaria y la vinicultura.
La economía del Corredor y su área de influencia supuso un Producto Bruto General conjunto de 25.000 millones de dólares en el año 2007.
Su crecimiento se ha mostrado en determinados períodos superior al crecimiento conjunto de Argentina y Chile, medido a través de la evolución del Producto Bruto Geográfico (PBG).
La significación económico-productiva de la Zona de Influencia en lo que respecta al ámbito nacional (Río Negro, Neuquén, La Pampa, Sudoeste de la provincia de Buenos Aires y el Norte del Chubut), tomando como indicadores de la misma el Producto Bruto Geográfico y sus exportaciones muestra que la región representa un 7,4 % del PBI -Producto Bruto Interno- de Argentina.
Transporte de Carga
El desarrollo de corredores bioceánicos coloca el tema de la infraestructura del transporte de carga y de pasajeros en el centro del análisis.
Hoy el desafío de Sudamérica, del Mercosur y de la Argentina en particular, se basa en lograr un transporte multimodal que facilite el intercambio comercial de la región y sus exportaciones.
Es visible en la materia –y singularmente relevante en el caso del Corredor Bioceánico Norpatagónico – la necesidad de recuperación de los ferrocarriles de carga y el estudio de un sistema de estaciones de transferencia para optimizar la combinación riel-camión.
Lo mismo podría afirmarse de la producción de las provincias comprendidas en el área de influencia del Corredor Bioceánico Norpatagónico. Sudamérica, Argentina y la región bajo estudio requieren el urgente diseño de un Modelo Regional Logístico de Transporte y Distribución para insertarse en la economía global.
Las grandes distancias a recorrer y el tipo de carga predominante, aconsejan en cambio, una asignación modal más eficiente, en beneficio del transporte fluvial o ferroviario. Por tanto, es condición fundamental para optimizar el transporte de cargas, lograr su funcionamiento sistémico, mediante la creación o consolidación, en lugares estratégicos del territorio, de puntos de convergencia de los distintos modos –carretero, ferroviario, fluvial –, dotados de las infraestructuras y equipamientos adecuados para operar como modernos centros de consolidación / desconsolidación de cargas que minimicen los costos operativos de las transferencias.
Entre las cuatro regiones de Chile y las provincias fronterizas de Río Negro, Neuquén y Chubut, los intercambios comerciales se realizan por carretera y como ya se ha manifestado son predominantes los flujos hacia Chile.
Las exportaciones argentinas provenientes de Neuquén, Río Negro y Chubut con destino hacia los países de Asia Pacífico, pueden utilizar la plataforma portuaria chilena, situación que podría replicarse en sentido inverso, para la producción chilena una vez concluida la ruta 23, mejorados los sistemas ferroviarios y ampliada la capacidad de la ruta 22 o generadas las alternativas a su actual traza
En síntesis:
La formulación de un Eje Bioceánico en el Norte de la Patagonia argentino-chilena presenta fortalezas por su carácter de bioceanidad que permite “poner en el mundo” la producción de una extraordinaria región en términos de recursos sino también como instrumento de desarrollo económico y social.
Para alcanzarlo se impone una participación activa de los actores institucionales (Provincias y Regiones) en el desarrollo de las obras de infraestructura conexas al mismo, en la promoción y financiamiento de los emprendimientos productivos en las áreas menos favorecidas y en la sensibilización de los restantes actores sociales y económicos para consolidar el proyecto y la integración binacional.
El Corredor Bioceánico Norpatagónico se presenta como un espacio de interrelación política, económica y social inagotable que permite poner en valor recursos, productos, culturas y pueblos que hoy permanecen –concientes de sus capacidades y de las riquezas de su entorno esperando alcanzar un bienestar largamente postergado.
16 noviembre 2024
Opinion